Olivia
Salimos del escenario entre risas y palmaditas en la espalda. Los chicos del grupo estaban emocionados, eufóricos por cómo había salido todo. Me decían que la nueva canción había sido un éxito, que el público había reaccionado genial, pero no podía concentrarme en sus palabras. Mi mente estaba en otra parte, atrapada en un torbellino de pensamientos que no me dejaban respirar.
Había cantado la canción. Había volcado todo lo que sentía en esas palabras, en esa melodía. Había expuesto mi corazón delante de todo el mundo, pero en realidad, solo me importaba lo que una persona pensara. Ona. Cada verso, cada nota, había sido para ella, sobre ella. Y ahora no podía dejar de preguntarme si había hecho lo correcto o si lo había arruinado todo.
Cuando estábamos en el escenario, nuestros ojos se encontraron por un instante, y en ese momento sentí que algo indescriptible pasaba entre nosotras. Pero ahora, al recordar su mirada, no podía descifrar si había entendido lo que intentaba decirle con la canción o si solo la había confundido más. Y lo peor era que, en mi confusión, quizá había hecho algo que podría lastimarla más de lo que ya lo había hecho. La idea me revolvía el estómago.
Me alejé un poco del grupo, buscando algo de espacio. Sentía que me faltaba el aire, como si las paredes del club se estuvieran cerrando sobre mí. No quería que Ona malinterpretara la canción, no quería que pensara que jugaba con sus sentimientos o que la estaba utilizando para procesar mi propia confusión. Odiaba esta incertidumbre, este no saber qué es lo que realmente siento ni cómo manejarlo.
Miré hacia la mesa donde estaban sentadas nuestras amigas, buscándola instintivamente. Allí estaba, sonriendo levemente mientras charlaba con Sarah. De nuevo sentí ese nudo en el pecho, esa mezcla de miedo y anhelo que me había acompañado desde que todo esto comenzó. No podía soportar la idea de haberle hecho daño, de haber complicado las cosas aún más. Y sin embargo, no podía dejar de pensar en ella, en lo que sentía cada vez que estaba cerca, en cómo mi corazón latía más rápido cuando nuestras miradas se encontraban.
Pero cuanto más pensaba en todo esto, más me agobiaba. ¿Qué había hecho? ¿Por qué había tenido que cantar esa canción? ¿Por qué no pude mantener esos sentimientos encerrados donde no pudieran herir a nadie? Intenté calmarme, respirar hondo y tranquilizarme, pero las preguntas no dejaban de martillear en mi cabeza.
De repente, me sentí completamente abrumada por la situación. No quería estar así, no quería sentirme tan confundida. Todo esto estaba destruyéndome por dentro, y no sabía cómo salir de este laberinto en el que yo misma me había metido. Miré a Ona de nuevo, y sentí el peso de mis propias emociones ahogándome, haciéndome temer lo peor.
¿Qué debía hacer ahora? ¿Cómo podía arreglar esto sin seguir haciéndonos daño a ambas? Necesitaba respuestas, pero lo único que tenía eran más preguntas, y cada una de ellas me llenaba de más dudas, de más temor.
En ese momento, supe que tenía que hacer algo, que no podía seguir así. Pero también sabía que no sería fácil, porque lo que sentía por Ona no encajaba en ninguna categoría sencilla. Era algo profundo, algo que no podía etiquetar sin miedo a equivocarme. Y mientras seguía perdida en mis pensamientos, me di cuenta de que tenía que enfrentarme a esto, pero no tenía ni idea de cómo hacerlo sin perderla en el proceso.
Ona
Las luces del club brillaban en tonos cálidos mientras el ambiente volvía a su bullicio habitual. Los demás integrantes de la banda regresaron a la mesa con una energía electrizante, aún empapados en la euforia de la actuación. Sus risas y comentarios llenaron el aire, pero había una ausencia notable entre ellos: Olivia no estaba con ellos.

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𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞
RandomOlivia, una joven con grandes sueños de convertirse en una estrella de la música, trabaja duro en sus estudios y en sus presentaciones locales, pero siempre siente que su sueño está a años luz de hacerse realidad. Un día, conoce a Ona, una talentosa...