CP 2 PARTE 12: ELIZABETH

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Una imagen egoísta.

—¿Qué significa eso?

Alejada de la escena que se había provocado en la cancha, sentada en una de las muchas bancas del colegio a la sombra de un árbol, la nostalgia me invadió.

"—¡JURO QUE TE VENCERÉ GABRIELA!

—Jajaja, puede que algún día lo logres si sigues entrenando duro.

—¡¿Por qué pones esa cara?! ¡¿Acaso dudas de mi capacidad?!

—No se trata de eso tontita.

—¿Entonces qué?

—Tú no lo entenderías.".

Gabriela, después de tanto tiempo y no he madurado nada.

"—¡¿Por qué no soy capaz de vencerte?! Tanto esfuerzo para... nada."

La melancolía en sus ojos, su figura solitaria y su innegable talento natural.

"-...yo soy un ángel de la muerte de los sueños, un prodigio conocido como Alejandro Ordoñez Salazar."

Esos dos son parecidos.

Las extensas zonas verdes del colegio se ven bastante vivas cuando están acompañadas por todos los estudiantes y profesores andando a su alrededor, algunos conversando, otros jugando, otros leyendo y haciendo demás actividades. Esta postal es bastante relajante.

—Ay Dios, ¿qué se supone que haga con todo esto?

Deben faltar 5 minutos para que se acabe el descanso, así que me debería de estar yendo para no pasar inconvenientes con el profe, pero soy incapaz de sacar de mi cabeza esos pensamientos. Alejandro y Gabriela, sé que hay algo que debo de entender con respecto a ese par, pero, ¿qué?

—¿Terminaste de soñar con tu ídolo pop del momento?

—¿Eh?

Tan tranquilo como un monje budista, hace su aparición el auto proclamado ángel de la muerte, elegante con su uniforme de corbata y su casi imperturbable expresión carente de interés por lo que le rodea. Si le quitáramos su muy retorcida personalidad, estaríamos delante de uno de esos príncipes que sólo pueden existir en la imaginación de las niñas de 7 años y que todas las adolescentes desearíamos conocer.

—¿Qué no te gustaba pasar tu tiempo libre a solas?

—¿Qué no me ibas a tener muy vigilado?

—Tuche.

—Realmente estaba disfrutando de una buena siesta hasta que decidí levantarme un segundo para ir por algo de comer.

—Oh, ¿estabas aquí?

—Sí—responde relajado.

—Lo siento, enseguida me voy.

—Tranquila, igual ya no queda nada de descanso.

—Tienes razón.

Ambos guardamos silencio observando en direcciones contrarias. ¿Qué es lo que se debe decir en estos momentos?

"¿V-volvemos ya?"

Ni loca.

—Que disfrutes fantaseando con tus mierdas fujoshi.

Este imbécil.

—¡Por última vez, no soy una fujoshi!

—Sí, sí como digas—el muy maldito se aleja dándome la espalda en dirección contraria a los edificios donde se encuentran los salones de clases, ¿hacia dónde se dirige?

EL SUEÑO DE UN PRODIGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora