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Cuando llegué a casa de Ona, todavía tenía el sonido de la última canción resonando en mi cabeza. No podía dejar de sonreír. Piqué al timbre y Ona no tardó en abrirme con una sonrisa cálida.

—Tengo un sorpresa—exclamé, apenas pudiendo contener la emoción.

Ella levantó la vista, sorprendida por mi tono. Normalmente, después de los ensayos, solía estar cansada, pero esta vez era diferente. Sentí que me brillaban los ojos cuando me acerqué corriendo hacia ella.

—¿Qué pasa, Liv? —me preguntó, dejando las botas a un lado, ahora completamente enfocada en mí.

Tomé aire, queriendo saborear el momento antes de decirlo.

—Vamos a tocar en el Johan—grité, al fin, sin poder aguantarme más.

Ona abrió los ojos como platos. Su rostro pasó de la sorpresa a la emoción en cuestión de segundos, reflejando exactamente lo que yo sentía.

—¿De verdad?—exclamó, levantándose de un salto—.Eso es increíble, Liv.

—Lo sé—respondí, abrazándola con fuerza—. No puedo creerlo. Nuestro grupo en el estadio, Y justo antes de tu partido.

Ona sonrió ampliamente, contagiada por mi entusiasmo.

Ona

Después de la noticia, me quedé mirándola, intentando procesar todo. No podía estar más feliz por ella, pero la curiosidad me estaba matando.

—Liv—le dije, con una sonrisa traviesa—. Tienes que decirme qué canción vais a tocar.

Ella me miró con esos ojos brillantes, sabiendo perfectamente que me tenía en la palma de su mano. Se acercó un poco más y me rodeó con sus brazos, su sonrisa se hizo aún más grande.

—No puedo, Ona —respondió, bajando la voz como si compartiera un gran secreto—. Es una sorpresa.

Fruncí el ceño, fingiendo estar molesta. La miré de reojo, intentando no sonreír, pero ella podía ver a través de mí. Sabía perfectamente que me estaba divirtiendo con su juego.

—¡Liv! —dije, fingiendo indignación mientras me soltaba de sus brazos—. ¿De verdad no me lo vas a decir?

Ella rió, esa risa suya que tanto me gustaba, y se encogió de hombros con una expresión juguetona.

—Lo siento —respondió, tocando suavemente mi hombro —. Vas a tener que esperar como todos los demás. Pero te prometo que será especial.

Hice un puchero, dándole la espalda y cruzando los brazos, como si realmente estuviera molesta. Sabía que Olivia no podía resistirse cuando hacía eso.

—Oh, vamos, Ona... —dijo, claramente intentando no reírse—. No te enfades, por favor. Te prometo que te va a gustar.

Intenté mantener mi expresión seria, pero al final no pude evitar soltar una risita. Me giré de nuevo hacia ella, todavía fingiendo estar un poco molesta, pero mis ojos la traicionaban.

—Vale, pero solo porque sé que será increíble —respondí, con un toque de dramatismo mientras la abrazaba de nuevo—. Me encantas, pero me pones nerviosa cuando haces esto.

Ella sonrió, dándome un beso en la frente y apretándome contra su pecho.

—Confía en mí —susurró—. Va a ser un momento que nunca olvidarás.

Y en ese instante, supe que no importaba cuál fuera la canción, porque lo que hacía todo especial era compartirlo con ella.

-¿Y tú vas a cantar el himno?, ¿la mayor fan del Liverpool cantando el himno del Barça?-Pregunté vacilandole y ella rodó los ojos.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora