Compañía.

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-Flor: queres venir?

Nico contestó inmediatamente

-Nico: yendo.

Tocó la puerta con suavidad y entró. Se sorprendió al verla con el mismo remeron blanco que tanto le había llamado la atención en Pinamar.

Nico: estás muy linda

Flor: no me mientas, Occhiato

Nico: nunca haría eso

Se tumbaron en la cama uno al lado del otro.

Flor: vemos una peli?

Nico: re.

Pusieron play a una película de Adam Sandler y se rieron al unísono con sus chistes malos. Ambos se miraban de reojo, con temor a dar el primer paso. Y tanto esperaron que, al final, se quedaron dormidos.

Nico se despertó primero a la mañana siguiente. Se encontró abrazado a Flor, enredados con los pies y sonrió. Hasta ese día, nunca se había despertado tan relajado y feliz.

Comenzó a acariciarle su espalda con suaves mimos hasta despertarla.

Flor: buen día -rascándose los ojos y bostezando- que hora es?

Nico: las 9:20. Dormiste bien?

Flor: si, re profundo. Vos?

Nico: mejor que nunca.

La miró a los ojos y le besó la frente.

Amanecer juntos, contra todo pronóstico, se sintió increíble. Ambos creían que, al conocerse de tantos años y ser compañeros o "amigos", sería raro. Pero para los dos se sintió correcto. Encajaban como dos piezas de rompecabezas.

Nico volvió a su habitación para lavarse los dientes, la cara y vestirse. El plan de ese viernes era ir de compras. Gonzalo los acompañaría, filmando el recorrido. A las 11:00, luego de desayunar, se encontraron con él en el lobby del hotel.

Comenzaron el recorrido. El día estaba un poco nublado y daban probabilidad de lluvias luego del mediodía, pero no hacía frío.

Aprovecharon a comprarse ropa en los locales de sus marcas preferidas, como Adidas o Nike. Flor aprovechó también y se compró un cinturón que había visto y le había encantado, de la marca Diesel. Dudó en hacer esa compra, porque era muy caro. Pero Nico insistió, repitiéndole lo bien que le quedaba, hasta convencerla.

Volvieron al hotel cerca de las 16:30. Por suerte, los vídeos de ese día los habían grabado bastante rápido.

Flor: creo que estoy para dormirme una siestita

Nico: me parece bien. Yo me voy a quedar en el bar con la compu, tengo que trabajar un rato.

Flor: ah, okay -asintió, mostrándose decepcionada.

Comenzó a caminar hacía el ascensor. Nico la miraba desde la puerta. La vio entrar al ascensor y, antes de que las puertas se cierren, se encontró ahí adentro con ella. Los dos solos.

Preso de su deseo, arrinconó a Flor contra la pared del ascensor y la besó con pasión. Ella no opuso resistencia y, por el contrario, jugaba con su boca y su lengua para atraerlo aún más.

La puerta se abrió en el piso de sus habitaciones y se miraron. Flor tomó su mano y lo llevó hasta el dormitorio, donde los besos se intensificaron y la ropa comenzó a escasear.

Flor se sentía en medio de una encrucijada: por un lado, moría de ganas de estar con Nicolás. Estos días en Miami no habían hecho más que avivar el fuego y la química que, claramente, existía entre ellos. Pero, por otro lado, no quería ser (aún más) desleal con Agustín. Alguna explicación iba a tener que darle.

Cuando todo se les estaba a punto de ir de las manos, Flor lo frenó en seco.

Flor: Nico, para.

Nico: que pasa?

Flor: me siento muy culpable. No le puedo hacer esto a Agustín.

Nico: -suspiró- queres hablar con él?

Flor: siento que alguna explicación se merece. No me siento cómoda estando así con vos a espaldas de él, aunque de nuestra relación ya quede poco y nada. O quizás ya no existe.

Nico: está bien. Te entiendo. Queres volver al plan original y dormir un rato? Me puedo quedar acompañándote acá, mientras trabajo con la compu.

Flor: de verdad?

Nico: obvio. Si queres que me quede, me quedo.

Flor: si, quédate.

Sentado a su lado, con una mano en la computadora y la otra en su pelo, la acarició hasta que se quedó dormida.

No le resultó fácil. Aunque la entendía, el deseo lo estaba matando. Pero iba a aguantar lo que ella necesitara.

Al cabo de una hora, Flor dormía profundamente. Nico seguía concentrado en su computadora. En un momento, ella comenzó a hablar dormida:

Flor: mmmm... Nico. No, no, no! No Agustín, no!

Nico la miró extrañado, intentando descifrar qué podía estar soñando.

Flor: pero yo lo quiero! -y de golpe se despertó- Nico?

Nico: acá estoy. Estabas soñando. Que pasó?

Flor: ay, tuve un sueño muy vivido. Se sintió muy real.

Nico: hablabas un montón. 

Flor: mi cabeza me recuerda hasta en sueños que tengo cosas por resolver -rió con desgano- puedo dormir un rato más o tenemos algo que hacer?

Nico: podes dormir.

Flor: Nico...

Nico: que?

Flor: no queres dormir conmigo? Media horita nomás.

Sin decir ni una palabra, Nico cerró la tapa de su computadora y la dejó en la mesa de luz. Se sacó el pantalón y se acomodó a su lado, abrazándola en cucharita.

Durmieron una hora más sin soltarse.

Flor se despertó primero y lo contempló dormir. Empezó a pensar en él, intentando dilucidar qué le pasaba: Era hermoso, eso no podía negarlo. Se sentía cuidada a su lado. Disfrutaba de pasar tiempo con él, aunque estuvieran en silencio o viendo una película. Buscaba estar cerca suyo todo el tiempo y se daba cuenta de que él también. Nunca fueron amigos, por más que ella se lo haya pedido mil veces en todos los años compartidos. Pero... Agustín.

Flor le había mandado un mensaje el mismo miércoles apenas aterrizó en Miami. Él le contestó seco. El resto de sus conversaciones fueron así: cortas, meramente informativas.

Sabía que algo se había perdido. Pero no estaba segura si estaba lista para dejarlo ir del todo.

Agustín era un gran compañero. Llevaban un camino recorrido como pareja. Se conocían hasta los silencios. Su familia lo consideraba parte y lo tenía en cuenta para todo. Habían hablado varias veces del futuro: ella aseguraba no querer hijos ni casamiento. Él era un poco más tradicional, insistía en que algún día cambiaría de idea y formarían una familia numerosa, al menos 3 hijos. Y los nombres ya los tenía decididos también.

No sabía si estaba disponible para todo ese plan. O si se proyectaba viviendo todo eso con él. Ella nunca había sido tan "susanita". No pensaba en casamiento e hijos. Pensaba en proyectos laborales y crecimiento espiritual. Para ella, los vínculos pasaban por otro lado. Se construían.

Su cabeza seguía siendo un quilombo. Sin embargo, cada vez que podía envolverse en los brazos de Nicolás, lo hacía. Cada vez que podía besarlo, lo hacía. Aún sin saber que fuerza la movía a hacer todo eso. Con la decisión tomada de seguir su instinto y no seguir tanto las órdenes de su cabeza, se entregó a esta aventura y se decidió a disfrutarla. En Buenos Aires tendría suficiente tiempo para resolver o ver cómo seguir. 

Siempre fuiste vos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora