El comienzo de un nuevo capítulo

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El ronroneo del motor del auto, abriéndose paso entre los últimos vestigios del bosque hacia la carretera principal, se mezclaba con la música suave que salía de la radio. Aparentemente, todo volvía a la normalidad: el fin de semana idílico en la cabaña junto al lago llegaba a su fin, la rutina los reclamaba con sutiles recordatorios. Sin embargo, una corriente invisible, un cambio sísmico en sus corazones, había tenido lugar.

Vladimir, con su mano descansando sobre la de Isabella en la consola central, la observaba de reojo. Notaba su silencio, una mezcla de ensimismamiento y una nueva serenidad que la envolvía como una segunda piel. Ella, a su vez, contemplaba el paisaje que desfilaba a través de la ventanilla, pero su mente estaba muy lejos, recreando cada instante, cada caricia, cada promesa susurrada bajo la luz de la luna.

-Isabella... -dijo Vladimir, rompiendo el silencio con una suavidad inusual en su voz, como si temiera perturbar la burbuja de complicidad que los envolvía-. Hay algo que quiero decirte.

Ella giró la cabeza, encontrándose con la mirada profunda de él, esa mirada que tenía la capacidad de desarmarla por completo. -¿Qué ocurre, Vladimir? -preguntó, con un deje de expectación en la voz.

-He estado pensando... -comenzó a decir él, buscando las palabras adecuadas- en nuestro futuro. En nuestro hogar.

Isabella sintió una punzada en el pecho. ¿Acaso se refería a... ?

-El hogar que compartiremos -continuó Vladimir, como si le hubiera leído el pensamiento-, cuando llegue el momento. No quiero que sea una decisión apresurada, ni que te sientas presionada. Pero... -añadió, con una sonrisa cargada de ternura- me gustaría que empezaras a buscar la casa de tus sueños.

-¿La casa... de mis sueños? -repitió ella, sin poder evitar que la sorpresa se reflejara en su voz.

-Así es -confirmó Vladimir-. Un lugar donde ambos nos sintamos cómodos, rodeados de nuestros seres queridos. Una casa grande, por supuesto, con espacio para mis hijos y nietos, y para los hijos que vengan después. Un hogar, Isabella, un verdadero hogar.

Las palabras de Vladimir resonaron en el corazón de Isabella como una melodía antigua, despertando emociones profundas, anhelos que ella misma desconocía. La idea de buscar una casa juntos, de construir un nido de amor para su familia... Era un sueño hecho realidad, un testimonio palpable del amor que los unía.

-Vladimir, yo... -comenzó a decir, pero las palabras se atascaron en su garganta. La emoción la embargaba, haciéndole un nudo en la garganta.

-No digas nada -la interrumpió él, adivinando sus sentimientos-. Tómate tu tiempo. Busca, recorre, sueña... Y cuando hayas encontrado el lugar perfecto, me lo dices. El resto, ya me encargaré yo.

Isabella asintió, sin poder articular palabra. Las lágrimas amenazaban con desbordarse de sus ojos, pero ella las contuvo con firmeza. Este no era el momento de llorar, sino de celebrar.

El resto del viaje transcurrió en un cómodo silencio, lleno de promesas tácitas y sueños compartidos. Al llegar a Moscú, Vladimir detuvo el auto frente al apartamento de Isabella.

-Gracias por traerme -dijo ella, desabrochando el cinturón de seguridad y volviéndose hacia él.

-Fue un placer, como siempre -respondió él, con una sonrisa-. Y no te olvides de lo que te dije, ¿de acuerdo? Busca esa casa, Isabella. La casa de nuestros sueños.

-Lo haré -prometió ella, con una sonrisa radiante-. Y cuando la encuentre... nos casaremos lo antes posible.

Un brillo especial iluminó la mirada de Vladimir. Se inclinó hacia ella y la besó con ternura, un beso cargado de amor y promesas de un futuro compartido.

-Te amo, Isabella -susurró contra sus labios.

-Y yo a ti, Vladimir -respondió ella, con el corazón rebosante de felicidad.

Y mientras lo veía alejarse en el auto oficial, en dirección a la imponente silueta de Novo-Ogaryovo, Isabella supo que su vida había dado un giro de ciento ochenta grados. Ya no era solo la doctora Isabella, la novia del presidente. Era mucho más que eso. Era la futura señora de ... Bueno, eso aún estaba por verse. Pero una cosa era segura: la casa de sus sueños la estaba esperando. Y ella estaba decidida a encontrarla.

**Los Pensamientos de Isabella**

Su pequeño apartamento nunca le había parecido tan... pequeño. Las paredes parecían acercarse, ahogándola con su familiaridad. Al cerrar la puerta, dejó caer las llaves sobre la mesita de entrada y se apoyó en la madera, cerrando los ojos por un instante. "La casa de nuestros sueños", resonaban las palabras de Vladimir en su cabeza. Una sonrisa se dibujó en sus labios.

Sentía una oleada de energía, una mezcla de emoción y un toque de vértigo. Era una mujer práctica, acostumbrada a tomar decisiones racionales, a sopesar pros y contras. Y sin embargo, la idea de buscar una casa, no una cualquiera, sino la que albergaría su futuro con Vladimir, la embargaba de una ilusión casi infantil. Se imaginaba la cocina, llena de luz, con espacio suficiente para cocinar juntos, riendo mientras probaban nuevas recetas. Un gran comedor, donde la mesa se extendería para acoger a sus hijos, a los de él, a sus nietos...

Y luego, por supuesto, estaba el dormitorio principal... Su santuario. Se imaginó una cama enorme, con sábanas de lino suave, donde despertar cada mañana entre sus brazos, bañados por la luz del sol...

**Los Pensamientos de Vladimir**

La soledad de Novo-Ogaryovo nunca se había sentido tan opresiva. Las habitaciones, a pesar de su magnificencia, parecían despedir un frío ancestral, un eco de poder y deberes, pero no de hogar. Dejó caer la chaqueta sobre un sillón y aflojó el nudo de la corbata con un suspiro de cansancio. "Un verdadero hogar", se dijo a sí mismo, recordando las palabras que le había dicho a Isabella.

La idea de un futuro junto a ella, en un espacio que no estuviera impregnado del peso de la política, lo llenaba de esperanza. Se imaginó un porche con vistas a un jardín, donde pudiera sentarse a leer el periódico mientras ella cuidaba de sus flores, o jugaba con los niños. Un lugar donde sus hijos, de todas las edades, pudieran reunirse, reír y crear nuevos recuerdos.

Sí, era hora de dejar el pasado atrás y construir un nuevo futuro. Un futuro con Isabella como protagonista. Un futuro lleno de amor, risas y la calidez de un verdadero hogar.

Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De InglaterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora