CP 11 SIN PALABRAS

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Faltaban 3 minutos para el final, el marcador se encontraba 3-3, todos se daban por satisfechos con el espectáculo dado por ambos equipos, y parecía que se cerraba el telón del escenario. Aunque, todavía quedaba una escena por aparecer en la historia de este emocionante encuentro.

—Sólo no pierdan de vista mi espalda.

El juego se reactivaba después del gol de los actuales campeones que habían dado todo de sí por defender su orgullo en un amistoso más complicado de lo que hubiesen esperado. La pelota recaía en el 10, en el Rey del campo y protagonista de esta historia, Alejandro Ordoñez Salazar, qué con una tranquilidad deleitante comenzó su avanzada.

"¿Por qué? ¿Por qué unos debiluchos cómo ustedes lo tienen? ¿Qué es lo que necesito para recuperarlo? ¿Qué fue lo que hice para perderlo? El color de mi fútbol que le dio sentido a mi vida, necesito hallarlo, necesito recuperarlo o jamás podre reivindicarme, jamás podre disculparme con ella ni con el montón de personas a las que les hice daño."

Los dos primeros rivales que aparecieron en su camino fueron los delanteros del Libertadores y sus ex compañeros, Darwin y David.

"Por favor ayúdenme."

Alejandro aceleró su ritmo de 0 a 100 en cuestión de un instante, borrándolos del mapa como si de una tempestad se tratara.

"No tengo ni idea cuál es el camino a seguir, necesito que ustedes que lo tienen, ustedes que les dan sentido a sus vidas por medio del fútbol, me den una guía antes de que en serio ya no quede salvación para mi corazón."

Los siguientes en ser derrotados con una media vuelta al estilo Zidane fueron los volantes de contención, inmóviles ante la fluidez de su adversario que no desperdiciaba ni un segundo en sus movimientos como si la pelota fuera una parte más de su cuerpo.

"Así que, por favor, todos ustedes, ex compañeros y compañeros, rivales y aliados, observen muy bien el lugar en que los estoy esperando y alcáncenme con sus esfuerzos, ya que ustedes son... mi última esperanza."

—¡MÍO! —John Morales trató de interponerse en su camino, pero se encontró de frente con aquel fenómeno de la naturaleza rodeado por un aura azul oscura que avanzaba por la cancha ignorando a compañeros y contrarios, con una mirada afilada y penetrante que tenía como único objetivo la portería. El capitán del Libertadores conocía muy bien esa sensación al haber entrenado con él por años, a pesar de conocer sus movimientos y el tipo de amagues que usaba, nunca pudo detenerlo y eso se debía a ese particular ritmo que sólo los regateadores de clase mundial poseen, capaz de engañarte con una leve inclinación de cadera, fue así como cayó presa de un espectacular túnel que encendió a las gradas.

"¡Mierda!"

—¡HASTA AQUÍ LLEGAS!

El siguiente en la lista era el arquero y último hombre del Libertadores que al ver como su capitán y medio equipo fueron destrozados, no le quedó de otra que salir a achicar, sólo para presenciar como el número 10 de la Esperanza picaba la pelota por encima suyo, no quedándole más alternativa a Kevin Mosquera que voltear lentamente para contemplar la conclusión de una obra de arte futbolística.

—...

—...

—...

En medio del silencio Alejandro caminaba tranquilo, paso a paso hasta llegar al lado de la portería, observando la pelota pegada a la red para después levantar el rostro y su puño derecho, mientras el resto veían con la boca abierta el número marcado en su espalda, el número mágico del fútbol, el número de la alegría y los sueños.

—"Gol... gol, ¡Gol! ¡GOOOOOOOOL! ¡INEXPLICABLE! ¡IMPRESIONANTE! INCREIBLE! ¡INDESCRIPTIBLE! ¡MAGICO! ¡EN UNA JUGADA A LO MARADONA, A LO MESSI! ¡EL 10 DEL ESPERANZA DE GRADO 10° CON EL NOMBRE DE ALEJANDRO ORDOÑEZ SALAZAR BARRE POR COMPLETO CON EL MEJOR EQUIPO DEL DEPARTAMENTO Y SENTENCIA EL PARTIDO!"

Los espectadores presentes por fin reaccionaron al escuchar el relato emocionado de Ignacio en la cima de las gradas, saltando eufóricos proclamando al rey de la cancha, rindiéndose a sus pies como los súbditos que eran. Sin embargo, los que no reaccionaban de ningún modo eran los protagonistas del encuentro que después de presenciar semejante despliegue de talento se quedaron mudos, experimentando quizás por primera vez en su vida lo que era estar delante de un posible futuro balón de oro, cuyo talento era capaz de callar al siempre bullicioso campo de fútbol.

"Tan fuerte."

"Tan alto."

"Tan inalcanzable."

"¡Ese es el Rey del campo para ustedes!"

EL SUEÑO DE UN PRODIGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora