A pesar de la música alta y las risas que llenaban la discoteca, sentí el peso de la mirada de Olivia sobre mí, como si pudiera ver a través de la fachada que había intentado construir. El bullicio seguía a nuestro alrededor, pero para mí todo se desvanecía en el fondo, dejando solo el murmullo persistente de mis propios pensamientos. Traté de mantener la sonrisa, de seguir adelante como si todo estuviera bien, pero sabía que Olivia no era fácil de engañar.
—Ona —insistió, esta vez con más suavidad, acercándose un poco más para que solo yo pudiera escucharla—. Sé que algo te pasa. Si no quieres hablar aquí, podemos salir un rato y charlar. ¿Qué te parece?
Mi corazón dio un vuelco al escuchar su propuesta. Sabía que debería decir que no, que no estaba lista para enfrentar mis emociones, y mucho menos para hablar de ellas. Pero al mismo tiempo, la idea de estar a solas con Olivia, incluso si era para abordar algo tan difícil, me resultaba imposible de rechazar. Había algo en su tono, en la forma en que me miraba, que me hacía imposible negarle nada.
Dudé, mirando brevemente a nuestras amigas, que seguían riendo y conversando entre ellas, completamente ajenas a lo que ocurría entre Olivia y yo. Volví mi mirada a Olivia, encontrando sus ojos llenos de preocupación y paciencia. Respiré hondo y asentí, aunque una parte de mí temblaba ante lo que podría venir después.
—Está bien —respondí finalmente, mi voz más débil de lo que hubiera querido—. Vamos afuera.
Olivia me dedicó una pequeña sonrisa de alivio y tomó mi mano, tirando de mí con suavidad mientras nos abríamos paso entre la multitud. Sentir su mano en la mía me trajo una mezcla de consuelo y dolor, pero me aferré a ese momento, a la sensación de cercanía que sabía que duraría poco.
Salimos de la discoteca, y el aire nocturno nos envolvió con su frescura. Afuera, el ruido era un eco lejano, y las luces de la calle parpadeaban suavemente. Olivia me soltó la mano solo para cruzar los brazos, protegiéndose del frío mientras me miraba de nuevo, esta vez con una seriedad que no había mostrado antes.
—Dime que pasa —dijo, su voz cargada de una dulzura que solo hacía más difícil el contener mis emociones—. No eres tú misma esta noche, y me preocupa.
La calidez en su tono me desarmó por completo. Por un instante, pensé en inventar una excusa, algo trivial que la tranquilizara, pero al verla ahí, mirándome con tanta atención, supe que no podía mentirle. Al menos, no del todo.
—No es nada, de verdad... —empecé a decir, pero mi voz se quebró al intentar restarle importancia. Olivia no apartó la mirada, esperando pacientemente a que continuara.
El aire nocturno se sentía denso a pesar de la frescura, cargado con las palabras no dichas que flotaban entre nosotras. Olivia seguía mirándome con esa mezcla de preocupación y cariño que siempre me había hecho sentir tan cercana a ella, pero que ahora parecía amplificar el nudo en mi pecho. Sabía que tenía que decir algo, que no podía quedarme callada con todo lo que sentía, pero también temía lo que vendría después. Respiré hondo, buscando el valor en algún rincón de mi ser.
—Bueno... hay algo que quiero decirte —empecé, con la voz temblorosa pero decidida a continuar—. Últimamente, hay una chica que me ha hecho sentir cosas que no había sentido antes. Me gusta mucho, pero no estoy segura de si ella siente lo mismo.
Olivia me escuchó con atención, su rostro suave y abierto. La preocupación en sus ojos se fue desvaneciendo, reemplazada por una cálida sonrisa. Parecía aliviada de que estuviera hablando de algo, y no podía imaginar el peso de mis palabras.
—Ona, no tengas miedo —dijo con ese tono tranquilizador que siempre sabía usar en los momentos difíciles—. Si de verdad te gusta, deberías lanzarte. A veces, las cosas salen mejor de lo que esperamos.
Sus palabras resonaron en mi mente, y por un segundo, pensé en dejarlo ahí, en no arriesgar nada más. Pero la forma en que me sonreía, la confianza que depositaba en mí, hizo que algo dentro de mí se desbordara. Todo lo que había intentado reprimir, todo el cariño que sentía por ella, parecía exigir salir a la superficie en ese instante.
Olivia me miraba con esa dulzura que me hacía sentir tan segura y a la vez tan vulnerable. Dudé solo un par de segundos, con el corazón latiendo furiosamente en mi pecho. Pero en lugar de hablar, de seguir ocultándome tras las palabras, me incliné hacia ella, movida por un impulso incontrolable.
Antes de poder racionalizar lo que estaba haciendo, mis labios rozaron los suyos. Fue un beso suave, temeroso, como una pregunta que no quería ser respondida. Cerré los ojos, intentando alargar ese momento, aferrándome a la esperanza de que, tal vez, ella podría sentir lo mismo.
Pero el tiempo pareció detenerse mientras Olivia se quedaba quieta, sin corresponder. Pude sentir su sorpresa, su confusión, y cuando me aparté, supe de inmediato que algo había cambiado para siempre.
Abrí los ojos lentamente, solo para encontrar los suyos, muy abiertos, llenos de asombro y de algo más: un suave pero inconfundible destello de tristeza. Olivia dio un paso atrás con mucho cuidado, como si temiera romper algo frágil entre nosotras. Levantó una mano, no para apartarme, sino como un gesto de consuelo, de delicadeza.
—Ona... —su voz era apenas un susurro, y pude notar el esfuerzo que hacía para encontrar las palabras adecuadas—. Lo siento muchísimo, de verdad. No quería que esto ocurriera, no de esta manera...
Me quedé inmóvil, sintiendo cómo la realidad se desmoronaba a mi alrededor. Sabía lo que venía, pero eso no hizo que doliera menos.
—Eres una persona increíble, y te quiero muchísimo —continuó, con su voz quebrada por la sinceridad y el cuidado—. Pero no de esa manera, Ona. No siento lo mismo.
Cada palabra cayó sobre mí como un peso abrumador, pero no había rastro de rechazo en su voz, solo una infinita tristeza por el dolor que estaba a punto de causarme. Miré hacia abajo, intentando contener las lágrimas que empezaban a nublar mi vista. Había arriesgado todo y, como temía, había perdido.
—Está bien —murmuré, sin poder mirarla a los ojos—. No te preocupes.
Olivia dio un paso más hacia mí, dudando si debía abrazarme o no, pero al final dejó caer la mano con un suspiro cargado de emoción.
—No quiero perderte como amiga, Ona. Eres muy importante para mí —dijo con voz suave, como si temiera que sus palabras pudieran romper algo irreparable.
Asentí lentamente, aún sin poder mirarla. Me esforcé por mantener la compostura, por no dejar que el dolor inundara el espacio entre nosotras, pero sabía que nada volvería a ser igual. Lo que más temía había ocurrido, y ahora debía enfrentar las consecuencias.
—Lo sé, y yo también quiero que sigamos siendo amigas —respondí con un hilo de voz, forzando una sonrisa que no llegó a mis ojos.
Olivia me miró, sin saber qué más decir, sin saber cómo aliviar el dolor que había entre nosotras. Al final, ambas nos quedamos en silencio, la noche envolviéndonos en un abrazo incómodo y lleno de incertidumbre. La discoteca seguía brillando detrás de nosotras, llena de vida y de energía, pero en ese momento, todo se sentía distante, ajeno.
Finalmente, Olivia rompió el silencio.
—Deberíamos volver con las chicas. No quiero que estén preocupadas —dijo con suavidad, intentando ofrecer una salida, una manera de seguir adelante sin perderlo todo.
Asentí de nuevo, sabiendo que ella tenía razón. Pero mientras caminábamos de regreso, lado a lado pero con una nueva distancia entre nosotras, no pude evitar sentir que algo esencial se había roto. Y aunque ambas intentáramos actuar como si todo estuviera bien, sabía que nada volvería a ser lo mismo.
____El primer beso puede ser siempre perfecto😔
Lo pillada que tiene que estar para conformarse con ser solo su amiga🥹

ESTÁS LEYENDO
𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞
DiversosOlivia, una joven con grandes sueños de convertirse en una estrella de la música, trabaja duro en sus estudios y en sus presentaciones locales, pero siempre siente que su sueño está a años luz de hacerse realidad. Un día, conoce a Ona, una talentosa...