La princesa Diana, con su gracia innata, se acercó a Isabella, quien lucía radiante en su vestido de novia.
—Bella —comenzó Diana, su voz suave como un susurro—. En este día tan especial, quiero que recuerdes que el amor siempre trasciende.
—Querida, este es un momento que recordarás para siempre. Recuerda que el amor no solo se trata de dos personas; es una conexión profunda con quienes nos rodean. Nunca pierdas de vista lo que realmente importa, eres fuerte y hermosa, y hoy brillarás más que nunca. Estoy tan orgullosa de ti.
Mientras tanto, Victoria observaba la escena con una mezcla de alegría y melancolía. Sabía que ese momento era crucial no solo para Isabella, sino también para ella misma. Cuando Diana terminó de hablar, Victoria se acercó a su hija con el corazón latiendo desbocado.
—Isabella —dijo, tomando sus manos entre las suyas—, este día simboliza un nuevo comienzo. Siempre he creído en ti y en tu capacidad para amar y ser amada. No importa lo que pase en el camino, recuerda que el amor verdadero siempre prevalece. Te he visto crecer y enfrentar desafíos; cada uno de ellos te ha hecho más fuerte.
Las lágrimas comenzaron a rodar por las mejillas de ambas. Isabella sintió una oleada de gratitud y amor hacia su madre.
—Mamá, ¿y si me pierdo en este nuevo camino? No quiero decepcionarte.
Victoria inclinó su cabeza, mirándola con compasión.
—Nunca podrías decepcionarme, mi amor. Eres la luz de mi vida. Y recuerda, de las dificultades se aprende; cada paso que tomes te hará más fuerte. Siempre tendrás un hogar al que volver.
—Mamá, me asusta dar este paso. Siento que dejo atrás una parte de mí y me adentro en lo desconocido.
—Hija mía, el verdadero viaje apenas comienza. Cada lágrima, cada risa que compartiste con nosotros te han preparado para este momento. Recuerda siempre quién eres y lo que llevas en tu corazón.
Las palabras de su madre resonaron en su corazón como una dulce melodía. Ambas compartieron un instante en el que el tiempo pareció detenerse. En la intimidad de ese abrazo, la madre y la hija se comunicaban sin palabras, compartiendo recuerdos de risas, llantos y momentos de intimidad que solo ellas conocían.
—Mamá, no sé qué haría sin ti. Eres mi roca, mi inspiración. Prometo ser la mujer que siempre has querido que sea.
Victoria sonrió entre lágrimas, sintiendo cómo el amor entre ambas se intensificaba en ese instante.
—Y yo prometo estar siempre aquí para ti, sin importar la distancia o las circunstancias. Eres mi vida, mi todo.Victoria miró a su hija con una mezcla de orgullo y tristeza.
—Siempre he admirado tu fuerza, mamá. Y aunque estoy nerviosa, quiero honrarte y ser la mujer que tú deseas que sea.
Victoria sonrió, sintiendo que su propia historia resonaba en la de Isabella.
—Hija, siempre quiero que navegues por tu propia vida. Yo estaré aquí para guiarte, pero tú eres la que lleva el timón.
—Ve con confianza, querida. Este es tu momento para brillar.
Isabella secó sus lágrimas y asintió, sintiendo la calidez del amor de su madre envolviéndola como un abrazo.
—Mamá —dijo con determinación—, siempre llevaré conmigo tus enseñanzas y tu amor. Gracias por ser la mejor madre del mundo.
Victoria sonrió mientras veía a su hija dar un paso hacia el futuro.
—Y yo siempre estaré aquí esperándote, mi amor.
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Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De Inglaterra
RomanceEn los salones dorados del Palacio de Buckingham, donde las sombras esconden intrigas y los retratos de antiguos monarcas observan en silencio, se forja una historia prohibida. La princesa Isabella, cuarta en línea de sucesión al trono de Inglaterra...