Una risa estridente sonaba con mucho eco por toda la casi vacía sala de profesores, las carcajadas no eran otras que las del profesor Diego Pineda, cuya imagen como profesor infundía 0 respeto.
—¡Jajajajaja! De verdad que la gente no miente cuando dicen que los prodigios tienen su cosa.
—No se ría profesor, esto es grave—contrastando con nuestro despreocupado entrenador estaba Felipe, quien, si bien parecía ser bastante tranquilo y confiado, se nota que es del tipo que se toman sus responsabilidades demasiado en serio, hasta el punto de incomodarse por el papel que les pasé, que se notaba había sido hecho sin mucha rigurosidad que digamos.
—¿Qué es lo que tiene de malo? Me parece que está todo lo que me pidieron, ¿no?
—Cierto, pero me cuesta tomarme este papel en serio cuando le inventas sobrenombres a más de la mitad del equipo, ¡ni siquiera te acordaste del nombre del profesor! —reclamaba el cuatro ojos señalando la hoja con el tipo de expresión que pone un docente con su estudiante problema cuando le está enseñando su boletín de notas.
—Te lo tomas muy en serio Felipe, con esta información es más que suficiente—dijo el profesor Diego deteniendo las réplicas del estudiante de último grado.
—¡Pero profesor!
—Gracias por tu trabajo Alejandro, ahora vuelvan a sus clases.
Dando media vuelta, recorría los vacíos caminos verdes de la escuela que había empezado con sus actividades habituales.
—Así que incluyes a Santiago, ¿eh? —me alcanzó Felipe regresando a su mod habitual, metiéndose en mis asuntos para variar.
—Conociéndolo tarde o temprano recobrará su orgullo y terminará llegando.
"Desde que lo conozco siempre ha sido así."
—¿Quién lo diría? A pesar de llevarse tan mal lo tienes en una estima muy alta—Felipe soltó ese comentario con una risita condescendiente que me chocaba bastante.
—Lo único que digo es la verdad y nada más.
—Quizás tengas razón—decía sin desdibujar su sonrisa cortés y amigable que lo volvía tan misterioso a veces al no saber lo que estaba pensando con exactitud.
—Por cierto...—pensando muy bien mis palabras, solté la pregunta que me perseguía desde el primer momento que Felipe se me acercó—... ¿cuál es tu motivo para formar este equipo? ¿que ya no estás en una escuela de fútbol?
—Es raro que seas tan curioso, ¿cuál es mi motivo? Ninguno, sólo me parece un desafío interesante formar un equipo desde cero, ¿qué no es esa nuestra naturaleza? Con cada obstáculo superado viene uno nuevo, mi único propósito es probar lo máximo posible mis habilidades en un mundo lleno de monstruos como tú.
"Otra vez esa mirada, desde que empezó a hablarme de sus intenciones, noto esa hambre insaciable en sus ojos"
En conclusión, el estudiante modelo del colegio Esperanza, era alguien de quien había que cuidarse.
—Comprendo.
—¿Y su majestad? ¿Cuál es su objetivo?
Pero incluso así, aunque ese equipo estuviera lleno de raritos tan perturbados como yo, por primera vez en mucho tiempo, sentía que por fin podría empezar a mirar hacia adelante y poner algo de color a todo ese paisaje gris que me rodeaba desde que tenía memoria.
—No tengo la menor idea, sólo sé que ustedes son mi última esperanza—al decir esto miré al frente, encontrándome con el sol que lucía tan radiante como siempre en el colegio Esperanza y para mi sorpresa, no se veía tan repugnante.
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EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Novela JuvenilAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...