CP 1 PARTE 6: VERÓNICA

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Alejandro...

—Ya veo, ¿entonces es así?

—Sí.

... ¿sigues pensando de la misma forma después de lo que pasó?

—En ese caso dime, ¿cuál es la clave para obtener esos resultados?

—No existe tal cosa como una "clave", simplemente naces siendo un ganador o un perdedor, esa es la triste verdad de nuestra existencia.

—¡Eso quiere decir qué...!

—...

—Por favor discúlpame... me dejé llevar.

Tal y como el rector Hernández dijo, esa niña es perfecta para esto, esa fuerte determinación y ese orgullo que únicamente puede ser forjado a base del esfuerzo, son el tipo de cosas que le hacen falta a Alejandro.

—No me importa en lo absoluto, no es como si no estuviera acostumbrado a ese tipo de reacciones cuando hablo de esta clase de temas.

—Entonces tú, ¿de verdad piensas de ese modo?

¡Jejejejeje! Jamás pensé que en verdad esos dos fueran tan diferentes, esto salió mejor de lo planeado.

—¿Por qué? Si tienes tanta experiencia en el fútbol, deberías tener muy claro el valor del esfuerzo y la dedicación a la hora de realizar un deporte.

—Yo...

—¡Disculpen la interrupción! —salto de mi escondite detrás de la puerta para detenerlos, ya obtuve lo que necesitaba de este afortunado encuentro.

Ambos tienen las caras bastante tensas y fastidiadas el uno con el otro, dándome la razón a la hora de tomar la decisión de interrumpirlos (tampoco es que quiera dar spoilers de la función antes de que empiece).

—¿Qué sucede? ¿Por qué esas caras largas?

—Sé que cada quien tiene sus razones para creer en algo. Sin embargo, no puedo evitar rechazar una manera de pensar como la tuya—Elizabeth envía una mirada firme hacia mi hermano, enfrentándolo sin ningún atisbo de duda.

Interesante, esa expresión seria le queda bastante bien acompañada por su imagen elegante tan extraña para una chica de su edad.

—Es tu opinión, no tiene nada que ver con la mía, como tú misma lo dijiste, cada quien tiene sus razones para creer en algo—responde Alejandro restándole importancia al asunto.

—Lo sé, sin embargo, mi naturaleza me obliga a enfrentarme a personas como tú.

¡Es justo esto lo que estaba buscando!

—Realmente eres una persona más rara que yo.

—¿Qué con eso?

—¿De qué te sirve confrontar mis ideales? Digas lo que digas no cambiaré de opinión, por lo que hacer algo como eso es unas completa perdida de energía.

—Porque sé que eres una persona realmente fuerte, más fuerte que cualquiera que haya tenido la oportunidad de conocer.

Hace mucho tiempo que no te veía sorprendido por alguien Alejo. Sus ojos azules se expanden un poco, permitiendo divisar lo espectacular de estos, acompañado por esa boca medio abierta, era una imagen que valía oro para cualquiera que lo conociera de los últimos dos años en los que sus ojos y su cara habían quedado marcados por una frialdad monótona y aburrida.

—¿Qué te hace creer eso?

—Intuición femenina—dice Elizabeth estas curiosas palabras acompañada de una sonrisa dulce que alumbra el lugar, demostrando su sobresaliente belleza, a lo que Alejandro responde con una expresión de confusión en su rostro.

—Bobadas, creas en lo que creas, la realidad es la realidad y nunca se puede escapar de esta. No sé exactamente cuál es tu objetivo con el tenis, pero ten por seguro que a menos que hayas nacido con la bendición del destino, jamás podrás cumplirlo—y regresando a su habitual cara de póker, sale de la habitación no sin antes susurrar en un tono bastante irritado "¿contenta?".

Bastante hermanito, bastante. Está bien tener convicciones propias, está bien tener una visión personal de la vida. Lo malo es aferrarse a esas ideas todavía cuando propiamente sabes que estás equivocado, hasta que no dejes esa terquedad por seguir un camino que sólo te hunde en la oscuridad, jamás podrás reivindicarte de tus errores, Alejo.



EL SUEÑO DE UN PRODIGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora