El silencio del hospital era casi ensordecedor, roto solo por el pitido constante de las máquinas que monitoreaban los signos vitales de Sarah. Aun así, me quedé sentada a su lado, con la mirada fija en su rostro, observando cada pequeño movimiento, cada respiración, como si esos pequeños detalles fueran lo único que me mantenía en pie. El peso de la noche anterior seguía sobre mis hombros, y la culpa no me daba tregua. El recuerdo de ese hombre, su toque, y el golpe que Sarah recibió seguían atormentándome, cada imagen tan vívida como si acabara de suceder.
Mis pensamientos divagaban, una mezcla de culpa, miedo y esperanza de que todo esto fuera solo una pesadilla de la que pronto despertaríamos. Fue entonces cuando sentí un leve tirón en mi mano, una pequeña señal de vida que me hizo levantar la cabeza de golpe. Los ojos de Sarah se movían lentamente bajo sus párpados cerrados, como si estuviera intentando despertar de un sueño profundo. Mi corazón se aceleró, y el miedo se mezcló con la esperanza en mi pecho.
-Oli estás pensando en alto- dijo, su tono cargado de una ligera diversión.
Escuchar su voz me pilló completamente desprevenida, cuando me fijé ella me miraba con una sonrisa débil y con los ojos abiertos.
Solté una pequeña risa, a la vez nerviosa y aliviada. Fue un sonido que parecía romper el hielo de la tensión acumulada en mi pecho. De todas las cosas que esperaba que dijera, esa fue tan típicamente Sarah que no pude evitar sonreír con más fuerza. Mi risa se mezcló con un suspiro de alivio, como si todo el peso que había estado cargando de repente fuera un poco más liviano.
-¿Estás bien?-Le pregunté, aún incapaz de calmar completamente el miedo que latía en mí.
-Me duele un poco la cabeza-admitió, llevándose la mano a la frente con un gesto débil.-Pero estoy bien.
El alivio que sentía era inmenso, pero no podía ignorar la culpa que seguía latente en mí. Por más aliviada que estuviera de verla despierta y consciente, la realidad de lo que había pasado no se desvanecía. Me quedé mirándola, incapaz de encontrar las palabras adecuadas, pero al menos sabía que, por el momento, Sarah estaba bien.
-Oli... ¿Tú estás bien?-Su voz, aunque débil, llevaba la urgencia de quien solo se preocupa por los demás.
La pregunta me sorprendió, y por un momento no supe cómo responder. Yo era la que estaba aterrada, la que había pasado por esa horrible experiencia, pero Sarah... su primer pensamiento era asegurarse de que yo estuviera bien. Un nudo se formó en mi garganta, y la culpa me golpeó aún más fuerte. No podía entender cómo, después de lo que le había pasado, lo único que le importaba era mi bienestar.
-¿Qué dices, Sarah? Tú eres la que está en la cama de un hospital. ¿Cómo puedes preocuparte por mí en este momento?- Mi voz temblaba, las lágrimas acumulándose en mis ojos otra vez. Todo el miedo y la culpa parecían salir a la superficie, y era casi insoportable.
Sarah me miró con sus ojos llenos de determinación.
-No me importa lo que me ha pasado, Oli. Solo quiero saber si tú estás bien. Eso es lo único que me importa-Dijo mirándome sería y yo tuve que esforzarme para contener las lágrimas.
Sentí que mi corazón se rompía un poco más al escuchar sus palabras. No podía entender cómo, después de lo que había pasado, ella podía preocuparse tanto por mí. La manera en que me miraba, como si yo fuera lo más importante en ese momento, me hacía sentir un peso aún mayor de responsabilidad y culpa.
-Sarah, yo... lo siento tanto, no debería haberte dejado que te pasara nada- susurré, mi voz rota por la emoción.
Ella negó con la cabeza, apretando un poco más mi mano.
-No es tu culpa, Oli. Tú no hiciste nada malo. Ese tipo fue el culpable, no tú. Y yo estoy aquí, contigo. Eso es lo único que importa ahora-Dijo apretando el agarre de mi mano.
Su fortaleza me dejaba sin palabras. La admiraba más de lo que jamás había admitido, y en ese momento, supe que nunca podría agradecerle lo suficiente por estar ahí para mí, incluso cuando ella era la que estaba herida.
Finalmente, las lágrimas cayeron por mis mejillas, pero no eran solo de tristeza o miedo, sino también de alivio. Alivio porque, a pesar de todo, Sarah estaba bien y seguía siendo esa persona increíblemente fuerte y valiente que siempre había sido.
Me incliné hacia ella, acariciando suavemente su rostro y el cabello, tratando de calmarme mientras absorbía su presencia, agradeciendo cada segundo en que seguía a mi lado.
-Te quiero tanto, Sarah. No sé qué haría sin ti- murmuré, sabiendo que esas palabras no podían expresar completamente lo que sentía.
Sarah me dio una pequeña sonrisa, una que me llenó de esperanza.
-Y yo a ti, Oli, ahora, deja de preocuparte tanto. Estoy aquí, y estaremos bien-A pesar del dolor, su voz era tranquilizadora, y por primera vez desde que todo comenzó, sentí que tal vez, solo tal vez, todo podría estar bien de nuevo.
Ona
El día avanzaba lento, y cada minuto que pasaba sin recibir respuesta de Olivia hacía que mi ansiedad creciera más. Al principio, no le di mucha importancia. Me dije a mí misma que probablemente estaba ocupada o aún durmiendo, recuperándose de la fiesta de anoche. Pero conforme el reloj seguía marcando las horas y mi teléfono permanecía en silencio, no pude evitar sentir que algo andaba mal.
Me movía inquieta por la casa, revisando una y otra vez el mensaje que le había enviado temprano. Era un simple saludo, acompañado de una broma sobre la resaca, algo cotidiano entre nosotras. Sin embargo, lo que antes habría sido motivo de risa y una rápida respuesta, ahora era solo un vacío que me empezaba a consumir.
¿Por qué no respondía? ¿Habría dicho algo que le había molestado? ¿O tal vez pasó algo anoche que la dejó tan cansada que simplemente no ha revisado el teléfono? Mis pensamientos comenzaron a divagar, creando escenarios en mi mente que iban desde lo más trivial hasta lo más preocupante. ¿Y si había hecho algo que la incomodó? No podía dejar de pensar en todas las interacciones de los últimos días, intentando encontrar algún indicio, algún momento en el que pude haber dicho o hecho algo incorrecto.
Me detuve en medio del salón, mi mente jugando conmigo, imaginando lo peor. Recordé la última vez que habíamos estado juntas, cómo me sentí cuando nos despedimos, cómo nuestros labios se tocaron en ese suave beso. Ese beso... ¿había sido un error? ¿Se habría arrepentido Olivia? Quizás no debería haberla besado... Quizás la había incomodado más de lo que me dio a entender.
El miedo comenzó a instalarse en mi pecho, creciendo a medida que los minutos seguían pasando sin noticias. Intenté distraerme, pero no podía concentrarme en nada. Cada pequeño ruido me hacía girar la cabeza hacia el teléfono, con la esperanza de que fuera ella. Pero la pantalla seguía apagada, y mi corazón se hundía un poco más con cada momento de espera.
Finalmente, no pude soportarlo más. Cogí el teléfono con manos temblorosas y me senté en el borde de la cama, mirando su nombre en la lista de contactos. Había un nudo en mi garganta que me impedía tragar con facilidad. Sentí que mi estómago se revolvía de la ansiedad. Tenía que saber si estaba bien, si había pasado algo... si había algo mal entre nosotras.
Marqué su número y esperé, mi corazón latiendo con fuerza en mis oídos. Cada tono de llamada era un martilleo en mi cabeza, una tortura que no parecía tener fin. ¿Y si no contestaba? ¿Qué haría? Las dudas, los miedos, todo se acumulaba hasta que finalmente escuché un clic en la línea. Mi respiración se detuvo, esperando escuchar su voz al otro lado.
____Os dejo con la tensión😝
Aquí intentando mantenerme despierta para ver el Barça😭
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𝐓𝐇𝐄 𝐌𝐔𝐒𝐈𝐂 𝐎𝐅 𝐎𝐔𝐑 𝐇𝐄𝐀𝐑𝐓𝐒-𝐎𝐧𝐚 𝐁𝐚𝐭𝐥𝐥𝐞
RandomOlivia, una joven con grandes sueños de convertirse en una estrella de la música, trabaja duro en sus estudios y en sus presentaciones locales, pero siempre siente que su sueño está a años luz de hacerse realidad. Un día, conoce a Ona, una talentosa...