CP 12 LA ESPALDA POR ALCANZAR

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                                                                 ELIZABETH

—"Gol... gol, ¡Gol! ¡GOOOOOOOOL! ¡INEXPLICABLE! ¡IMPRESIONANTE! INCREIBLE! ¡INDESCRIPTIBLE! ¡MAGICO! ¡EN UNA JUGADA A LO MARADONA, A LO MESSI! ¡EL 10 DEL ESPERANZA DE GRADO 10° CON EL NOMBRE DE ALEJANDRO ORDOÑEZ SALAZAR BARRE POR COMPLETO CON EL MEJOR EQUIPO DEL DEPARTAMENTO Y SENTENCIA EL PARTIDO!"

—¡¿QUÉ ES LO QUE ACABO DE VER?!

—¡ESE TIPO ES UNA BESTIA!

—¡QUÉ GENIAL!

—¡FANTÁNSTICO!

—¡ESE ES UN VERDADERO 10!

Por fin lo había visto, lo que tanto ansiaba conocer, lo que desde el primer momento detecté, lo que me había demostrado en pequeñas migajas, el talento del mejor jugador de fútbol de nuestra generación cumplía con creces las expectativas, haciendo que todos lo bañaran en elogios.

—Ese sujeto sin duda no es humano—susurraba Santiago con una expresión muy seria.

—Estoy de acuerdo—comentó William totalmente sorprendido.

Ignacio seguía gritando por el micrófono cuanto alago se le venía a la cabeza, mientras Paula exclamaba emocionada.

—¡Tenías razón Elizabeth, ese chico es toda una estrella! ¡Ampliare su entrevista apenas se acabe el partido!

"Ahora entiendo."

Por primera vez en lo que llevaba de conocerlo pude ver algo de su verdadero ser, siempre oculto por su capa de indiferencia.

"—...solamente tienes que venderle tu alma al fútbol."

Elegante, preciso y simple, el juego de Alejandro era como leer el manual del mediocampista perfecto, impecable hasta un punto que resultaba perturbador.

"No jodas perturbado, esto no puede ser resultado del talento, para llevar a cabo un estilo de juego como ese, se debe requerir de una comprensión del fútbol que sólo puede ser obtenida a través de un profundo estudió a las bases de este deporte."

La conclusión era simple, Alejandro seguía amando al fútbol desde lo más profundo de su corazón, lo noté cuando se enfrentaba a William y el partido contra el Libertadores lo confirmaba, lo amaba hasta tal punto de dejar cada pisca de su ser en él. Ese estilo que lo convirtió en el Rey del campo, era el resultado de ese amor, no obstante, esa última jugada que rompía por completo con lo que había sido su participación en el encuentro, tenía un significado radicalmente diferente.

"¿Qué fue lo que hiciste tan grave como para que creyeras que no tenías derecho de volver a jugar?"

Ese amor, ese estilo de fútbol casi perfecto, había sido también su perdición.

—Santiago.

—¿Sí?

—¿A quién más lastimó Alejandro después del último partido que tuvieron ustedes dos?

—¿Cómo? —sobresaltado por mi pregunta ni siquiera se molestó en ver a la cancha cuando el silbatazo final proclamaba la victoria de nuestro colegio ante los campeones departamentales.

EL SUEÑO DE UN PRODIGIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora