XXXXIV

596 58 17
                                    

Olivia

Habían pasado varios días desde que le conté a Ona lo que realmente sucedió aquella noche. Desde entonces, noté cómo su comportamiento hacia mí había cambiado, y aunque al principio lo agradecí, ahora empezaba a sentirme sofocada por ello. Ona siempre había sido cariñosa y atenta, pero ahora cada gesto suyo estaba cargado de una delicadeza que no podía ignorar. Era como si tuviera miedo de lastimarme, de romperme con cualquier movimiento brusco.

Al principio, lo entendí. Después de todo, acababa de pasar por algo horrible, y la protección que Ona me brindaba me hacía sentir segura, cuidada. Pero con el tiempo, esa misma protección se convirtió en una constante y dolorosa recordatoria de lo que había sucedido. Cada toque, cada mirada preocupada, cada palabra cuidadosa me recordaba lo que estaba intentando desesperadamente olvidar.

Me di cuenta de lo mucho que me estaba afectando cuando un día, mientras caminábamos por el parque, su mano descansó en la parte baja de mi espalda, guiándome suavemente como si temiera que pudiera desmoronarme en cualquier momento. La irritación comenzó a crecer en mí, a pesar de que sabía que Ona solo estaba intentando ayudar. Sentía como si cada toque suyo reafirmara que era una víctima, alguien frágil que necesitaba ser tratada con guantes de seda.

Esa noche, mientras estábamos en su habitación viendo una película, decidí que no podía seguir así. Apagué la televisión y me giré hacia ella.

—Ona, necesito hablar contigo —dije, intentando que mi voz sonara lo más tranquila posible.

Ella se volvió hacia mí con una expresión de preocupación que ya se estaba convirtiendo en algo demasiado familiar.

—Claro, ¿Qué pasa?-Preguntó con preocupación.

Tomé aire, organizando mis pensamientos antes de hablar. No quería sonar enfadada, porque sabía que sus intenciones eran buenas.

—Sé que desde que te conté lo que pasó, has estado más cuidadosa conmigo. Y lo entiendo, de verdad. Pero… no me gusta que me trates diferente —le dije, intentando que comprendiera mi punto de vista.

Ona frunció el ceño, claramente confundida.

—No es que no aprecie lo que haces, porque sé que lo haces por mí. Pero cada vez que me tratas con tanto cuidado, solo me recuerda lo que sucedió, y quiero dejarlo atrás, Ona. Necesito sentirme normal, sentir que no soy solo alguien rota a quien hay que proteger todo el tiempo-Dije sincera intentando no sonar ni borde ni enfadada.

Vi cómo mis palabras le afectaron. Sus ojos se llenaron de tristeza, y pude ver cómo revisaba mentalmente cada una de nuestras interacciones desde que se enteró de lo que pasó. Era como si intentara entender en qué momento había fallado, en qué momento había comenzado a hacerme sentir peor en lugar de mejor.

—No era mi intención hacerte sentir así —me dijo finalmente, con una voz cargada de arrepentimiento—. Solo quería asegurarme de que estuvieras bien, de que supieras que estoy aquí para ti.

—Lo sé —respondí, tomando su mano para que viera que no estaba enfadada—. Pero quiero que entiendas que, aunque estoy luchando con todo esto, no necesito que me trates como si fuera a romperme en cualquier momento. Necesito que me veas como siempre lo has hecho, como la Olivia que tú conoces, no solo como alguien que ha pasado por algo horrible.

Ona asintió lentamente, sus dedos entrelazándose con los míos. Pude ver que estaba procesando lo que le decía, buscando un equilibrio entre cuidarme y no hacerme sentir frágil.

—Voy a intentar ser mejor en esto, prometo que lo haré. Solo quiero que te sientas segura conmigo-Sonreí, agradecida de que entendiera.

—Ya lo hago, Ona. Contigo me siento segura, pero necesito que me veas como antes, que no me definas por lo que pasó-Dije con una sonrisa calida y ella asintió.

Nos quedamos en silencio por un momento, nuestras manos entrelazadas. En esos minutos, sentí que habíamos dado un paso importante. Sabía que esto no sería fácil para ninguna de las dos, que habría días en los que ambas lucharíamos con lo que había pasado. Pero también sabía que, con el tiempo, encontraríamos la manera de avanzar juntas, de construir algo más fuerte a partir de lo que habíamos vivido.

Finalmente, Ona me sonrió, una sonrisa cálida que me recordó por qué la amaba tanto. Era esa sonrisa la que siempre había sido mi ancla, mi puerto seguro en medio de la tormenta. Y en ese momento, supe que, aunque el camino sería difícil, no estaría sola. Ona estaba conmigo, y juntas encontraríamos la manera de salir adelante.

Nos habíamos acomodado en el sofá, el silencio se había transformado en risas suaves mientras comentábamos la película que habíamos visto. Me sentía bien, realmente bien, como si el peso del mundo se hubiera aligerado solo un poco. El simple hecho de estar allí con Ona, de reírnos juntas y de hablar de trivialidades, me hacía olvidar, aunque fuera por un rato, lo que había pasado.

—La mejor parte es cuando salen los tres Spidermans peleando—dije sonriente.

Ona rió, sacudiendo la cabeza con una sonrisa.

—No, la mejor parte es cuando se muere la tía May, toda esa escena es brutal-Añadi9 llevándome la contraria.

-Que sádica eres-Dije riendo y rodando los ojos.

Me incliné hacia ella, mi mano tocando su brazo de forma casual mientras charlábamos. Sentía cómo nuestra conversación fluía sin esfuerzo, cómo sus risas eran el bálsamo que tanto necesitaba. En medio de nuestra charla despreocupada, Ona mencionó algo que me hizo reír.

—Me encanta cómo te ríes, Liv. Es contagioso —dijo Ona, su voz ligera y cálida.

De repente, me detuve. La forma en que me llamó, “Liv”, me sorprendió. Nadie más me llamaba así. Me quedé mirándola, tratando de entender el impacto de esas tres letras que resonaban en mi cabeza.

—¿Liv? —pregunté, con una mezcla de curiosidad y sorpresa en la voz.

Ona se quedó congelada por un momento, sus ojos se abrieron con sorpresa y rápidamente su rostro se tiñó de rojo. Se llevó una mano al rostro, y pude ver cómo su expresión cambiaba a una mezcla de confusión y arrepentimiento.

—Oh, lo siento, no quería incomodarte. Solo… lo he dicho sin pensar —se disculpó, sus palabras rápidas y algo entrecortadas.

Yo negué con la cabeza, una sonrisa extendiéndose en mi rostro.

—No, no, está bien. Me gusta—le aseguré, sin poder evitar reír suavemente—. La verdad es que me gusta mucho. Todo el mundo me llama “Oli”, y no me malinterpretes, está bien, pero… me gusta que tú seas diferente. Me hace sentir especial.

Ona me miró, sus ojos buscando confirmar que estaba diciendo la verdad. Cuando vio la genuina sonrisa en mi rostro, su expresión se relajó un poco, y una pequeña sonrisa apareció en los labios.

—Entonces, si te gusta, lo usaré más a menudo. —dijo, su tono más relajado y confiado.

A medida que hablábamos, me di cuenta de cuánto significaba para mí ese simple gesto. No era solo un nombre, sino una forma en que Ona estaba estableciendo un vínculo más íntimo conmigo, algo que sentía que iba más allá de las palabras. En medio de todo el caos y el dolor que había experimentado, Ona estaba siendo una constante fuente de luz y apoyo. La manera en que se preocupaba por mí, la forma en que me hacía sentir normal y querida, todo eso me daba esperanza.

Nos recostamos en el sofá, nuestras cabezas descansando una al lado de la otra, y continuamos charlando sobre la película y sobre nuestras cosas favoritas. Sentía que, aunque el pasado reciente había sido doloroso, esos pequeños momentos de normalidad, de conexión genuina, eran los que me estaban ayudando a sanar.

El simple hecho de que Ona me llamara “Liv” me recordó que, aunque las cosas no volvieran a ser como antes, había un camino hacia adelante. Y mientras me permitía disfrutar de esos pequeños momentos de felicidad, supe que no estaba sola. Ona estaba a mi lado, y con su apoyo y amor, podía encontrar la fuerza para seguir adelante.
____

Un poquito de todo en este capítulo😝

Ya voy teniendo ideas para la nueva historia, se vienen cositas

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora