La calidad de un jugador de fútbol se nota por su forma de controlar el balón y sus pases, ya que es una señal de que tan familiarizado está la persona con el deporte al ser las dos acciones más básicas del mismo, por lo que a cualquiera que lo haya practicado le es fácil detectar cuando alguien es calidoso antes de que tenga que hacer una jugada llamativa. Y en el caso específico de los 21 miembros del equipo formado por Felipe, todos y cada uno de ellos tenía una calidad de la más alta que te podías encontrar en el departamento a nivel juvenil.
—¡WOW! ¡Son realmente buenos! —decía sorprendido el pequeño alumno de Alejandro.
—Demasiado para haber sido reclutados por desesperación—comentaba Elizabeth inusualmente seria.
—¿Qué estás insinuando?
—...
"Así que decides ignorarme, ¿eh?"
—¿Qué quieres decir? —Transmitió mi pregunta William, apiadándose de mí por estar sufriendo la ley del hielo.
—Pues que Felipe tenía la información de todos antes de reclutarlos, al igual que sabía todo sobre Alejandro cuando habló conmigo para que lo ayudara a que se uniera al equipo.
—Pero, ¿cómo pudo obtener la información de los estudiantes de nuevo ingreso?
—No tengo la menor idea—Elizabeth se Mordió el labio inferior ante la pregunta del pequeño de 8°, rindiéndose con un suspiro.
—Felipe tiene influencias de renombre en el colegio—me atreví a intervenir al ver que la conversación no iba para ningún lado, aunque Elizabeth no me pone ni la más mínima atención, clavando sus ojos en la cancha.
"¿Qué es esa forma nueva de enojarse? Es incluso más aterradora que cuando comienza a gritar como loca."
—¿Qué clase de influencias? —preguntó William tratando de evitar la incomodidad causada por el silencio entre nosotros.
—El rector del colegio es su padrastro.
—¡¿Cómo?!
—Eso explica mucho—es la única respuesta que obtuve de Elizabeth con un tono reservado y cortante.
"Debí imaginarme que era de las rencorosas."
Aunque sería pretencioso decir que ella se encontraba así porque estaba enojada conmigo. Lo cierto es que sus ojos se enfocaban en el discreto, pero preciso rey de la cancha que mostraba su aterrador entendimiento del juego.
"Aún con 2 años sin jugar un partido real, él sigue estando un nivel por arriba de todos."
Nada había cambiado en los últimos 2 años a excepción de su rostro inexpresivo, que demostraba su esperanza perdida.
"Tú deberías ser más consciente que cualquiera de lo imposible que es ese ridículo objetivo."
Pero aun siendo de esa manera, él había vuelto al campo de batalla.
"¿Por qué? No lo entiendo."
—La derrota es algo curioso, representa todos nuestros fallos como deportistas, pero al mismo tiempo nos muestra el siguiente paso a seguir.
—¿Eh? —sorprendiéndonos con ese comentario, me encontré con una mirada severa de Elizabeth dirigida hacia mí.
—Yo...—ante mi incapacidad de responderle, ella devuelve su rostro hacia el partido.
—¿Y ese comentario qué? —la cuestionaba William, recibiendo una respuesta extraña.
—¿Quién sabe? Sólo se me vino a la mente.
"—Así que independiente de que no lo entienda, independiente de que no sé lo que busco ni la razón, volveré a luchar una vez más, para poder encontrar lo que perdí."
"Alejandro cambió por tu influencia, pero tú también has cambiado en este tiempo que has pasado con él, ¿no?'"
Mi viejo amigo estaba buscando otra vez su camino. Él que lo había perdido todo, mientras yo, que por una derrota había arrojado todo estaba sentado sin hacer nada.
"¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy dudando tanto?"
Nunca mi intención con el fútbol fue algo tan grande como volverme campeón del mundo, tampoco buscar respuestas tan existenciales como las que quería Alejandro, ni mucho menos cambiar el mundo que me rodeaba cómo pretendía hacerlo Elizabeth.
—Es hora de que me vaya—Elizabeth se levantó de golpe.
—¿A dónde vas? — le preguntó William.
—Yo también tengo un sueño que alcanzar.
Ahora lo recuerdo, lo único que quería era demostrarle mi valor a la chica que me gustaba, quería mostrárselo porque siempre pensé que sería imposible que pudiera estar a su lado. ¿Cómo podría interesarle a alguien tan genial? Siempre construyendo su camino, superando las expectativas que cualquiera pudiese tener, rompiendo sus límites. Más allá de su apariencia de princesa de cuento de hadas, lo que me enamoró de ella fue esa personalidad indomable capaz de lograr lo que se proponía.
—Qué forma tan genial para decir que va a entrenar—sonreí por la ocurrencia del pequeño William al ver a Elizabeth irse.
—Así es ella.
"Esa era la razón por la que quiero ser el defensor más fuerte, para poder ser digno de ti y es esa misma razón por la que no puedo regresar después de haber sido humillado por Alejandro, porque no puedo hacerle frente a alguien tan abrumadoramente fuerte y tú ya tienes tus ojos en él."
Unos ojos que jamás ni por un único segundo se habían fijado en mí.
—Niño.
—¿Niño? ¡Soy un preadolescente!
Miré a William de arriba abajo, a pesar de que su figura no inspiraba ninguna confianza, se las había arreglado para hacer lo que yo nunca pude hacer desde que jugábamos en distintitos equipos, enfrentar a Alejandro sin miedo.
—No le falles nunca a Elizabeth y Alejandro.
—¿Uh? ¿Qué quieres decir? —buscaba explicaciones enfrentándome con sus ojos cafés corrientes, llenos de ilusión y esperanza por el futuro.
—No es necesario que lo entiendas ahora, sólo sigue avanzando.
"Probablemente algún día, tú le puedas dar a las dos personas que admiro lo que jamás pude darles."
Con esas ideas agridulces terminé yéndome casi que inconscientemente a tomar un jugo Hit a la cafetería y creo que jamás en mi vida había sentido un jugo tan amargo en mi lengua.
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EL SUEÑO DE UN PRODIGIO
Teen FictionAlejandro Ordoñez Salazar era considerado como la mayor promesa del fútbol colombiano ganando 4 campeonatos nacionales consecutivos con su legendario equipo el Quindío Spurs. Sin embargo, cuando se encontraba en su mejor momento desapareció. Dos a...