El sol ya había comenzado a ponerse cuando Danielle y Macarena seguían sentadas en el sofá, el ambiente de la casa fría y moderna contrastando con la calidez de la conversación que estaban teniendo. Macarena observaba a su amiga con una mezcla de sorpresa y curiosidad. Jamás había visto a Danielle hablar con tanta sinceridad sobre sus sentimientos, y mucho menos de alguien como Stefania Spampinato.
Danielle respiró hondo antes de hablar, sintiendo que por fin iba a liberar el peso que llevaba encima.
—Macarena... hay algo que tengo que decirte —empezó, evitando la mirada inquisitiva de su amiga por un segundo—. Es algo que ni yo misma había podido admitir, pero creo que ya no puedo seguir ignorándolo.
—¿Qué cosa, Dani? —preguntó Macarena, intrigada, inclinándose hacia adelante con los brazos cruzados—. ¿Es sobre Stefania, verdad?
Danielle asintió, mordiéndose el labio con nerviosismo.
—Sí, es ella —dijo, finalmente levantando la vista para enfrentarse a los ojos de Macarena—. Me gusta... Me gusta mucho, Maca. Y no es solo atracción. No sé cómo explicarlo, pero cuando estoy cerca de ella, todo cambia.
Macarena abrió los ojos con sorpresa y esbozó una sonrisa, divertida.
—¿Te gusta... mucho? ¿Estás enamorada de ella, Dani?
Danielle tragó saliva, insegura de cómo responder, pero sabía que la verdad era ineludible.
—Sí, creo que sí... Me estoy enamorando de Stefania. Y es tan confuso, porque ella es mi rival, pero cuando la miro a los ojos... esos ojos castaños que parecen traerte paz en medio del caos... todo lo demás desaparece. Su mirada me calma, Maca. Y no solo eso... sus besos, sus labios suaves... —su voz se quebró un poco, pero siguió adelante—. Me encantan. Me siento perdida y encontrada al mismo tiempo cuando estoy con ella.
Macarena estaba visiblemente sorprendida. Sabía que Danielle no era del tipo de personas que hablaban abiertamente de sus emociones, y mucho menos que se dejaban atrapar por ellas. Esto era algo nuevo.
—¡Wow! —exclamó Macarena, recuperando la compostura—. Dani, nunca pensé verte así. Siempre tan fría, tan controlada, y ahora... ¿estás enamorada de tu rival? Esto es mucho más grande de lo que imaginaba.
Danielle se dejó caer hacia atrás en el sofá, soltando un suspiro.
—Lo sé. Es una locura. Me gusta tanto ese juego que tenemos, esa manera de desafiarnos y coquetear a través de los mensajes. Siento que me conoce de una forma que nadie más lo ha hecho, y quiero conquistarla, Maca. Quiero que sea mía, pero no sé cómo hacerlo. Cada vez que la veo, pierdo el control, y eso me asusta. Es tan diferente a todo lo que he sentido antes.
Macarena sonrió, claramente emocionada por la confesión de su amiga.
—Dani, esto es increíble. Estás enamorada de verdad. Y si lo que sientes es tan fuerte, deberías dejar de jugar a la rivalidad y empezar a mostrarle quién eres realmente. Conquistar a alguien no es solo hacer que te desee, es hacer que confíe en ti. Tal vez eso es lo que necesitas con Stefania.
Danielle asintió, sabiendo que Macarena tenía razón, pero también sintiendo la incertidumbre que venía con abrirse emocionalmente de esa manera.
—No sé si estoy lista para eso —murmuró Danielle—. Me aterra que todo esto salga mal, y sé que mi padre jamás aceptaría algo así. Es como si tuviera dos fuerzas dentro de mí, una que quiere seguir compitiendo y ganando a toda costa, y otra que solo quiere estar con ella.
Macarena, siempre la pragmática, le dio un suave empujón en el hombro.
—Pues tienes que decidir, Dani. No puedes seguir así para siempre. Y si lo que quieres es a Stefania, entonces ve por ella. Pero sé honesta contigo misma y con ella. No puedes seguir con este juego de tira y afloja eternamente.
Danielle sonrió, agradecida por las palabras de su amiga.
—Tienes razón. Ya es hora de que deje de complicarlo todo y simplemente sea sincera con lo que siento.
Justo cuando la conversación empezaba a calmarse, el teléfono de Danielle sonó nuevamente. Esta vez, no era Stefania, sino su padre, Richard Savre. El nombre en la pantalla hizo que todo el ambiente cambiara de inmediato. Danielle suspiró y contestó la llamada, sabiendo que cualquier cosa que su padre tuviera que decir no sería fácil de escuchar.
—¿Papá? —dijo, su tono distante.
—Danielle —la voz de Richard era fría, más fría de lo habitual—. Necesito que vengas a la oficina. Hay cosas que debemos discutir.
Danielle frunció el ceño. Algo en el tono de su padre la puso en alerta.
—¿Qué está pasando?
—La situación con Stefania Spampinato ha escalado demasiado —respondió Richard con dureza—. Y ya no se trata solo de carreras. Estás jugando con fuego, y no pienso permitir que sigas manchando nuestro nombre con esta... distracción.
Danielle sintió un nudo en el estómago. Sabía que Richard había notado su cercanía con Stefania, pero no esperaba que reaccionara tan rápido y con tanta fuerza.
—No es asunto tuyo, papá —respondió Danielle, tratando de mantener la calma.
—Sí lo es —replicó Richard con firmeza—. Estás poniendo en peligro todo lo que he construido. Y si no cortas esto de raíz, lo haré yo. Ella no es más que un obstáculo, y ya he empezado a planear cómo sacarla del camino.
Danielle sintió que la sangre se le helaba en las venas.
—¿Qué estás diciendo? —preguntó con un tono que intentaba ocultar el miedo.
Richard hizo una pausa antes de responder, y cuando lo hizo, su voz era aún más fría.
—Solo te diré esto una vez, Danielle: O te mantienes alejada de esa mujer, o te arrastraré conmigo en esta caída. Stefania Spampinato no tiene idea de lo que se avecina. No es solo una carrera lo que está en juego, es nuestro legado, nuestra familia. Y no permitiré que ella, ni nadie, lo destruya.
Danielle colgó el teléfono con las manos temblorosas, su mente llena de confusión y miedo. Sabía que su padre era implacable cuando se trataba de negocios, pero esta vez... esta vez sentía que estaba dispuesto a cruzar cualquier línea.
—¿Dani? —preguntó Macarena, claramente preocupada por la expresión pálida de su amiga—. ¿Qué pasó?
Danielle levantó la mirada, con el rostro serio y el corazón latiendo rápido.
—Richard está planeando algo contra Stefania. Algo grande. Y no va a parar hasta destruirla.
Macarena se inclinó hacia ella, frunciendo el ceño.
—Entonces tienes que actuar rápido, Dani. Si de verdad sientes algo por Stefania, no puedes permitir que tu padre haga esto.
Danielle asintió lentamente, sabiendo que tenía razón. El juego entre ella y Stefania se había vuelto mucho más peligroso de lo que había imaginado. Ahora, no solo tendría que luchar por sus sentimientos, sino también proteger a la mujer que amaba del hombre más despiadado que conocía: su propio padre.
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Rivalidad -
Fiksi PenggemarEn el mundo de las carreras, dos mujeres se enfrentan en una batalla que va más allá de la pista. Stefania Spampinato, una prometedora corredora italiana, llega a Los Ángeles con la misión de vencer a Danielle Savre, la campeona local. Mientras sus...