La Cuenta Regresiva

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La noche era un susurro de paz, el eco del palacio se encontraba en una calma tensa y plena, y el cielo, adornado con estrellas brillantes, parecía contemplar el día que se acercaba. El Príncipe Carlos había salido de la habitación de Isabella, su corazón luchando entre el orgullo y la melancolía. Era la víspera de la boda de su hija, un acontecimiento lleno de alegría y, sin embargo, cargado de un sentimiento agridulce. Cada paso que daba por los pasillos del palacio llevaba consigo el peso de momentos compartidos, de risas y lágrimas, y de las dificultades pasadas que moldearon su relación.

Isabella y su séquito de mujeres llegaron a Clarence House estaba impregnada de una mezcla de emoción y anticipación. La majestuosa residencia, con sus elegantes jardines y salones, ofrecía el entorno perfecto para lo que sería un día memorable: la boda de Isabella y Vladimir. Las luces suaves que iluminaban las ventanas realzaban la calidez del lugar, invitando a todas a dejar atrás las preocupaciones y disfrutar de la compañía mutua.

Al cruzar el umbral, cada una de las mujeres sintió cómo un aire de magia llenaba el espacio. María, Katerina y Luiza, las hijas de Vladimir, se miraron entre sí, sus rostros iluminados por una felicidad contagiosa. "¡No puedo creer que finalmente estemos aquí!", exclamó Katerina mientras tomaba el brazo de Luiza, quien parecía aún procesar la idea de que su papa se casaría al día siguiente.

Victoria Ruffo, siempre tan elegante y carismática, sonrió y dijo: "Este lugar es espectacular. No hay mejor manera de prepárarnos para el gran día que en un sitio como este."

Diana, la madre de Isabella, observó la escena con una sonrisa. Había planeado cada detalle "Recuerden, mañana es un día de celebración, pero también queremos que todo sea perfecto. Así que ahora, a descansar", dijo con un aire de autoridad cariñosa.

Con eso, cada mujer se dirigió a su habitación. Clarence House ofrecía habitaciones elegantes y confortables. Isabella se sintió afortunada al entrar en la suya, decorada con tonos suaves y mobiliario clásico. Al cerrar la puerta, sintió que el bullicio del día había desaparecido, dejándola con sus pensamientos.

Mientras deshacía su maleta, Isabella no podía dejar de pensar en cómo había llegado hasta aquí. De niña soñadora, siempre había imaginado su boda, pero ahora que estaba a punto de dar ese gran pasó, todo se sentía más real que nunca. Se sentó en el borde de la cama, mirando por la ventana hacia el jardín iluminado, donde las estrellas titilaban con una intensidad que parecía alentarla.

Sin embargo, la tranquilidad fue interrumpida por el suave golpe en la puerta. Era Diana, quien asomó la cabeza antes de entrar. "Hija, ¿todo bien?" preguntó, sentándose a su lado. Isabella asintió, sonriendo, "Solo estoy un poco nerviosa", confesó Isabella. "Mañana será uno de los días más importantes de mi vida."

Diana tomó su mano y la apretó suavemente. "Es natural sentirte así. Pero recuerda, no estás sola. Estaré aquí contigo, y también todas las mujeres que te aman. Esta noche es solo un paso hacia lo que viene. Disfruta los momentos".

Luego, Diana se levantó, dejando a Isabella sumida en sus pensamientos. La noche era joven, y aunque el día siguiente prometía ser ajetreado, Isabella decidió que un momento de tranquilidad era justo lo que necesitaba.

Mientras todo esto sucedía, las otras mujeres también se organizaban en sus habitaciones.

Alrededor de la casa, las luces se atenuaron y el murmullo de las risas se fue convirtiendo en ecos lejanos. La noche, finalmente, ofreció un respiro de calma.

Con cada parpadeo, dejaban atrás los miedos y abrazaban la esperanza que el mañana traería.

Mientras tanto, Victoria Ruffo se encontraba en su habitación, incapaz de conciliar el sueño. La idea de que su hija de corazón, Isabella, se casaría al día siguiente la mantenía en un estado de vigilia. Era un acontecimiento tan monumental que sus pensamientos revoloteaban incesantemente en su mente. Recordaba aquellos primeros días con Isabella, cuando era solo una niña pequeña y vulnerable, y cómo rápidamente había crecido hasta convertirse en una mujer fuerte y admirable.

Amor Diplomático: Vladimir Putin Y La Princesa De InglaterraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora