Hace 2 años y medio:
Sus ojos verdes se encontraban vacíos como el cielo blanco de aquella tarde, caído de rodillas sobre el césped con la cabeza gacha mientras las lágrimas caían sobre sus cachetes, con el frío helándole hasta los huesos y con su camiseta marcada con el número 4 repleta de mugre, las únicas palabras que podían pronunciar sus labios transmitían una ansiedad y una desesperación sofocantes.
—¿Por-por qué?
El orgullo de Santiago Aristizabal Cárdenas había sido destrozado de tal manera que era incapaz de reaccionar, consumido en un shock provocado por la figura que lo observaba inmutable, casi ignorando su existencia.
—¿Qué no es obvia la respuesta Santi? —mostrando una indiferencia que en esos tiempos era atípica de él, suplantando su habitual sonrisa y sus ojos llenos de vida, por una cara inexpresiva y unos globos oculares azules muertos, la imagen de Alejandro Ordoñez Salazar se parecía más que nunca al de la actualidad, midiendo 1,67 y con el pelo más corto, pero con la misma capacidad de hacer sentir insignificantes a los que hay a su alrededor.
—¿De... qué estás... hablando? Tú no eres así... nos conocemos desde que somos niños... ¡nosotros...!
—Nosotros estábamos destinados a esto desde esos tiempos, ¿qué no lo entiendes Santi? Pertenecemos a mundos diferentes, es normal que seamos incapaces de entendernos, es normal que sin importar cuanto lo intentes te sea imposible siquiera acercarte donde estoy yo. Desde un principio has seguido el camino equivocado, sólo era cuestión de tiempo para que te dieras cuenta de esa realidad.
—¡PERO...! —Santiago alzó su rostro frustrado para enterarse de lo distantes que se encontraban sus sentimientos en ese momento.
"¿Cómo te lo puedes tomar con tanta calma? ¿Es que no te importa? Todos estos años tú..."
Era inútil, todo lo que había logrado, todo lo que deseaba había sido aplastado con una facilidad realmente escalofriante, luchar contra una fuerza tan abrumadora como esa era una locura.
—Es mejor abandonar un objetivo imposible de cumplir a sufrir decepción tras decepción, entre más rápido te des cuenta de que es imposible huir del destino, menos sufrirás en tu vida Santiago. Abandona esos sueños inútiles antes de que termines como yo.
Esa fue la última vez que ambos pisaron una cancha de fútbol, la última vez en que Santiago sufrió por culpa de esfuerzos inútiles y la última vez que se vio abandonado en la soledad por culpa de la derrota.
En la actualidad:
El polideportivo del colegio Esperanza se encontraba abarrotado de gente por el primer partido del año del equipo de voleibol que estrenaba su título como campeón nacional, entre los espectadores estaba Elizabeth confrontando a su amigo de ojos verdes que evitaba por todos los medios evitar tocar el tema que los había reunido allí.
—¿Cuándo pensabas contarme?
—¿Contarle qué, mi princesa? —preguntaba con una sonrisa de galán Santiago que fue pasada de largo por la seriedad de su amada.
—Sobre lo que pasó entre Alejandro y tú.
—Ahhh, debí suponer que Felipe te lo diría—suspiró aparentando tranquilidad, a pesar de que su puño derecho se cerraba con fuerza.
—Supongo que tú más que nadie debe entender que la culpa no es sólo de él por lo que pasó.
—Sí.
—¡¿Entonces por qué nunca...?!
—Porque por mucho que duela decirlo, él tiene razón—comentó Santiago mirando al suelo derrotado.
ESTÁS LEYENDO
EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Ficção AdolescenteAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...