El trayecto hacia el ensayo fue rápido, pero lleno de una excitación nerviosa que no pude evitar sentir. Estar a punto de ver a Olivia en su elemento, rodeada por sus compañeros de banda, era algo que no había anticipado, pero que ahora me parecía increíblemente emocionante. Nos detuvimos frente a una casa modesta pero acogedora en un barrio tranquilo. Al parecer, este era el lugar donde su banda solía ensayar.
Olivia me sonrió antes de bajar del coche, y yo la seguí, con una mezcla de curiosidad y anticipación. Caminamos hacia la puerta principal, que se abrió casi de inmediato, como si alguien hubiera estado esperando nuestra llegada. Un chico alto, de cabello desordenado y con una sonrisa amplia y cálida, nos recibió.
—Hola chicas —exclamó con entusiasmo, dándole un abrazo rápido a Olivia antes de girarse hacia mí—. Y tú debes ser Ona, ¿verdad?
Asentí, sorprendida por lo familiar que sonaba mi nombre en su boca, como si ya me conociera. Me extendió la mano y la estreché, sintiendo una genuina calidez en su saludo.
—Encantado de conocerte —dijo, todavía sonriendo—. Soy David. Los demás ya están abajo.
Nos condujo por un estrecho pasillo hasta una puerta que daba a un sótano. Al abrirla, fuimos recibidas por el sonido de risas y conversación animada. Bajamos las escaleras y, al llegar al sótano, me encontré en un espacio amplio, aunque un poco desordenado, lleno de instrumentos musicales, cables, y algunos sofás viejos.
Los otros miembros de la banda estaban repartidos por la habitación, afinando sus instrumentos o charlando entre ellos. Cuando nos vieron, las conversaciones se detuvieron brevemente y todos se volvieron hacia nosotras. Las caras se iluminaron con sonrisas cuando reconocieron a Olivia, y, para mi sorpresa, también cuando me vieron a mí.
—Al final la has traído —exclamó un chico de cabello corto y teñido de un vibrante color blanco, que dejó su guitarra a un lado para acercarse—. Olivia nos ha hablado mucho de ti.
Me saludó con un abrazo entusiasta, y pronto los demás siguieron su ejemplo, dándome la bienvenida con un entusiasmo que no había esperado. Fue extraño y, al mismo tiempo, halagador darme cuenta de que Olivia había hablado de mí con ellos. Sentí una especie de calidez en el pecho, sabiendo que, en algún nivel, ya me aceptaban como parte de su círculo.
Mientras saludaba a todos, mi atención se desvió hacia Olivia, que estaba hablando con uno de los chicos, un tipo de cabello castaño claro y ojos azulados. Lo que me sorprendió fue que la conversación era en inglés, un detalle que me tomó desprevenida. La fluidez de ambos me hizo preguntarme si él también era de Inglaterra, como Olivia.
—¿También eres de Inglaterra? —pregunté, cuando tuve la oportunidad.
El chico, que hasta ahora había estado hablando con Olivia, se volvió hacia mí con una sonrisa amigable.
—Sí, soy Steve —respondió, su acento inglés era inconfundible—. De Newcastle, para ser exactos.
Le devolví la sonrisa, impresionada por lo fácil que parecía encajar en este grupo.
Me sentí bien al ser recibida tan calurosamente por todos. Mientras me acomodaba en uno de los sofás, observé cómo Olivia y sus compañeros comenzaban a prepararse para el ensayo. La familiaridad y camaradería entre ellos eran palpables, y me sentí agradecida de poder ser parte de ese momento, de poder ver a Olivia en su mundo, rodeada por personas que claramente la valoraban tanto como yo.
Mientras observaba a Olivia charlar con Steve en inglés, algo en su voz y en la fluidez con la que se expresaba me atrapó por completo. No era la primera vez que la escuchaba hablar en su idioma natal, pero aquí, en medio de su grupo, la familiaridad del inglés le añadía una nueva capa de atractivo que no había anticipado.

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𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞
De TodoOlivia, una joven con grandes sueños de convertirse en una estrella de la música, trabaja duro en sus estudios y en sus presentaciones locales, pero siempre siente que su sueño está a años luz de hacerse realidad. Un día, conoce a Ona, una talentosa...