Después de unos momentos en los que me dejé envolver por el abrazo de Ona, me aparté con una disculpa murmurada y fui al baño. Necesitaba aclarar mi mente, y no había nada más reconfortante en ese instante que el agua fría en mi cara. Me mojé el rostro con la firmeza de quien intenta borrar una mancha persistente, dejando que el líquido deslizara por mis mejillas y limpiara las lágrimas que no quería mostrar. La frescura del agua me ayudó a centrarme, a recuperar un poco de compostura.
Cuando salí del baño, me encontré con Ona de pie cerca de mi guitarra, mirándola con curiosidad. Parecía que había estado tocando algunas cuerdas y examinando el instrumento, como si tratara de descifrar un enigma oculto.
-¿Que haces?-Pregunté mirándola.
Mi presencia la sorprendió, y la vi dar un pequeño salto, sobresaltada por mi regreso. No pude evitar reírme suavemente al ver su reacción inesperada, y eso hizo que Ona me mirara con una expresión de disculpa y algo de vergüenza.
—Lo siento, no quería asustarte —dije con una sonrisa ligera—. ¿Qué estás haciendo?
Ona se volvió hacia mí, tratando de ocultar su sorpresa con una sonrisa nerviosa.
-Solo me ha llamado la atención, te veo tanto con ella que quería conocerla-Dijo con humor y la risa que había contenido antes se desató un poco más, y me acerqué a ella.
-De pequeña les ponía hasta nombre-Dije con una sonrisa.
Ona se rió también, aunque su risa estaba teñida de una leve timidez, teniendo que en cualquier momento el ambiente pudiese cambiar.
-Si quieres, podrías tocar algo-Propuso tomando mí guitarra con un cuidado fascinante.
La idea me resultó agradable, una manera de distraerme y de hacer algo productivo, y además me permitió abrirme un poco sin tener que hablar directamente de lo que estaba ocurriendo. Ambas nos sentamos en la cama y me acomodé ajustándome el instrumento en las piernas.
—Está bien, intentaré algo sencillo —le dije—. Pero no prometo que sea bueno-Cuando dije eso ella rodó los ojos y aquel gesto me hizo reír un poco.
Empecé a tocar unos acordes suaves, sintiendo cómo la guitarra vibraba bajo mis dedos. La melodía no era complicada, pero me ayudaba a centrarme y a despejar la mente. Ona se sentó a mi lado, con los ojos fijos en las cuerdas que movía, escuchando atentamente. Mientras tocaba, sentí cómo la música se convertía en una especie de terapia para mí, un medio para expresar las emociones que aún no estaba lista para verbalizar, como siempre me había pasado.
Ona, mientras tanto, parecía completamente inmersa en la música, sus gestos relajados y su atención enfocada. El ambiente se llenó con los suaves acordes de la guitarra, y por un rato, la tensión y la angustia que había estado cargando se desvanecieron, aunque solo fuera momentáneamente.
Cuando terminé, miré a Ona y vi que tenía una sonrisa genuina en su rostro, una que aliviaba un poco el peso que llevaba sobre mis hombros.
—Gracias por hacerme tocar —le dije—. Me ha ayudado más de lo que crees.
Ona me miró con una expresión de aprecio y comprensión.
Nos quedamos allí un rato más, disfrutando de la tranquila compañía y de la música, mientras el tiempo pasaba lentamente. Aunque todavía no podía soltar todo el peso que llevaba, saber que Ona estaba allí, compartiendo un momento tan simple pero significativo, me daba una sensación de paz y de esperanza en medio de la tormenta que aún sentía en mi interior.
Ona
-¿Quieres probar?-Me preguntó quitándose la guitarra del regazo.
Cuando Olivia me ofreció la guitarra, sentí una mezcla de emoción y nerviosismo. Nunca había tocado un instrumento antes, y mucho menos uno tan imponente como una guitarra. Pero algo en la forma en que me la ofreció, con una sonrisa suave y un brillo en sus ojos, me hizo sentir que quería intentarlo, aunque no tuviera ni idea de qué hacer.
Tomé la guitarra con cuidado, sintiendo su peso en mis manos. Olivia se acomodó a mi lado en el sofá, su expresión cambiando ligeramente a una más concentrada y decidida. Me dijo que lo intentara, pero al ver mi incertidumbre, rápidamente tomó la iniciativa para guiarme.
—Aquí, deja que te ayude—dijo suavemente, acercándose un poco más.
Noté cómo sus manos se acercaban a las mías, moviéndose con cuidado, como si tuviera miedo de que pudiera romperme o salir corriendo si me tocaba. Pero cuando sus dedos se cerraron sobre los míos, sentí la calidez de su piel y cómo me guiaba con una delicadeza que me hizo relajarme. Colocó mis dedos en los trastes correctos, y con una pequeña sonrisa, me indicó que rasgueara las cuerdas.
—Intenta así —murmuró, sus ojos enfocados en mis manos mientras seguía ayudándome.
Al principio, las cuerdas vibraron de forma torpe bajo mis dedos, pero Olivia me corrigió con paciencia, reposicionando mis manos y mostrándome el movimiento adecuado. Sus dedos se movían con una fluidez que me asombró, y poco a poco, me fui concentrando en su voz y en la manera en que me guiaba, olvidándome de todo lo demás.
A medida que avanzábamos, noté cómo Olivia comenzaba a soltarse un poco más. Sus instrucciones se volvían más seguras, su voz más clara, y pude ver cómo se sumergía en la tarea de enseñarme. Había una serenidad en sus movimientos, una calma que no había visto en ella desde lo sucedido, y eso hizo que mi corazón se llenara de una sensación cálida.
Cada vez que nuestros ojos se encontraban, veía a la Olivia que conocía, a la Olivia que tanto quería. Esa Olivia que estaba apasionada por la música, que tenía una paciencia infinita para enseñar, que podía reírse de sus propios errores sin dejar que la afectaran. Esa Olivia que me hacía sonreír, sin importar cuán oscuro se volviera el día.
Finalmente, después de varios intentos, logré sacar un sonido decente de la guitarra, lo que provocó una risa suave de Olivia. Sentí cómo mis labios se curvaban en una sonrisa involuntaria al ver su expresión, llena de un orgullo modesto. Estaba volviendo a ser ella misma, al menos por un momento, y me di cuenta de lo mucho que había extrañado ver esa luz en sus ojos.
—Lo estás haciendo bien —me aseguró, sin dejar de sonreírme.
En ese instante, me di cuenta de lo mucho que significaba para mí verla así, cómo mi pecho se llenaba de una mezcla de alivio y cariño al ver que, poco a poco, estaba recuperando a la persona que tanto quería. La Olivia que me había robado el corazón, la Olivia que, incluso en sus momentos más oscuros, aún brillaba con una fuerza increíble.
—Gracias —murmuré, no solo por la lección de guitarra, sino por permitirme ver esa parte de ella otra vez.
Nos quedamos un rato más así, con la guitarra entre nosotras, hablando de música y de cualquier cosa que nos viniera a la mente. Con cada palabra, con cada acorde, sentía que estábamos volviendo a conectar, reconstruyendo lo que el miedo y el dolor habían tratado de romper. Ver a Olivia tan concentrada y apasionada, aunque fuera solo enseñándome a tocar unos acordes, me llenaba de esperanza.
Y en ese momento supe que no importaba cuánto tiempo le llevara, ni lo difícil que fuera, estaría allí, a su lado, ayudándola a encontrar su camino de vuelta a sí misma. Porque sabía que debajo de todo ese dolor y esa confusión, aún estaba la Olivia que quería, la Olivia que siempre estaría allí.
____Son adorables😭
Olivia se expresa mucho mejor cuando tiene música 🥲
ESTÁS LEYENDO
𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞
RandomOlivia, una joven con grandes sueños de convertirse en una estrella de la música, trabaja duro en sus estudios y en sus presentaciones locales, pero siempre siente que su sueño está a años luz de hacerse realidad. Un día, conoce a Ona, una talentosa...