XXXXIX

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A la mañana siguiente, el sol apenas había comenzado a asomarse por el horizonte cuando nos despertamos. La habitación estaba bañada en una luz suave y dorada, y a pesar de la serenidad del amanecer, había una sensación de anticipación en el aire. Olivia tenía su primera cita con el psicólogo, algo que habíamos discutido la noche anterior. Sabía lo importante que era para ella, y también lo difícil que había sido tomar esa decisión.

Nos preparamos en silencio, compartiendo miradas y sonrisas suaves mientras nos vestíamos. Sentía la tensión en sus movimientos, la forma en que sus manos temblaban ligeramente cuando se ataba las zapatillas. Aunque intentaba mantener la calma, podía ver que la ansiedad empezaba a ganar terreno. Quería hacer todo lo posible para apoyarla, para que no se sintiera sola en este paso tan crucial.

Finalmente, salimos de casa y nos dirigimos a la cita. El camino en el coche fue tranquilo, con la música de fondo jugando suavemente mientras Olivia miraba por la ventana, perdida en sus pensamientos. Mantuve mi mano en la suya todo el tiempo, acariciando su piel con el pulgar en un intento de ofrecerle la mayor tranquilidad posible.

Cuando llegamos al consultorio, Olivia se detuvo por un momento antes de bajar del coche. La vi tomar una respiración profunda, como si estuviera reuniendo toda la fuerza que tenía. Le apreté la mano suavemente, esperando que mi presencia le diera algo de consuelo.

-Vas a estar bien -le dije en voz baja, buscando su mirada-. Estoy muy orgullosa de ti por dar este paso.

Olivia me miró, y vi un destello de emoción en sus ojos, mezclado con la misma determinación que la había llevado hasta aquí. Asintió lentamente, soltando un suspiro.

-Gracias, Ona -murmuró, su voz temblando un poco-. Significa mucho para mí que estés aquí.

-Siempre estaré aquí para ti -respondí con una sonrisa tranquilizadora-. Tómate tu tiempo, no hay prisa. Y cuando termines, estaré aquí esperándote.

Nos quedamos allí un momento más, en silencio, antes de que Olivia finalmente tomara la decisión de bajar del coche. La acompañé hasta la entrada del edificio, sosteniendo su mano con firmeza hasta el último segundo. Podía sentir la tensión en su cuerpo, pero también la determinación que la impulsaba a seguir adelante.

Justo antes de que entrara, me detuve y la giré suavemente para mirarla a los ojos.

-Recuerda que esto es por ti -le dije, con todo el ánimo que podía transmitirle-. No estás sola en esto. Te quiero, y estaré aquí cuando salgas.

Olivia esbozó una pequeña sonrisa, una mezcla de nervios y gratitud.

-Yo también te quiero-dijo en voz baja, antes de apretar mi mano una vez más y finalmente soltarse.

La observé entrar al edificio, sintiendo una mezcla de orgullo y aprehensión. Sabía que este era un paso necesario, uno que requería mucho coraje. Mientras la puerta se cerraba detrás de ella, me quedé allí por un momento, permitiendo que la tranquilidad de la mañana me rodeara, sabiendo que lo mejor que podía hacer ahora era esperar, estar lista para cuando saliera y necesitara mi apoyo de nuevo.

Me senté en un banco cercano, dejando que los minutos pasaran mientras pensaba en todo lo que Olivia había enfrentado hasta ahora. Sabía que este era solo el comienzo de un camino largo y difícil, pero también sabía que lo recorreríamos juntas. Porque al final del día, no importaba cuán oscuro o desafiante fuera el viaje, siempre estaríamos allí, una para la otra.

Olivia

La consulta con el psicólogo había terminado. Mientras salía del edificio, sentía una mezcla de alivio y esperanza que no había experimentado en mucho tiempo. La luz del sol que caía sobre mí parecía un poco más cálida, un poco más amable. A medida que me dirigía hacia el banco donde Ona estaba esperando, una sonrisa involuntaria apareció en mi rostro. Había algo reconfortante en el simple acto de salir de esa oficina, sabiendo que había dado un paso significativo hacia adelante.

Ona me miró desde su asiento en el banco, su expresión llena de preocupación y ternura. Se levantó inmediatamente al verme y se acercó con una sonrisa que parecía comprender el peso de lo que acababa de pasar. No podía esperar para contarle cómo me había ido.

-Ona -comencé, tratando de mantener mi voz calmada, aunque la emoción se filtraba en cada palabra-. Antes de que preguntes, ha ido todo genial.

Ona frunció el ceño en un gesto de curiosidad y alivio a la vez. Se acercó más, tomando mis manos en las suyas, como si necesitara sentir que todo estaba bien.

-Me alegra escuchar eso. ¿Cómo estás? -preguntó, su voz suave pero llena de interés genuino.

Hice una pausa por un momento, buscando las palabras correctas para describir lo que había experimentado. Era difícil poner en palabras un proceso tan complejo y personal, pero sabía que Ona merecía saberlo.

-Aún es solo el principio, y sou consciente de que tengo mucho por delante -dije, mi voz reflejando tanto la honestidad como la esperanza-. Pero la sesión me ha ayudado a ver que estoy en el camino correcto. Hablamos sobre muchas cosas, y aunque todavía hay desafíos por delante, siento que he dado un primer paso importante.

Ona asintió con una sonrisa alentadora, sus ojos brillando con apoyo. A veces, solo estar allí, escuchar y ofrecer un simple gesto de aliento, era todo lo que necesitaba para sentirme más segura.

-Estoy tan orgullosa de ti -dijo, apretando mis manos con un afecto que me llenó de calidez-. Lo importante es que te sientes bien con el comienzo, y eso es un gran avance. Vamos a superar esto juntas.

Esa promesa de apoyo constante, esa certeza de que no tenía que enfrentar mis problemas sola, era más valiosa de lo que las palabras podían expresar. La sensación de estar respaldada por alguien que realmente se preocupaba por mí me daba una fortaleza renovada.

-Gracias, Ona -dije, mi voz llena de gratitud-. No sé cómo agradecerte todo lo que has hecho por mí. Solo saber que estás aquí, esperando y apoyándome, hace que todo esto sea un poco más manejable.

Nos abrazamos brevemente, y sentí cómo el abrazo se llenaba de una comprensión mutua. Me sentía más ligera de lo que había estado en mucho tiempo, y aunque sabía que el camino por recorrer aún era largo, la perspectiva era mucho más clara ahora. Cada paso, por pequeño que fuera, era un avance hacia el bienestar y la paz mental que anhelaba.

Mientras nos dirigíamos al coche, hablando de cosas triviales y riendo de nuevo, me di cuenta de lo importante que era tener a alguien como Ona en mi vida. Su apoyo incondicional me daba la fuerza que necesitaba para continuar, y aunque el viaje apenas comenzaba, estaba decidida a enfrentar cada desafío con la certeza de que no estaba sola.
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Capítulo básico pero no pasa nada😔

En el siguiente pasará una cosita, ¿Buena o mala?😝

𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora