Vladimir, con la imagen de una familia unida grabada en su mente, decidió hablar primero con Lyudmila y sus hijas mayores. Las invitó a un almuerzo en Novo-orgaryovo la residencia presidencial oficial.
- "Las he reunido aquí porque quiero pedirles su opinión sobre algo importante para mí", comenzó, su voz transmitiendo una seriedad inusual.
Las mujeres lo miraron con atención, intuían que se trataba de algo más que una simple reunión familiar.
- "He estado pensando mucho en cómo pasar más tiempo con ustedes, con mis nietos...", continuó, su mirada se posó un instante en cada una. "Y se le ha ocurrido a Isabella que, quizás, podrían venir a vivir a las casas de huéspedes. Así estaríamos más cerca, podríamos vernos con más frecuencia... Ustedes podrían vivir en unas de las casas de huespedes, que de pequeña solo tienen el nombre, decorarla a su manera...".
Sus hijas intercambiaron miradas de sorpresa. La propuesta era inesperada, pero no desagradable. Ambas echaban de menos la presencia paterna en sus vidas, y la posibilidad de compartir más tiempo con él, con sus familias, les resultaba tentadora.
- "Papá, es una idea genial", dijo Katerina, con una sonrisa. "Siempre me ha encantado esa casa con vistas al jardín".
- "A mí también me parece bien", añadió Maria. "Así los niños podrían jugar juntos".
Lyudmila, por su parte, se mantenía en silencio, observando a Vladimir con una mezcla de curiosidad y cautela.
- "Lyudmila, tú también eres parte importante de esta familia", dijo Vladimir, dirigiéndose a ella con calidez. "Me gustaría que pudieras disfrutar más de tus hijas y tus nietos. Podrías elegir una de las casas para ti, o si prefieres algo más de intimidad, te ayudaría a encontrar una casa cerca".
Lyudmila sintió que una cálida corriente de emoción la recorría. A pesar de que su matrimonio con Vladimir no había funcionado, siempre había deseado mantener una buena relación con él, especialmente por el bien de sus hijas.
- "Gracias, Vladimir", respondió con sinceridad. "Es un gesto muy bonito por tu parte. Me lo pensaré con calma, pero la idea de estar más cerca de todos me agrada".
Con el consenso de su ex esposa y sus hijas mayores, Vladimir se sentía más seguro y optimista. Se despidió de ellas con un beso en la mejilla y la promesa de volver a reunirse pronto para concretar los detalles.
Esa misma tarde, Vladimir buscó a su hija Luiza, de diecinueve años. La encontró en la biblioteca de su casa, inmersa en un libro de historia, una de sus pasiones compartidas.
- "Luiza, cariño, ¿tienes un momento?", preguntó Vladimir con una sonrisa.
Luiza levantó la vista del libro - "Claro, papá, ¿qué pasa?"
- "Quería saber... ¿qué te parecería venir a vivir conmigo?", preguntó Vladimir, tratando de transmitir tranquilidad a pesar de los nervios que sentía.
Los ojos de Luiza se abrieron de par en par, su rostro se iluminó con una sonrisa radiante.
- "¿De verdad, papá?", preguntó con emoción. "¿Podría vivir contigo y con Isabella?"
- "Por supuesto, mi amor", respondió Vladimir, sintiendo que un nudo de tensión se deshacía en su pecho. "Seríamos una gran familia".
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Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De Inglaterra
Roman d'amourEn los salones dorados del Palacio de Buckingham, donde las sombras esconden intrigas y los retratos de antiguos monarcas observan en silencio, se forja una historia prohibida. La princesa Isabella, cuarta en línea de sucesión al trono de Inglaterra...