CP 3 PARTE 3: FELIPE

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"Tal parece que a alguien le gusta presumir"

Pensé para mis adentros al escuchar las conversaciones que se provocaban en el interior de la clase 10-A.

"Alejandro Ordoñez Salazar, es mucho más interesante de lo que había imaginado."

Los pasillos del segundo piso del quinto bloque  se encontraban vacíos como era de esperarse, los de 10° lo único en lo que tenían que centrarse eran sus clases a diferencia de los de 11 que tenían que prepararse para las ICFES (*) y empezaban a concentrarse en la universidad, por lo que era común que el tercer piso del edificio destinado para los estudiantes de noveno a once, tuviera gente yendo de un lado para otro, incluso aunque fueran las primeras semanas de clase.

"Pensar que hasta hace un año también estudiaba en este piso, ¿por qué me sentiré tan viejo si tan sólo les llevo un año de ventaja?"

Tal vez porque como diría Einstein el tiempo es relativo, de cierta manera puede que las cosas pasen muy rápido, pero a la vez muy lento, hasta tal punto que, aunque sea difícil de apreciar en un año ocurren muchos eventos, lo que sucede es que cuando uno está viviendo esos eventos no se hace consciente del transcurso del tiempo y sólo cuando empezamos a mirar hacia atrás es que nos damos cuenta de todo lo que en realidad pasó. Por supuesto que Einstein pensaba en cosas más científicas, pero lo que yo entiendo es que el tiempo es un concepto que hace efecto dependiendo desde la perspectiva en la que se mire.

El sonido de la puerta del salón abriéndose me sacó de mis reflexiones sobre el tiempo para darme lugar a una escena muy particular.

"Mira a quién tenemos aquí."

El rey del campo me observaba con bastante detalle a través de sus penetrantes ojos azules, buscando y rebuscando algo que al parecer le llamaba la atención.

"Los ojos del dios del fútbol ¿eh? Tan impresionantes como pensaba, pero..."

Desvié mis ojos al suelo haciéndome el que no me interesaba su presencia allí, provocando por tanto que su interés también desapareciera y siguiera con su camino hacia donde sea que fuera.

"Lo siento, pero no es momento para conocernos, no con la situación de la partida actual, aunque con el siguiente movimiento creo que será suficiente para poner todo sobre la mesa y correr un riesgo seguro."

Me dirigí a la puerta entreabierta que había dejado el rey, para asomar mi cabeza a una clase llena de murmullos, una profesora decaída en su asiento, y una chica bastante irritada mordiéndose frustrada la uña de su pulgar derecho.

—Disculpen, ¿Elizabeth puede salir un momento?

Casi como un reflejo natural el salón entero gira su cabeza hacia mí, mientras la chica en cuestión cambió su irritación por algo de sorpresa.

—¿Felipe?

Aprovechando el extraño desconcierto de la profesora Cecilia, Elizabeth salió sin muchos problemas siguiéndome por los largos caminos que se extendían por todas las instalaciones del colegio.

—¿A dónde vamos?

—A la biblioteca.

—¿Para qué?

—Ya te darás cuenta.

Afortunadamente a pesar de que el colegio Esperanza era una institución bastante grande para tratarse de un colegio, estaba dividido por secciones destinadas a determinada función. La primera eran los edificios que te encontrabas al entrar, los cuales eran destinados a las directivas, a los administrativos y a los estudiantes, todos bastante pegados entre sí, por lo que el recorrido del quinto edificio que era en el que se encontraban los estudiantes de grados superiores, al tercer edificio que era para los estudiantes de primaria y en donde se encontraba la biblioteca, era bastante corto.

—¿Ahora sí me puedes explicar qué es lo que quieres? —preguntó Elizabeth una vez ingresamos al aula que ocupaba más espacio de todo el primer piso del edificio.

—Primero, lo primero, los negocios importantes se hacen sentados sobre una mesa—le dije mientras tomaba asiento en la primera mesa que me encontré.

—¿Negocios?

—¿Por qué no me hablas un poco de tu nuevo amiguito?

—¿De quién hablas? ¿Alejandro? Él no es mi amigo.

—Ah es verdad, se me olvidaba, él es tu ahijado—expandiendo sus ojos de golpe, se dejó caer lentamente en una silla frente a mí.

—¿Tú... cómo es que sabes sobre eso?

—Un pajarito me lo contó.

—Pues ese pajarito se encontraba en un lugar bastante interesante como para haber obtenido esa información por casualidad—insinuó Elizabeth sus sospechas de inmediato.

—¿Qué te puedo decir? Cuestión de suerte.

—¿Qué es lo que quieres?

—Nada diferente de lo que tú quieres—le respondí jugando con un lapicero que tenía en mi bolsillo.

—Esta clase de juegos de adivinanzas me irritan

"Tan directa como dicen Lucas y Santiago."

—Jejejeje, no quiero nada en especial, simplemente refundar el equipo de fútbol del colegio.

—¿El equipo de fútbol? ¿Qué le pasó?

—El profesor encargado de nuestra categoría se pensionó el año pasado y no hay nadie que se encargue del equipo, por lo que el rector estaba pensando en no presentar el equipo para los intercolegiados este año y contratar un entrenador para el próximo.

—Así que técnicamente el equipo en estos momentos no existe—concluyó la chica de 10°vmirando hacia el techo con los brazos cruzados.

—Exactamente.

—¿Y tú quieres hacerte cargo de su reconstrucción?

—Aja.

—¿Y necesitas a Alejandro para?

—No solamente quiero reconstruirlo, quiero que el equipo que se forme sea campeón nacional, para eso necesito a los mejores jugadores y tú ya sabes lo de tu amiguito, ¿no? —comenté tratando de transmitirle a Elizabeth mis firmes intenciones de convencer a Alejandro de que se una al equipo.

—¿Entonces por qué no vas a decírselo a él en vez de a mí?—muestra su aparente desagrado a tener que comunicarse con él más de lo necesario.

—Porque ambos sabemos perfectamente cuál es su situación actual con el fútbol.

—¿No es lo que todos los de su generación saben? Se retiró hace 2 años, más allá no sé nada—suelta resignada mirando por las ventanas de la biblioteca.

—Yo no puedo convencerlo de regresar, sin embargo, tú si puedes y de paso ganar el reto que tienen entre ustedes—sorprendida por mi declaración, Elizabeth vuelve su mirada hacia mí con mucha seriedad.

—¿Y cómo haría eso?

"La tengo."

—Dándote una pista del por qué, él abandonó el fútbol.

—¿No que nadie sabía?

—Pregúntaselo a tu querido príncipe azul.

—¿De qué...?

La clave de todo misterio recae en los pequeños detalles, una vez que los tengas es sólo cuestión de unir las piezas, y esa era una habilidad que estaba en el repertorio de Elizabeth Restrepo Ríos.

—¡¿No me digas qué...?! —se levantó de la silla, airada al confirmar la respuesta con mi sonrisa.

—Ese idiota.

—¿Qué te parece querida si te cuento una pequeña historia?


(*) es una evaluación aplicada por el Ministerio de Educación Nacional (MEN) en Colombia con el objetivo de medir las destrezas adquiridas por los estudiantes durante su formación básica y media.

EL SUEÑO DE UN PRODIGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora