Un aniversario cargado de misterio

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El silencio del apartamento recibió a Isabella como un presagio. La luz tenue del atardecer se filtraba a través de las cortinas, proyectando sombras alargadas que danzaban sobre las paredes. Faltaban seis meses para que la casa que compartían con Vladimir estuviera terminada, y mientras tanto, la calidez de su pequeño refugio en Moscú era su mayor consuelo. Sin embargo, esa noche, la víspera de su aniversario, la inquietud se apoderaba de ella. Un silencio inusual envolvía el lugar, y la ausencia de Vladimir pesaba en el aire como una nube oscura.

"Algo no anda bien", pensó, marcando su número con un creciente nerviosismo. Cada tono que sonaba parecía amplificar su ansiedad, cada segundo se sentía como una eternidad.

"¿Vladimir? ¿Sucede algo? No he sabido nada de ti en todo el día", preguntó, intentando sonar casual, aunque su corazón latía a un ritmo acelerado.

Del otro lado de la línea, la voz de Vladimir llegó teñida de un cansancio inusual. "Isabella, amor mío. Ha sido un día infernal. ¿Puedes creer que se me había olvidado por completo nuestro aniversario?"

Una risa nerviosa escapó de los labios de Isabella, aliviada pero aún preocupada. "No te preocupes, para eso estoy yo. ¿Estás en el Kremlin? Iré para allá."

"No, yo voy al apartamento mejor. Necesito descansar un poco antes de nuestra celebración. Dame veinte minutos y salgo a tu encuentro."

Isabella sintió una mezcla de alivio y frustración. "Está bien, pero no te demores. Quiero que esta noche sea especial."

Dos horas y una cena deliciosa después, acurrucados en el sofá de su apartamento, el mundo exterior se difuminaba en la calidez de su cercanía. Las luces de la ciudad titilaban a través de las ventanas, pero dentro de su hogar solo existía el suave murmullo de sus voces y el crujir del sofá bajo su peso.

"¿Sabes? A veces me pregunto cómo hemos llegado hasta aquí", dijo Isabella, mirando a Vladimir a los ojos. "Pareciera que fue ayer cuando nos conocimos en esa gala en Inglaterra."

Vladimir sonrió, sus ojos brillando con nostalgia. "Recuerdo que estabas tan segura de ti misma, estabas hablando con los invitados mientras sonreías. Me quedé impresionado. Nunca había visto a alguien tan seguro de si mismo, como te novias por el salón con una gracia que solo tú tienes."

"Y tú te acercaste con esa sonrisa encantadora", bromeó Isabella, riendo suavemente. "No sabía si me querías impresionar o si simplemente eras así de encantador."

"Tal vez un poco de ambas cosas", admitió él, encogiéndose de hombros con una sonrisa traviesa. "Pero lo cierto es que desde ese momento supe que quería compartir mi vida contigo."

Un silencio cómodo se instaló entre ellos mientras se perdían en sus recuerdos. Sin embargo, el cansancio se reflejaba en los ojos de Vladimir, y aunque su mirada fija en ella transmitía una ternura profunda, Isabella no podía evitar sentir que había algo más en su expresión.

"¿Te encuentras bien?", preguntó ella con suavidad, rompiendo el silencio. "Te veo cansado."

"Solo necesito descansar un poco", respondió él con un suspiro. "El trabajo ha sido agotador últimamente."

Isabella lo observó detenidamente. "¿Estás seguro de que no hay más? Sabes que puedes hablarme de cualquier cosa."

Vladimir desvió la mirada, como si las palabras estuvieran atrapadas en su garganta. "A veces siento que las cosas están cambiando demasiado rápido. La casa, el trabajo... todo parece abrumador."

"Es normal sentirse así", dijo Isabella, acercándose a él y tomando su mano. "Estamos construyendo algo hermoso juntos. Pero no tienes que cargar con todo el peso solo. Estoy aquí contigo."

Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De InglaterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora