Faltaban dos semanas para el partido que tenía William como objetivo de ser protagonista y para ello su esfuerzo llegó a un punto que podría considerarse admirable, todos los descansos tratando con firmeza de quitarle la pelota a un jugador que estaba muchísimo más arriba de nivel que él, entrenando con el equipo infantil del Esperanza a pesar de las burlas de sus compañeros y por la noche siempre dedicando una hora más para buscar diferentes alternativas a su juego que le permitieran hacer frente al omnipotente Alejandro, con todo eso tras sus espaldas, estaba decidido a dar fin a lo que fuera que le produciría quitarle la pelota a su adversario, que siempre llegaba sin la más mínima preocupación.
"A ver, generalmente cuando hago esto, él lo esquiva con mayor facilidad, pero cuando hago esto y esto sus movimientos son menos fluidos, lo que quiere decir que si hago una combinación en el momento de hacer este movimiento puede que encuentre una apertura."
—Maldición, ¡esto es muy complicado!—soltaba William frustrado después de llevar un buen rato escribiendo en su cuaderno toda la información que tenía a su disposición para encontrar alguna posibilidad de victoria, cansado de tantas preocupaciones tiró el cuaderno para cualquier parte y se dejó caer en la zona verde donde había estado perdiendo el último mes.
—¿Qué es lo que tanto garabateas? —pregunta curiosa la bella Elizabeth una vez llega al lugar y toma el abandonado cuaderno.
—Mi plan de acción, he obtenido suficiente información sobre tu novio, la suficiente como para atacarlo seriamente con la intención de acabar con esto—sentenciaba con una seguridad inusual en sus ojos.
—¿Así que piensas derrotarlo hoy?
—Es ahora o nunca, ya he desperdiciado demasiado tiempo.
"Además tengo "eso" como factor sorpresa."
Alejados de esa escena, aparecía un grupo de 3 jóvenes de 10° acompañados por uno de 11, dispuestos a contemplar el que parecía ser el último encuentro/masacre entre William y Alejandro.
—¿Se puede saber para que nos trajiste a ver esta matanza? —comentaba de muy mala gana Santiago Aristizabal con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.
—Mira tú qué cosa tan rara, Santiago hace de aguafiestas, ¿para qué lo invitas Felipe? Ni siquiera va a ser parte del equipo—enfrentaba Lucas a su compañero de ojos verdes, que trató de ignorar la provocación del pelirrojo
—En vez de estar peleando, ¿por qué mejor no le prestan atención a lo que está a punto de suceder?—tal cual padre regañando a sus hijos, Felipe Ramírez calma los ánimos sin desviar su atención de William y Elizabeth.
—Le apuesto al pequeño—dijo Nicolás después de unos segundos de silencio incomodo, ignorando la tensión entre sus acompañantes.
—¿No se supone que Alejandro es tu ídolo? Además, ese sujeto te aplastó la última vez sin hacer el más mínimo esfuerzo, ¿qué oportunidad tiene de hacer algo un chico que apenas si sabe jugar? —cuestionó Santiago confundido a su compañero con peinado de puercoespín.
—¿Qué no es en esta clase de enfrentamientos donde siempre ocurren sorpresas? Puede que Alejandro sea mi ídolo, pero me gustan las cosas que se salen del molde, así que no me importa apoyar a ese niño si logra tal hazaña—respondía Nicolás relajado con las manos detrás de la cabeza.
—Es nulamente posible que algo como eso ocurra.
"Dices eso porque no lo has enfrentado usando toda su fuerza."
—Por eso es que los traje aquí, quiero que observen el juego del pequeñín, puede que aprendamos algo mucho más interesante de lo que creen—dijo Felipe a sus compañeros mirando la hora en su celular.
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EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Teen FictionAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...