Mi mayor debilidad siempre han sido las relaciones humanas, desde que tengo memoria me es imposible entenderme de manera adecuada con alguien. Puedo dominar un montón de habilidades de forma sencilla y aunque es algo que para la mayoría es grandioso, para mí no es más que un acto común como respirar o comer, una capacidad natural que domino por inercia, una puta maldición que me deja como un anormal. ¿Cuántas veces se ha repetido la misma historia? Rodeado de alabanzas vacías que siempre están cargadas de envidia y desprecio, arruinando los sueños de los que se cruzan en mi camino, lastimando a los que tratan de acercarse a este frío corazón y siendo lastimado por un montón de sentimientos superficiales.
—¿Así que se rinde?
Para evitar que ese ciclo se repita, yo...
—Sí señor.
...tengo que continuar por el sendero que he estado persiguiendo desde hace 2 años.
—¿Puedo saber la razón?
—Porque es contraproducente.
—¿Contraproducente? —rascándose la barba castaña bien arreglada, el rector José Hernández alza la ceja curioso de mi decisión.
—El reto no está yendo para ningún lado, además de no representar ningún bien para mí ni para Elizabeth, en vez de eso simplemente nos estamos lastimando mutuamente—a veces hasta yo mismo me sorprendo de lo racional que puedo llegar a ser.
—Es decir que el reto no tiene ningún sentido en este punto.
—Exacto.
—Jejeje, vaya que es amable señor Alejandro.
—¿A qué se refiere? —con una sonrisa, el hombre de traje por encima de todos en este colegio se levanta para buscar en su biblioteca algún libro.
—Me refiero a que no soporta ver sufrir a las personas que están a su alrededor y dadas sus... "deficiencias" en la interacción social que me comunicó Verónica, prefiere tomar distancia antes de que las cosas se le vayan de las manos.
—...—¿cuánto sabe este hombre sobre mi pasado?
—Pero no solamente eso, se aleja de tal manera que parece la obra de un magnífico escritor de misterio.
¡Hey!
—Discúlpeme señor rector, ese comentario me parece que está muy fuera de lugar—no se trata de estupideces como la amabilidad, compasión o consideración, todo lo que he hecho es por mí propio bien, por puro y llano egoísmo, que este señor trate de poner otro significado a mis acciones con esa sonrisa condescendiente es suficiente para querer reventar la silla sobre la que me siento apretándola con toda mi fuerza, es simplemente repulsivo.
—Jojojo—no me parece gracioso—tendrá usted razón señor Alejandro, no obstante, déjeme darle un consejo antes de que tome una decisión de la que se puede arrepentir.
Otro sermón barato de alguien que no sabe lo que está sucediendo.
—Está bien que no le guste lastimar a la gente, sin embargo, tiene que tener en cuenta que como seres humanos lastimamos a otros con el simple hecho de existir.
—¡¿?!
"—¿Por qué? ¡¿Por qué tienes que sufrir tanto por un sujeto tan despreciable?!
—No es para tanto Alejo.
—¡SÍ ES PARA TANTO! ¡¿Por qué lo justificas?! ¡¿Por qué me justificas a mí?! Después de todo el daño que te hemos hecho...
—Eso es porqué los quiero."
Lo sé, precisamente por eso es que me aterra tanto.
—Yo no entiendo esa clase de cosas—la baldosa de esta oficina es tan brillante que puedo ver mi reflejo, ahora entiendo mejor las burlas de la fujoshi a mis ojos muertos.
—Comprendo tu situación, aunque sea cliché decirlo, yo también fui joven, y muchas veces me vi incapaz de escoger el camino correcto—agarrando por fin un pequeño libro de su biblioteca, se sienta otra vez en su silla con un rostro tranquilo—¿quiere que le cuente algo sobre su amiguito William? —debí esperarme esto del rector de esta clase de colegio, tiene ojos en todos lados.
—¿Qué pasa con él?
—A finales del año pasado se iba a retirar del colegio por su "falta de talentos", les decía constantemente a sus padres que no merecía estar en una escuela tan prestigiosa como esta. Debido a sus constantes fallos en el fútbol y a las burlas de sus compañeros adquirió una baja autoestima para todo lo que hacía.
—Sí, se nota con sólo hablarle—por eso es que se lleva tan bien con esa chica
—Soy amigo de los papás de William, por lo que al enterarme de su situación les rogué que lo dejaran al menos durante el primer periodo de este año, les dije que personalmente me encargaría del problema, lastimosamente han ocurrido demasiadas cosas.
—Así que ha incumplido con su palabra.
—Me avergüenza admitirlo, pero así es.
—¿A dónde quiere llegar? —quiero irme a almorzar.
—Elizabeth y usted a pesar de estar en desacuerdo, ayudaron a ese niño.
—Mi intención no es ayudarlo—de ningún modo haría algo tan cruel como darle falsas esperanzas a una gallina de que puede volar.
—Igual lo está haciendo.
—...
—En la interacción humana no existe un método para tratar a los demás, porque para eso sólo tiene que ser usted mismo, hable con los demás a su manera, sea amable con los demás a su manera, ame a los demás a su manera y cuando se equivoque, pida perdón a su manera.
— ¿Aunque mi manera sea la equivocada?
—Visto, lo visto, no puedo decir que su forma de hacer las cosas sea incorrecta, jamás podría decir algo como eso de alguien que se sacrifica en pro de los demás—¿sacrificio? Como si se tratara de eso.
—Creo que aquí hay un malentendido señor, yo no recuerdo haberme sacrificado por alguien.
—Entonces, ¿por qué está haciendo parecer las cosas como si fuera el villano de la historia? —de nuevo dice eso con esa maldita sonrisa, ¿acaso cree que no entiendo las cosas?
—Eso...
—Nadie es perfecto y siempre hay un margen de error en todo lo que se hace, solamente tiene que ser sincero con sus sentimientos y pedir perdón con el corazón cuando se equivoque, si lo que tenía con esa persona se rompe después de eso tan fácilmente, es porque era algo que no merecía la pena.
—Pero...—aunque se tratara de algo falso, aunque se tratara de otra desilusión, ¿qué sentido tiene lanzarme al abismo pensando que algo va a ser diferente cuando puedo estar cayendo en el mismo ciclo sin fin? Lo que dice mi corazón y lo que me dice mi mente, por más que trate de ignorar a uno siempre el otro me termina arrastrando. ¡Mierda, ¿por qué soy tan indeciso?!
—Se lo voy a preguntar claramente, ¿señor Alejandro, usted de verdad quiere dejar las cosas como están, sin descubrir cómo puede terminar todo esto? —más allá de mi respuesta, los esfuerzos de Elizabeth y los esfuerzos de ese enano, no son algo que pueda despreciar así no más.
—No tengo esa respuesta, pero creo que sé dónde encontrarla.
—¿En serio?
—En serio.
—Entonces vaya y alcáncela—sin mirar atrás, salgo corriendo de esa oficina directo a ese campo verde lleno de historias y anécdotas, esperando encontrarlo más hermoso que nunca.
ESTÁS LEYENDO
EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Ficção AdolescenteAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...