51| Si me escuchas cantar

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Después de la graduación, las fiestas de fin de año llegan en un pestañeo y no puedo evitar comparar mi situación actual con la de antes

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Después de la graduación, las fiestas de fin de año llegan en un pestañeo y no puedo evitar comparar mi situación actual con la de antes. Soy consciente de lo mucho que se diferencia esta Navidad de la anterior, empezando porque Oliver, una de las personas más importantes en mi vida, ni siquiera existía para mí. Tampoco conocía a Lily, quien ahora forma parte del grupo. Me resulta increíble cómo un simple desconocido puede cobrar tanta relevancia hasta convertirse en alguien tan indispensable. Sin embargo, en nuestro paso por el mundo no solo conoceremos gente nueva. También nos tocará perder, ya sea porque la muerte decida venir a buscar a uno de nuestros seres queridos o debido a la infinidad de caminos que existen y a la facilidad de perdernos los unos a los otros entre ellos.

A algunos les duele más lo primero, o al menos en mi caso, así fue así. No puede consolarme la idea de que, quizá, en el futuro volveré a cruzarme con esa persona si es que esta ya no habita en este plano. Alai no verá nunca más a su abuela, aunque tal vez imaginarla en un lugar mejor libre de tristezas sirva para atenuar el dolor. No obstante, dudo que este desaparezca en algún momento. En esta ocasión, la silla en la que solía sentarse estará vacía y será de esa forma de ahora en adelante. Sé que le costará adaptarse a esa nueva realidad y eso lo reafirmo el día de su cumpleaños.

Organizamos algo sencillo e invitamos a nuestras amigas y a Oliver, quien se encarga de conectarnos con Jake por videollamada, para partir el pastel. Al final nos quedamos solo nosotras dos y, aunque detesto que su ánimo caiga en picada, no soy quién para prohibirle sentirse así. Forma parte del proceso y mi deber consiste en acompañarla en cada etapa, por lo que la invito a pasar Nochebuena conmigo y con mis padres.

El señor Dennis y la señora Mayra vienen también. Se presentan en casa a las nueve y cenamos juntos a las diez para después empezar con el intercambio de regalos, al cual se suman mi abuela y mi tía. Mi hermana está encantada de tener invitados que apresura a mamá para que traiga la caja de galletas que le obsequiaron a papá en el trabajo y las reparta entre todos. Alai parece feliz, dentro de lo que cabe, claro está, y Jake no deja de preguntarme por ella. Se siente más tranquilo cuando le cuento que hemos decidido celebrar las fiestas juntas, aunque no para de enviarme mensajes cada tanto, porque sabe que le diré la verdad. Mi amiga, por el contrario, es capaz de mentirle con tal de no preocuparlo.

Aunque se muestra sonriente la mayor parte del tiempo, hay momentos donde su sonrisa se pierde en algún rincón de su rostro. Presiento que le inquieta un poco el hecho de que deba partir a la capital la primera semana de enero para presentarse al casting del concurso. Tanto ella como Jake pasaron a la siguiente etapa y participarán de las audiciones a ciegas. La competencia cierra en esa misma fecha y dos días más tarde inician los talleres para las batallas de canto, ronda en la que dividirán a los participantes en grupos de tres y, luego de que hayan interpretado un tema, eliminarán a dos.

Normalmente el programa era grabado y se transmitía al aire pasado cierto tiempo, mas esta vez todo será en vivo. Y yo no estaré ahí, lo cual pone mucho más nerviosa a Alai, pues pasaremos casi todo el verano separadas. Aunque le he prometido que iré a despedirla antes de que emprenda el viaje y que la llamaré a diario, ella aún no ha tomado una decisión. No pensé que se debatiría entre marcharse o no, pero lo hace. Solo espero que las inseguridades no le nublen el juicio y le impidan tomar la decisión correcta.

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