XXXV

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El teléfono sonó varias veces antes de que finalmente Olivia contestara. Cuando lo hizo, su voz, usualmente llena de energía y vida, sonaba apagada, como si cada palabra fuera un esfuerzo. Fue un golpe directo a mi pecho, y una ola de preocupación se apoderó de mí de inmediato.

—Hola, Ona —dijo con un tono que me dejó inquieta.

—Olivia, ¿estás bien? —pregunté, intentando mantener la calma a pesar de que mi corazón latía desbocado. Sabía que algo estaba mal, podía sentirlo en cada una de esas dos palabras que había pronunciado.

—Estoy en el hospital... con Sarah —respondió después de un largo silencio, su voz apenas un murmullo.

Mis pensamientos se detuvieron en seco. No esperaba esa respuesta. La palabra "hospital" resonaba en mi cabeza como una alarma, multiplicando mi ansiedad. Una ráfaga de escenarios terribles cruzó por mi mente, desde una caída leve hasta algo mucho peor.

—¿Qué ha pasado? —Pregunté con el miedo pintado en mi voz, intentando mantenerla lo más estable posible, aunque sabía que la preocupación se filtraba inevitablemente.

Olivia tardó en responder, como si estuviera escogiendo cuidadosamente sus palabras.

—Sarah tuvo un accidente anoche. —Hizo una pausa y luego continuó con una calma extraña—. Está bien, ahora está descansando, pero... fue algo inesperado.

Su tono era tranquilizador, pero había algo en su forma de hablar que no encajaba. Parecía que me estaba contando la mitad de la historia, y eso solo alimentó mi preocupación. Había algo más, algo que no me estaba diciendo.

—¿Y tú? —insistí, preocupada no solo por Sarah, sino también por ella—. ¿Tú estás bien, Olivia?

El silencio que siguió a mi pregunta fue mucho más largo esta vez. Casi podía imaginarla al otro lado de la línea, luchando con las palabras, intentando decidir qué compartir conmigo. Cuando finalmente habló, su voz era apenas un susurro:

—Sí, estoy bien. Solo... estoy muy cansada-Respondió intentando tranquilizarme.

No me lo creí del todo. Podía sentir que estaba omitiendo algo, que había una carga en su voz que no tenía que ver solo con el cansancio físico. Había algo más profundo, algo que la estaba afectando mucho más de lo que me estaba dejando ver.

—Lo siento mucho —dije suavemente, usando el apodo que solo nos decíamos entre nosotras cuando las cosas se ponían difíciles o necesitábamos consuelo—. ¿Hay algo que pueda hacer? ¿Quieres que vaya al hospital?

Hubo una ligera vacilación antes de que respondiera.

—No, no te preocupes, Ona. Estoy aquí con ella, y los médicos dicen que va a estar bien. Solo... necesito un poco de tiempo para procesar todo-Explicó tranquila.

Su tono era tranquilo, pero aún así no pude evitar sentir que me estaba ocultando algo, algo que la estaba atormentando. Pero no quería presionarla más. Sabía que si la empujaba demasiado, se cerraría por completo. Decidí que lo mejor era darle espacio, aunque por dentro me consumiera la preocupación.

—De acuerdo, pero si necesitas algo, cualquier cosa, no dudes en llamarme —le dije, queriendo que sintiera que estaba a su lado, sin importar lo que estuviera pasando.

—Gracias, Ona. De verdad, gracias —murmuró, y pude notar una leve emoción en su voz, como si se sintiera agradecida por el simple hecho de saber que yo estaba ahí, que no estaba sola en esto.

Hubo un momento de silencio entre nosotras, como si ninguna quisiera colgar. Finalmente, fui yo quien habló.

—Oye... ¿De verdad que no quieres que vaya? —dije, tratando de que mi voz sonara casual, aunque sabía que lo que estaba sugiriendo era cualquier cosa menos casual—. Podríamos salir a tomar algo, despejarte un poco. No tienes que estar sola en esto.

Hubo un largo silencio, y por un momento pensé que la llamada se había cortado. Pero luego escuché su suspiro, y cuando finalmente respondió, su voz sonaba un poco más fuerte, como si la idea de no estar sola la aliviara.

—No sé, Ona... —vaciló—. No quiero dejar a Sarah sola mucho tiempo.

—No te preocupes por eso —le aseguré rápidamente—. Solo será un rato, y si necesitas volver, lo hacemos. Solo... creo que sería bueno que te despejaras un poco. Además, te vendría bien hablar, no guardártelo todo para ti sola.

Hubo otra pausa, y luego Olivia suspiró nuevamente, esta vez más largo.

—Está bien... supongo que podría ser buena idea. Tal vez un poco de aire fresco me ayude a despejar la cabeza-Sentí un pequeño alivio al escucharla aceptar mi propuesta.

—Perfecto, nos vemos allí-Dije con una sonrisa.

Nos despedimos, y colgué el teléfono sintiéndome un poco mejor, aunque la preocupación no desapareció del todo. No sabía exactamente qué había pasado, pero algo me decía que Olivia estaba atravesando por algo más grande que solo un accidente de su hermana. Lo único que podía hacer ahora era estar ahí para ella, y esperar que confiara en mí lo suficiente como para contarme todo cuando estuviera lista.

Cuando llegué a la cafetería donde habíamos quedado el corazón me latía con fuerza en el pecho. Apenas había logrado pensar en otra cosa desde la llamada de Olivia. Estaba preocupada, mucho más de lo que quería admitir, y al entrar, mis ojos la buscaron automáticamente entre las pocas personas que estaban sentadas.

La vi al fondo, junto a la ventana, inclinada hacia adelante como si el peso del mundo descansara sobre sus hombros. Estaba mirando su taza de café, con la mirada perdida, y parecía agotada, más de lo que había imaginado. Había algo en su postura que me hizo darme cuenta de que las cosas estaban muy lejos de estar bien.

No lo pensé dos veces. Caminé rápidamente hacia ella, sintiendo la necesidad urgente de consolarla, de hacerle saber que estaba aquí para lo que necesitara. En cuanto estuve a su lado, la abracé, envolviéndola con mis brazos con toda la suavidad que pude reunir. Quería que sintiera mi apoyo, que supiera que no estaba sola en esto.

Pero en cuanto la toqué, algo en su cuerpo se tensó. No fue un rechazo violento, más bien un sutil encogimiento, como si el contacto la incomodara. Fue algo que hizo de manera casi involuntaria, pero lo noté al instante. Sentí cómo su cuerpo, en lugar de relajarse en mis brazos, se puso rígido, como si el simple acto de ser abrazada la pusiera más nerviosa.

Me preocupé. La solté despacio, dándole espacio para respirar, y me senté frente a ella, estudiando su rostro. Algo no estaba bien, y mi mente comenzó a dar vueltas tratando de entender qué podía haber pasado. Olivia, que siempre había sido tan abierta conmigo, ahora parecía retraída, como si estuviera escondiendo algo, como si el simple hecho de estar aquí la estuviera agotando más de lo que podía soportar.

—¿Estás bien? —le pregunté, intentando no sonar tan preocupada como me sentía.

Ella asintió, pero no me convenció. La expresión en sus ojos era distante, como si estuviera aquí físicamente, pero su mente estuviera en otro lugar muy lejano.

Me mordí el labio, queriendo insistir, pero no sabiendo cómo. Algo me decía que no debía presionarla, que debía esperar a que ella estuviera lista para hablar, pero ver a Olivia así, tan diferente de lo que solía ser, me partía el corazón.
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Algo ha cambiado en Olivia, pobrecita mía 🥲

Tengo una pregunta para vosotras, hay dos opciones para la siguiente historia.

-Jana

-Alexia

¿Cuál preferís?

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora