CAPÍTULO TREINTA Y SIETE

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LEYLA STERNE

—Pueden quedarse el tiempo que deseen —me dice la señora Romanov—. Leyla, no te escaparás de mí. Debemos conversar mucho e incluso ver algunas películas. Dime, ¿te gustan las comedias románticas?

Sonrío ligeramente ante su mención. En realidad, había visto muy pocas, casi contadas con los dedos de una mano, gracias a Avery.

—Por supuesto, veremos todas las que usted quiera —respondo. Ella hace un gesto de emoción antes de dirigirse a su hijo.

—Simon, acompaña a Leyla a su habitación. Ayúdala a acomodar todo y pediré que nos preparen algo —le indica. Él asiente y se coloca a mi lado, tomando mi mano para guiarme.

—Ven, te llevaré —dice antes de tomar las maletas con la otra mano y cargarlas.

Subimos por las escaleras y recorremos un pasillo adornado con numerosos cuadros y fotografías en cada pared. Nos detenemos frente a una puerta de madera oscura, que Simon abre.

—Bienvenida —me invita a entrar y lo sigo. Deja las maletas en el suelo y se acerca para atraerme hacia él—. ¿Cómo te sientes?

Su cercanía me envuelve y sus manos caminan hacia mi cabello, deslizándolo detrás de mis orejas. Levanto la mirada y una pequeña sonrisa se dibuja en mis labios.

—Me gusta. La otra vez estuve aquí para el cumpleaños de tu madre —comento. Él se inclina para besar mi frente y continúa escuchándome—. Gracias por traerme, de verdad.

—Esto será temporal, mientras busco otro lugar —sus manos enmarcan mis mejillas, acariciando mi piel con los dedos.

Obtuve paz nuevamente. No había pensado demasiado en lo sucedido, incluso sentía como si aún no lo procesara por completo.

—Si te sientes incómoda en algún momento, dímelo. Haré lo que necesites.

Asiento y soy yo quien rodea su cintura, abrazándolo.

—Quédate conmigo —murmuro—. Es decir, todo el tiempo. Te necesito mucho, Simon... eres lo único que me queda.

Él toma mi rostro entre sus manos y lo inclina para que pueda verlo. Sus ojos brillan al mirarme, y una corriente de tranquilidad me envuelve al instante.

—No me iré —promete—. Nunca me alejaré de tu lado. Sé que aún estás herida por todo lo ocurrido y quiero saber si te sientes mejor, cariño. Dime si te duele algo o si hay una cosa que pueda hacer para que te sientas mejor.

La humedad que se acumula de repente en mis ojos es abrumadora. Nunca en mi vida había tenido a nadie más que a mí misma. Siempre pensé que ningún hombre sería capaz de amarme, pero entonces noté cómo a Simon le brillaba la mirada al verme, como si fuera una joya preciosa o el amanecer más bello que alguien hubiera contemplado. Lo quería y nunca había querido a nadie tanto como a él.

No me di cuenta de que estuve en silencio hasta que uno de sus dedos volvió a rozar mi piel, secando una lágrima que acababa de caer. Su gesto se suaviza y entonces vuelve a hablar.

—¿Te duele algo? No me gusta verte así, por favor, dime qué sucede —su tono bajo y la preocupación en su mirada me estrujan el corazón.

—Es solo que... me he ido del pueblo —mi voz tembla a medida que las palabras salen, haciéndome sentir tan insignificante—, y creo que ni siquiera les ha importado. Incluso siento que no se han dado cuenta.

Si quería evitar llorar, mis débiles esfuerzos se habían ido por la borda, porque ya tenía las mejillas empapadas.

—Ven acá —dice para después tomar mi mano y guiarme hasta la cama. Me toma con facilidad para colocarme sobre sus piernas. Mi rostro queda frente al suyo. Sus dedos limpian el rastro de mi debilidad y sus labios buscan los míos para dejar un cálido beso que, al menos, logra apagar una parte de toda esa ansiedad. Ese dolor.

Solo una parte.

—Me duele... todo lo que ha pasado y no entiendo por qué tiene que ser así —empiezo a hablar y las lágrimas acompañan cada palabra, como si fueran de la mano la una con la otra.

—Lo sé —él acaricia mi cabello con ternura sin dejar de sostenerme—. Sé que duele mucho. Pero también sé que eres lo suficientemente fuerte para poder sanarlo —se inclina y besa mi mejilla sin importarle el desastre de llanto que soy ahora—. Te prometo que encontraremos un lugar. Nuestro lugar. Y juro que estaremos bien, quiero que estés bien.

Asiento levemente y me ayudo de mis dedos para apartar las lágrimas.

—Es solo que pienso... tantas cosas al mismo tiempo y cada vez son más y me siento tan tonta y débil —mi voz no es más que un sollozo—. Cuando Luisa me golpeó, pude sentir su odio. Lo hizo con placer, como si se deleitara en ello —algo me oprime el pecho y cada vez me cuesta más hablar con fluidez—. Me sentí como si solo fuese un pedazo de basura y entonces, por más que quise, no pude levantarme y defenderme. Es como si tuviera algo que me atara a quedarme allí. Como si aceptara mi lugar.

El llanto se desborda cada vez más. Simon me estrecha contra su cuerpo, envolviéndome en él, en su calor. Mis manos se van a su cabello y enredo mis dedos allí. Se siente tan bien tenerlo cerca. Me siento tranquila y me lleno de esa paz que no había conocido antes.

—No va a quedarse así —murmura apegado a mí—. Te lo prometo. Mientras tanto, enfócate en descansar. No necesitas nada más, yo te traeré la comida y haré todo lo que necesites. Leyla, te adoro tanto y me perdería a mí mismo si algo te pasara —me aprieta aún más contra él, como si fuera él quien se aferrara. Entonces nos convertimos en solo nosotros. En algo único.

—Te quiero tanto, y me duele verte así. No sabes cuánto anhelo que llegue el día en que puedas vivir sin miedo. El día en que te sientas segura de ti misma.

Me aparto un poco para volver a verlo. Está preocupado, sus ojos se tornaron rojizos como si mi dolor le afectara también. Él me acaricia la cintura y mis dedos hacen lo mismo con sus mejillas. De pronto su aroma me absorbe y me tranquiliza al mismo tiempo.

—¿Estaremos bien? —digo llena de inseguridad, pero con una pizca de esperanza, todo eso junto a una sonrisa débil.

—Estaremos bien, cariño —sonríe con esa seguridad tan suya—. Te lo prometo.

Estaremos bien.
Ambos.
Porque sé que no soy la única que ha sufrido. Él también tiene heridas. Marcas profundas que no ha sanado por completo.

Forgive MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora