Una figura nada agradable aparecía frente a mí, con su rostro oculto entre las palmas de sus manos e incapaz de pronunciar alguna palabra, un chico demostraba su derrota total haciendo presente en mi cabeza el montón de veces que también estuve en esa situación.
—¡Maldito!—caminando de un lado a otro por la entrada del cuarto bloque, trataba de encontrar la manera de canalizar mi ira y frustración, ¿por qué las cosas siempre salían cómo él decía? ¿Por qué el mundo se esforzaba tanto por darle la razón a cada rato? Sin importar que tan perturbadoras fueran sus ideas, esa manera de ver el mundo parecía imponerse sobre las demás.
"Cada minuto, cada segundo, actuando como si no sintiera nada, como si se creyera un ser superior con la respuesta a todo, ¿qué tan descarado puede ser? ¡¿Cómo puede ser tan cretino?!"
—Está bien—Dijo por fin el pequeño con el nombre de William después de haber estado un buen rato callado.
—¿Uh?
—No tienes por qué pelarte con tu novio por mí, está claro que él está en lo correcto, soy demasiado débil, por eso es que ellos me tratan de esa forma—comentó sin ocultar su tristeza.
—De ninguna manera está bien que te desprecien de esa forma y mucho peor es que le creas a esos tontos poniéndole limite a tus habilidades—traté de animarlo de alguna forma, a pesar de que fuera la menos indicada para ello.
—Pero ellos tienen razón, nunca he tenido ningún talento.
—¿Y tú les crees? A mi forma de verlo ustedes son unos niños que ni siquiera han desatado la mitad de su potencial y en cuanto al perturbado de Alejandro, la mitad de cosas que dice parecen sacadas de un libro de frases de personajes antisociales, así que no le deberías poner mucha atención.
—Jajajaja—aunque se estuviera riendo, no podía evitar verlo con preocupación por su estado de ánimo.
—Ya te dije que estoy bien, no tienes que mirarme de esa manera, además me sorprende lo bien que tratas a tu amado, creí que los novios tenían que ser cariñosos.
—¿Novios? ¡Nunca estaría con un tipo tan despreciable! Ni siquiera somos amigos para empezar, simplemente terminamos relacionándonos por algún cliché barato sacado del guion de una película de segunda—dije mirando a las lejanías del colegio donde una enorme reja separaba las podadas zonas verdes de las plataneras naturales que crecían por los alrededores, pensando en porque todo el mundo creía que éramos novios cuando no podíamos mirarnos a la cara sin discutir primero.
—¿De verdad no son novios?—preguntó tratando de alejarse de su moribundo estado.
"¿Tanto le importa?"
—No, no lo somos.
—¿Entonces por qué te enoja tanto?
—¿Eh?
—Dices que no llegan a ser amigos, pero pareces muy enojada con él, ¿por qué alguien que no significa nada para ti te altera tanto?
Tengo que admitir que nunca había reflexionado mucho con respecto a ese tema, sabía que la forma de ser de Alejandro me fastidiaba demasiado y quería demostrarle que sus ideales estaban equivocados, también entendía la rabia que me provocaba por recordarme a la yo que en algún momento fui. Pero nunca pensé en el propio Alejandro, en la persona que estaba conociendo, en el chico de ojos muertos que por alguna razón desde esa noche lluviosa se había vuelto una persona muy recurrente en mi vida en tan poco tiempo.
"¿Por qué a pesar de que nos llevamos tan mal siempre terminamos relacionados de algún modo? ¿Por qué a pesar de que tengamos ideales tan diferentes y sepamos que nunca nos vamos a poner de acuerdo insistimos en imponernos sobre el otro? ¿Por qué sin conocerlo en lo más mínimo, me afecta tanto lo que él haga?"
—No lo sé—esa era mi respuesta, una que se merecía un 0 remarcado con rojo.
—¿No lo sabes?
—Cuando hablas de alguien como Alejandro nunca puedes entender exactamente el efecto que causa en la gente, él es de ese tipo de personas que cuando entran en tu vida siempre te dejan marcado de algún modo o al menos es lo que he podido deducir en el último mes—admití apenada y enojada al mismo tiempo.
—Emmm... supongo que lo entiendo, solamente con verlo cualquiera se puede dar cuenta que no es una persona normal.
—Sí, para bien o para mal a ese chico lo hicieron muy por fuera del molde de un humano ordinario.
—Apuesto a que, si me pareciera, aunque sea un poco a él, los muchachos me respetarían como se debe—sus ojos se veían aguados y entristecidos mientras apretaba sus rodillas con fuerza tratando de no derrumbarse, aunque desde mi posición un soplido lo terminaría destruyendo.
"¡No puedo permitir que esto siga así!"
—¡Este no es momento para bajar la cabeza!
—¿Cómo?
—¡Si eres débil entonces levántate y empieza de cero! ¡Esfuérzate para ganarte el reconocimiento de la gente!—motivé a William hablándole con decisión y señalándolo.
—Pero...
—Nada de peros.
Me miraba indeciso, dudando qué decir.
—Te aseguro William que te volverás bueno, ¡yo seré la encargada de entrenarte!
—¿Qué?
—Puede que mi fuerte sea el tenis, pero también sé mucho de fútbol, mucho más que una persona promedio, por lo que te puedo guiar en los aspectos que tienes que corregir de tu juego, ¿qué te parece?
—¿Es un chiste? —preguntó confundido alzando una de sus cejas.
—Por supuesto que no, tienes mi palabra—declaré animada alzándole el pulgar.
—¡Vamos a darle una lección a esos presumidos!
Wiliam me miraba con los ojos vidriosos tratando de encontrar coraje, juntando todo el valor que a sus 13 años podría tener, se levantó de la pequeña silla puesta al lado de la entrada del edificio donde estábamos.
—¡Sí!
Era el momento, el punto de partida, se los íbamos a demostrar, callaríamos a Alejandro y a ese gordito mostrándoles que con el esfuerzo y la dedicación todo era posible. Cruzaríamos las barreras del talento y los derrotaríamos, esa era la motivación que encendía nuestro corazón.
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EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Novela JuvenilAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...