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El día del partido llegó antes de lo que imaginaba. Mientras calentaba en el campo, sentía el aire cargado de emoción y tensión, algo que ya conocía bien, pero hoy era diferente. El estadio estaba lleno, la afición coreaba nuestros nombres, pero mi mente estaba en otra parte. No podía dejar de pensar en Olivia, en algún lugar del estadio, preparándose para su actuación.

Intenté concentrarme en los ejercicios, en la pelota, en las instrucciones del entrenador, pero cada vez que miraba hacia las gradas, mi corazón latía un poco más rápido. Sabía que Olivia estaba allí, probablemente en el palco, observando desde las alturas mientras el grupo se preparaba. Había dicho que no saldría a cantar el himno, y me lo había prometido con esa sonrisa cómplice que tanto me gustaba, pero el simple hecho de saber que ella estaba cerca me ponía más nerviosa de lo habitual.

Miré hacia el palco, buscando un atisbo de ella, aunque sabía que era difícil distinguirla entre tanta gente. El sol brillaba intensamente, reflejándose en el césped y en los asientos, pero nada podía distraerme de la idea de que, en el descanso, Olivia estaría ahí abajo, en ese mismo campo, cantando esa canción sorpresa que llevaba semanas intrigándome.

El sonido de la voz del entrenador me sacó de mis pensamientos, y me obligué a enfocarme. El partido estaba a punto de comenzar, y tenía que dejar de lado los nervios. Sin embargo, por más que lo intentara, no podía evitar sentir una mezcla de emociones. Quería que el partido fuera perfecto, no solo por el equipo, sino porque sabía que Olivia me estaba viendo.

Mientras saltábamos al campo de nuevo de fondo David y Carlos cantaban el himno para todos, mientras nos hacíamos la foto de equipo miré hacía arriba y ahí la vi, iba con mi camiseta y con unas gafas de sol, que aunque disimulaban la dirección de su mirada claramente está a conectada con la mía en ese momento.

La primera mitad pasó en un abrir y cerrar de ojos. Cada jugada, cada pase, lo hice casi en piloto automático, pero con una energía que provenía de saber que ella estaba ahí, apoyándome. El marcador estaba a nuestro favor, y mientras el árbitro pitaba el final de la primera parte, sentí una oleada de nervios. Sabía lo que venía a continuación.

Caminé hacia el vestuario con el equipo, pero mis ojos no podían evitar mirar hacia la salida al campo, por donde sabía que Olivia entraría en pocos minutos. Mi corazón latía con fuerza, y un nudo de anticipación se formaba en mi estómago.

-¿Estás bien, Ona? -me preguntó Alexia, notando mi nerviosismo.

-Sí, solo... estoy un poco ansiosa por lo que viene -respondí, sonriendo para tranquilizarla, aunque en realidad estaba más emocionada que nunca.

-Que tontas os ponéis las enamoradas-Añadió Vicky riéndose de mí.

-Tu eres tonta a secas-Me defendió Salma causando la risa de todas

Me dirigí al vestuario, intentando relajarme, pero mi mente estaba en otro lado. Sabía que pronto escucharía su voz resonando por todo el estadio, y la idea me llenaba de una mezcla de orgullo y emoción que casi no podía contener.

Ya de vuelta en el túnel de vestuarios mis compañeras hablaban animadamente, repasaban estrategias y se preparaban para la segunda mitad. Yo, sin embargo, estaba distraída. No podía dejar de pensar en Olivia y en la canción que me había prometido cantar durante el descanso.

Anunciaron la salida del grupo por la megafonía del estadio y fue ahí cuando aparecieron en el túnel para salir al campo, Olivia estaba de los nervios pero decidida, pasó por mí lado y compartimos un apretón de manos rápido, intentando trasmitirle todo el apoyo que pudiera.

De repente, un suave murmullo comenzó a llenar el túnel del vestuario. Al principio, era solo un sonido de fondo, pero pronto me di cuenta de que era música.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora