Ay Esperanza, puede que en algún momento venir aquí fuera un suplicio, pero a medida que el tiempo avanza y te paras a mirar todo lo que ha pasado, todo lo que viví en este lugar, todas las alegrías y tristezas, es imposible que llegue a este colegio sin una enorme sonrisa.
—Buenas don Enrique.
—¡¿Verónica?!
—Vivita y coliando señor.
—¡Cuánto tiempo sin vernos! ¡Te has convertido en toda una mujer!
—En realidad vine aquí en enero, claro que usted no me vio porque andaba con Clara en Bélgica.
—¿Es un reclamo?
—Para nada, hay que disfrutar de la vida.
-En eso sí tiene toda la razón, a mis 60 años aprovechar que mi hija salió pila pal estudió y pudo ir al extranjero, ¿no está mal verdad?
—En lo más mínimo.
—Y dígame, ¿qué la trae por aquí en un día tan corriente?
—Vine arreglar un asuntillo de mi hermano.
—¡¿Su hermano estudia aquí?!
—Sip entró este año apenas.
—¡Ah! Menos mal, ya me iba a pegar en la cabeza por no haberlo reconocido si llevaba un tiempo aquí.
—Discúlpeme que interrumpa la conversación así don Enrique, pero, ¿puede dejarme pasar? Es que tengo un poquito de afán.
—¡Ay es cierto! Acaban de timbrar hace nada y en esto salen los muchachos, pase por favor.
—Gracias don Enrique, un día de estos hablamos con más calma.
—¡Adiós monita!
Ese don Enrique, tan amable como de costumbre.
Avanzando por el pobladísimo estacionamiento, esquivando vehículos y jóvenes rebosantes de vida a la vez que buscó un lugar para aparcar el carro, también trato de ubicar a cierto adolescente cuya energía vital es equivalente a -1.
—¿Dónde estará ese sinvergüenza?
El sexto sentido de una mujer nunca se equivoca, más con un hermano como Alejandro que siempre provoca unos presentimientos bastantes negativos a los que hay que prestarles bastante atención. Girando el volante hasta más no poder cómo una digna piloto de Gran turismo o Forza motors (*), por fin encuentro un lugar en un rinconcito frente al edificio principal donde había una pequeña banca que habían instalado el año en que me gradué, usada durante la salida mientras esperábamos el timbre que diera fin a la jornada escolar.
—Eh, casi que no encuentro un lugar.
Moviendo sutilmente el automóvil para que no se chocara contra el auto pegado al otro lado, me encuentro con una persona que estaba deseando con todo mi corazón ver.
—¡Hey Elizabeth!
Saliendo de lo que parecía ser una reflexión muy profunda (por favor que no sea por mi hermano) me sonríe sutilmente con una delicadeza que cautivaría a cualquiera.
—¿Cómo has estado? No nos hemos visto desde esa noche—saludo mientras salgo del carro y me acerco tranquila.
—Bien, acostumbrándome a la rutina de una estudiante de 10°—dice poniendo un rostro agotado.
—Sí, 10° es un año complicado, sobre todo porque tienes que empezar a estudiar para las ICFES.
—Por favor no empiece con esa charla, ya tengo suficiente con el discurso de mis papás.
—Tienes razón, esa época es horrible, pero dime, ¿cómo han estado las cosas con mi hermano? Tengo entendido que quedaron en el mismo grupo.
—Ah...esto, pues...—mierda, que agache la cabeza y desvíe la mirada, es la peor de las señales. ¡Puto sexto sentido femenino!
—¿Verónica?—esa voz muerta, jejejeje ¡jejejejeje! Dios sin duda es mi más poderoso aliado en esta clase de ocasiones.
—¡Hola hermanito de mis amores! ¿Cómo te ha ido hoy?
—Bien—tan cortante como de costumbre, hace su aparición mi queridísimo hermano menor, que lleva puesto el uniforme de cualquier forma con la camisa fuera del pantalón remangada hasta los codos y la corbata desajustada. Si el rector José lo viera de esa forma sin duda tendría una larga llamada llena de quejas.
—Vaya, también es un placer verte.
—Nos vemos todos los días y me preguntas siempre lo mismo, ¿cómo quieres que te responda?
—Cómo un ser vivo quizás.
—Jaja, que chistosa, deberías ir a Sábados felices (*)—me responde poniendo su mochila sobre el hombro, mientras notó el esfuerzo que hace por ignorar a Elizabeth.
—Bueno ya que por azares misteriosos de la vida nos hemos encontrado todos, ¿qué les parece si los llevo a casa? —ahhh, no me queda otra que volverme a entrometer.
—Creo que lo mejor sería...
—¿No se suponía que debías estar en la universidad?—pregunta mi hermano transmitiendo su desconfianza.
—Terminé clase temprano y decidí venir a recogerte, ¿hay algo malo con eso?
—¿Y por qué también quieres llevar a Elizabeth?
—Porqué es tu compañera y me la encontré apenas entré, así que quería hacerle un favor.
—¿Un favor tuyo? ¿De mera alegría?
—¿Por qué mejor no sueltas lo que piensas de una buena vez y te dejas de tonterías Alejo?—tengo que admitir que hasta a mí me logra poner algo nerviosa este pretensioso culicagado cuando discutimos.
—Dadas las circunstancias creo que ya sabes eso de sobra, ¿cierto fujoshi?
Tensa la bella adolescente desvía la mirada de Alejandro sin saber que decir.
—Yo...
—Sólo vámonos de una buena vez—Alejandro se rinde apenas ve que no tengo muchas ganas de hablar sobre el asunto, dirigiéndose a las busetas.
—¡Esperen!
—...
—...
—¿Quieren una explicación? Súbanse al auto—yoque venía de tan buen humor por el grandioso clima.
(*) Gran turismo (GT) y Forza Motors, son dos series de videojuegos que se enfocan en la simulación de conducción. Gran turismo es una exclusiva de las consolas de Sony (Playstation) y Forza Motors de las de Microsoft (Xbox).
(*) Es un programa humorístico de la televisión colombiana con varios años de emisión, todos los sábados de 8 a 11 de la noche es transmitido por el canal Caracol.
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EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Novela JuvenilAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...