XXXVI

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La tensión en el aire era palpable, y no podía ignorarla. Sabía que algo no estaba bien, pero no quería presionarla demasiado. Aun así, necesitaba saber qué había pasado. Tomé una respiración profunda y pregunté con cuidado:

—¿Cómo está tu hermana?, ¿Que pasó?-Pregunté intentando que se abriese un poco.

Olivia levantó la mirada, pero evitó mis ojos, centrándose en algún punto detrás de mí. Su voz sonó apagada, casi sin fuerza, mientras respondía:

—Un chico borracho la empujó. Cayó al suelo y se golpeó la cabeza. No es nada grave, pero… me asusté mucho-Dijo removiendo nerviosa si café.

Algo en su tono no me cuadraba. Era como si la historia que me contaba no fuera la verdadera, como si hubiera algo más, algo que estaba omitiendo. La Olivia que conocía no solía cerrar los ojos a lo que sentía, y la forma en la que evitaba mirarme me indicaba que estaba guardándose algo importante.

Me incliné hacia adelante, tratando de captar su mirada, de romper esa distancia que sentía entre nosotras.

—¿Estás segura de que eso fue todo? —pregunté suavemente—. Porque, estás diferente. No eres tú misma, y me preocupo. Sabes que puedes contarme lo que sea.

Sus dedos jugaron nerviosamente con el borde de la taza, mientras mantenía la mirada baja, como si estuviera decidiendo qué decir. La forma en que sus manos temblaban ligeramente no pasó desapercibida para mí.

Finalmente, levantó la cabeza y me miró, pero sus ojos tenían un brillo extraño, algo que no pude descifrar del todo.

—Eso es todo, Ona. Solo fue un accidente. Pero me asusté… me asusté mucho —repitió, con una voz que parecía intentar convencerse a sí misma tanto como a mí.

Sabía que me estaba mintiendo, o al menos que no estaba diciéndome toda la verdad. Había algo más, algo que hacía que Olivia estuviera tan cerrada, tan distante. La Olivia que conocía no se hubiera puesto así solo por un empujón accidental, por grave que fuera la caída de su hermana. No, esto iba más allá. Había un dolor en sus ojos, algo más profundo que no podía poner en palabras.

No quise presionar más. No en ese momento. Pero la preocupación seguía ahí, firme, sin darme tregua. Decidí cambiar de tema, darle espacio para que, si quería, pudiera abrirse más adelante. Pero en mi interior, no pude evitar la creciente sensación de que algo grave había sucedido, algo que Olivia no estaba lista para compartir, ni siquiera conmigo.

La preocupación por Olivia no se me iba de la cabeza. Su incomodidad era evidente, y aunque trataba de disimularlo, sabía que algo más estaba pasando. No quería presionarla, pero tampoco podía quedarme de brazos cruzados viendo cómo se consumía por dentro. Tenía que hacer algo para ayudarla.

—Olivia —dije suavemente, tratando de mantener mi voz calmada—, ¿por qué no te vas a casa un rato? Dúchate, cámbiate y descansa un poco. Has pasado por mucho, y sé que tu hermana está bien cuidada aquí. Yo me quedaré con Sarah. Prometo llamarte si hay cualquier novedad.

Olivia frunció el ceño, visiblemente indecisa. Podía ver la lucha interna en sus ojos, la resistencia a dejar a su hermana, pero también el agotamiento que la estaba consumiendo. Su cuerpo estaba tenso, y era como si cada fibra de su ser le dijera que quedarse era lo correcto, que tenía que estar presente. Pero sabía que necesitaba un respiro, un momento para recuperarse.

—No sé, Ona… —murmuró, jugueteando con sus manos sobre la mesa—. No quiero dejarla sola.

—No va a estar sola —insistí, tomando sus manos entre las mías—. Yo me quedaré aquí. Además, no tiene sentido que te desgastes así. Sarah te necesita fuerte y descansada. Piensa en ella también.

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora