XIV

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El partido había sido intenso, pero al final logramos una victoria bien merecida. Mis compañeras y yo estábamos eufóricas, celebrando en el vestuario con risas y abrazos. El ambiente estaba cargado de energía positiva, y las bromas sobre la sudadera de Olivia se habían desvanecido en la emoción del triunfo. Me sentía cansada, pero feliz, con la adrenalina aún corriendo por mis venas.

Después de la ducha, me dejé caer en un banco del vestuario, todavía saboreando la victoria. Mientras las chicas seguían celebrando a mi alrededor, saqué mi móvil de la mochila, más por costumbre que por otra cosa. Tenía algunas notificaciones, pero una en particular llamó mi atención: un mensaje de Olivia.

Al abrirlo, una sonrisa se dibujó en mi rostro casi de inmediato, era un mensaje felicitandome por la victoria.

Era un mensaje simple, pero había algo en él que me hizo sentir un calor especial en el pecho. Mi sonrisa se ensanchó mientras releía sus palabras. Casi podía imaginarla diciendo eso, con su tono alegre y ese brillo en los ojos que siempre me hacía sentir tan cómoda. Sin darme cuenta, me quedé mirando la pantalla, con una expresión suave y tonta en el rostro.

Fue entonces cuando me di cuenta de lo que estaba haciendo. Me había quedado embobada sonriendo solo por un mensaje suyo, y ese cosquilleo en el estómago que había sentido antes, volvió a intensificarse. Bajé el móvil lentamente, como si eso pudiera frenar el torrente de pensamientos que empezaba a llenar mi mente.

¿Por qué me hacía sentir así? ¿Por qué su felicitación, algo tan sencillo, había tenido un impacto tan grande en mí? No era la primera vez que Olivia me mandaba mensajes de ánimo, pero hoy se sentía diferente. Como si su aprobación y sus palabras significaran más de lo que deberían.

Mientras me ponía los zapatos, traté de enfocarme en la emoción de la victoria, pero mi mente volvía una y otra vez a la sonrisa que me había provocado su mensaje. Y con esa sonrisa, también volvieron las preguntas que había empezado a evitar. ¿Estaba sintiendo algo más por Olivia? Mis amigas habían bromeado con la idea, pero ¿y si había algo de verdad en sus palabras? El cariño que sentía por ella, ¿era solo el de una amistad cercana, o había empezado a transformarse en algo más profundo, algo más complejo?

No podía negar lo que estaba pasando dentro de mí. Cada gesto, cada palabra de Olivia últimamente parecía resonar más de lo habitual, como si mi corazón estuviera intentando decirme algo que mi mente aún no había querido aceptar del todo. ¿Era posible que estuviera empezando a pillarme de ella? La idea me asustaba y me emocionaba al mismo tiempo. No quería arruinar nuestra amistad, pero tampoco podía seguir ignorando esos sentimientos que comenzaban a brotar.

Guardé el móvil y me uní de nuevo a la celebración con las chicas, aunque mi mente seguía atrapada en ese mensaje, en esa sonrisa que no podía borrar. Quizás había llegado el momento de enfrentar lo que realmente sentía por Olivia, antes de que esos sentimientos crecieran aún más.

Había algo en esas pocas palabras que me había dejado una calidez especial, como si su felicitación contuviera mucho más de lo que se podía leer. Sin embargo, traté de apartar esos pensamientos y centrarme en el momento. Habíamos ganado, y era un triunfo merecido.

El vestuario estaba lleno de risas y conversaciones animadas, pero justo cuando intentaba sumergirme en el ambiente, sentí que el móvil volvía a vibrar en la mochila. Mi corazón dio un pequeño brinco, casi por instinto. Sin pensarlo, lo saqué rápidamente, esperando que fuera otro mensaje de Olivia. Había algo en esa idea que me emocionaba, como si su atención, por mínima que fuera, tuviera un poder especial sobre mi estado de ánimo.

Cuando desbloqueé la pantalla y vi su nombre, una sonrisa involuntaria se dibujó en mi rostro. Sin embargo, al leer el mensaje, esa sonrisa se desvaneció ligeramente, reemplazada por una sensación de decepción que no esperaba sentir.

El mensaje decía que por hoy ya no podría hablar más conmigo, no especificó el porqué pero si me dijo que me avisaba para que yo no pensase que pasaba algo y que no me contestaba por algo en concreto.

Mis ojos recorrieron esas palabras un par de veces, como si al hacerlo pudiera cambiar lo que decían. Sabía que no era nada grave, solo un aviso, pero no pude evitar sentir una pequeña punzada en el pecho. Olivia y yo hablábamos casi todos los días, y aunque nuestras charlas podían ser sobre cualquier cosa, desde temas profundos hasta tonterías sin importancia, eran una constante que había llegado a significar mucho para mí.

Cerrar esa puerta por un día no debería ser algo relevante, pero en ese momento me di cuenta de cuánto esperaba esas conversaciones, de cómo se habían vuelto una parte esencial de mi rutina. Olivia tenía una manera de hacerme sentir comprendida, de iluminar cualquier momento, por muy gris que fuera. El hecho de que no pudiéramos hablar hoy, aunque solo fuera por unas horas, me dejó con una sensación de vacío inesperado.

Volví a guardar el móvil, esta vez con menos entusiasmo, y traté de disimular la decepción que sentía. Mis amigas seguían charlando y riendo a mi alrededor, pero ahora me costaba un poco más unirme a ellas con la misma energía. Me forzaba a sonreír y a seguir el ritmo de la celebración, pero una parte de mí se había desconectado, atrapada en esa pequeña decepción.

Mientras las chicas hablaban sobre el próximo partido y hacían planes para la noche, no podía dejar de pensar en por qué me afectaba tanto que Olivia no pudiera hablar conmigo. Después de todo, era algo tan simple, y sin embargo, parecía que esa conexión que habíamos desarrollado tenía un peso mucho mayor de lo que me había dado cuenta. Las palabras de mis compañeras se mezclaban con mis pensamientos, pero en el fondo solo podía concentrarme en lo que significaba ese pequeño mensaje.

Había estado esperando poder hablar con Olivia después del partido, compartir la emoción de la victoria y, tal vez, disfrutar de esa conexión especial que estaba empezando a notar cada vez más. Pero ahora, con ese mensaje, me daba cuenta de que esas conversaciones no eran solo algo agradable; eran algo que había empezado a necesitar, a desear de una manera que no había querido admitir del todo.

Intenté distraerme, concentrarme en las risas y en la energía positiva del vestuario, pero la verdad era que mi ánimo había decaído un poco. No podía ignorar la decepción que sentía ni el hecho de que, sin darme cuenta, había empezado a depender de esas interacciones con Olivia. Cada día, sus mensajes, su presencia, me hacían sentir más conectada, más comprendida. Y ahora, la idea de no tener eso, aunque solo fuera por un día, me dejaba con una especie de vacío.

Mientras mis compañeras seguían bromeando y planeando, me quedé en silencio, reflexionando sobre lo que significaba todo esto. Era evidente que mis sentimientos por Olivia estaban cambiando, evolucionando hacia algo más profundo de lo que había querido admitir. No era solo una amistad, no si su ausencia, por breve que fuera, podía afectarme tanto. Quizás había llegado el momento de aceptar lo que estaba sucediendo dentro de mí, de enfrentar esos sentimientos antes de que se volvieran demasiado grandes para ignorarlos.

Suspiré y me uní a la conversación de las chicas, intentando apartar esos pensamientos, aunque sabía que estarían ahí, esperándome. En el fondo, no podía evitar sentirme un poco perdida sin Olivia, sin esa presencia que había llegado a significar tanto para mí en tan poco tiempo, Y mientras las horas avanzaban, supe que ese vacío no se llenaría hasta que pudiera hablar con ella de nuevo.
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Alguien ha caído fuerte fuerte

¿Porque Olivia no podrá hablar con ella durante el día?

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora