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El tiempo tiene una manera curiosa de moverse, a veces tan rápido que apenas te das cuenta de lo que ha pasado, y otras veces, se arrastra, como si cada segundo se estirara en la eternidad. Mirando hacia atrás, me parece increíble que hayan pasado ya tantos años desde que Olivia me pidió que fuera su novia. Recuerdo ese día con una claridad que aún me sorprende, como si estuviera grabado en mi memoria con tinta indeleble.

El mundo pareció detenerse por un momento, y luego, todo se desbordó en una ola de emociones cuando le dije que sí. Desde ese día, nuestras vidas han sido un torbellino de experiencias, desafíos y, sobre todo, de amor. Un amor que, lejos de desvanecerse con el tiempo, ha crecido y se ha fortalecido, convirtiéndose en el pilar central de nuestras vidas.

Ahora, después de tantos años juntas, vivimos en un acogedor apartamento en el corazón de la ciudad. Es nuestro refugio, un lugar lleno de recuerdos, risas y momentos que hemos atesorado a lo largo de los años. Aunque no es muy lujoso, cada rincón tiene un pedazo de nuestra historia. Las paredes están decoradas con fotos de nuestros viajes, noches de conciertos, y momentos simples pero significativos que han marcado nuestro camino juntas. Una estantería llena de libros y discos que hemos acumulado a lo largo de los años domina una pared del salón, y en la cocina, las notas adhesivas con pequeños mensajes de amor que nos dejamos siguen pegadas en la nevera, un recordatorio constante de que, a pesar de nuestras ocupadas vidas, siempre encontramos tiempo para pensar en la otra.

Sin embargo, a pesar de lo felices que somos juntas, hemos llegado a la conclusión de que no nos casaremos ni tendremos hijos. No es que no lo deseemos, pero la vida que hemos elegido, las carreras que hemos construido, simplemente no nos permiten hacerlo. Hemos hablado de ello en múltiples ocasiones, en esas noches largas en las que, después de un día agotador, nos tumbamos en la cama y hablamos sobre nuestros sueños, nuestras aspiraciones, y sobre lo que realmente queremos para nuestro futuro. Aunque la idea de un anillo en el dedo o de escuchar risas infantiles en casa suena atractiva, sabemos que no es algo que podamos integrar en nuestras vidas en este momento.

La carrera de Olivia ha alcanzado un nivel que ninguna de las dos habría imaginado cuando comenzó. Su grupo, que empezó tocando en pequeños bares y locales de la ciudad, ha crecido hasta convertirse en una de las bandas más populares del país. Hace unos años, su música empezó a resonar no solo en las radios locales, sino en todo el país. Las giras que solían ser por pequeños pueblos y ciudades cercanas, ahora se han expandido a todo el territorio nacional. De un día para otro, parecía que todo el mundo hablaba de ellos, de su energía en el escenario, de sus letras que hablaban de amor, de lucha, de esperanza. Olivia, con su voz única,su presencia magnética, se ha convertido en el rostro visible del grupo y siempre acompañada de su guitarra, había conseguido que su fama hubiese crecido a pasos agigantados.

Las giras han cambiado nuestras vidas de una manera que no habíamos anticipado. Ahora, hay semanas en las que Olivia está fuera de casa, recorriendo el país, llenando estadios y teatros con su música. El público la adora, y cada noche, cuando sube al escenario, se entrega por completo, dejando todo de sí misma en cada canción. Es su pasión, su vida, y la energía que recibe del público la alimenta de una manera que pocas cosas pueden hacerlo.

Pero esa misma pasión también significa que hay días, incluso semanas, en las que no está en casa. Y cuando se va, la casa se siente un poco más vacía, un poco más silenciosa. Al principio, me costó acostumbrarme a su ausencia. Había noches en las que me quedaba despierta hasta tarde, esperando una llamada, un mensaje, algo que me hiciera sentir que no estaba tan lejos. Pero con el tiempo, aprendí a aceptar esa parte de nuestra vida. No es fácil, pero sé que es lo que ella necesita para ser feliz, y su felicidad es lo más importante para mí.

Mi propia carrera también me mantiene ocupada. Mi trabajo me apasiona y me consume de una manera que me hace sentir realizada. Hay semanas en las que ambas estamos lejos de casa, cada una en un rincón diferente del país, persiguiendo nuestros sueños. Esas semanas son las más difíciles, porque la distancia se siente como un abismo, una ausencia que a veces duele más de lo que quisiéramos admitir.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora