—¿Ese es mi...?
Cristel baja la vista hacia la encimera y alza la porción de cabello. Entreabre los labios, pero las palabras no le salen y Darlene me señala con el índice de forma acusatoria. Escucho pisadas que se acercan a nosotros y en cuestión de segundos Maritza y Alai encienden la luz. La primera pega un grito cuando se percata de lo ocurrido mientras que la segunda retrocede y se lleva una mano a la boca para ocultar su sorpresa.
—¿Qué sucedió con tu...?
Entonces Cristel por fin parece reaccionar y sus pupilas viajan hacia mí, ¿debería correr?
—Eso mismo me pregunto yo.
—¡Fue Oliver! ¡Seguro se vengó de ti por el pelotazo que le tiraste la vez pasada ¡Incluso quiso cortarme el cabello a mí también el otro día!
Darlene se oye tan molesta que empiezo a temer que en verdad sumerja mi cabeza en el sanitario. Quizá si sea buena idea huir, porque parece tener ganas de estrangularme.
—No... Yo no... Lo lamento mucho. No quise hacerlo, pero me distraje y... —Recién en ese momento, me atrevo a levantar la mirada y observo su nueva apariencia. Ahora el cabello apenas le toca la espalda. El viento que ingresa por la ventana lo desordena, por lo que sus reflejos inauguran un juego de luces—. Hey, no te queda mal. Te ves igual de increíble. A mí me encanta.
Pienso que va a llevarme la contraria. Sin embargo, Alai interviene a mi favor y me demuestra que todos en el mundo no están ciegos. No hay forma en que solo pueda darme cuenta de lo maravillosa que se ve. Incluso Maritza luce encantada.
—¿No dijiste cuando comenzó el año que querías un cambio de imagen para comenzar de cero y eliminar las malas energías? Mencionaste algo acerca de tu carta astral y el poder de la manifestación, pero no entendí mucho de eso.
—¡No hablaba en serio! Yo cierro ciclos comiendo helado y escuchando música triste, no con cortes de cabello.
Justo cuando espero que mande a la mierda, a Maritza se le ocurre una idea.
—Si quieres un poco de venganza, podemos usar a Oliver como conejillo de indias para el proyecto. Necesitamos a alguien que use el dentífrico antes de presentarlo en clase.
Darlene me mira con el ceño fruncido en una mueca que me resulta más tierna que amenazante. Aunque no me hace falta conocerla a fondo para descubrir que es capaz de maquinar oscuros planes.
—¡Acúsalo con su mamá, Cris! Dile que se ha portado muy mal contigo para que lo castigue.
Mamá. Apenas escucho esa palabra, mi corazón se resquebraja. Pero me encomiendo la tarea de fingir que aquello no me afecta. No tendría por qué importarme. Debería haberlo superado ya.
—Lamento informarte que mi madre nunca me ha castigado.
—¿Jamás? Bueno, ¡siempre existe una primera vez! Quiero hablar seriamente con ella —continúa Darlene. Y vaya que yo también. Me gustaría preguntarle muchas cosas. Quizás así encontrase algo de paz—. ¿Vendrá a buscarte después? ¿Cómo se llama?
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Escúchame cantar
Literatura FemininaCristel está cansada de vivir con miedo. Miedo de salir de casa y no volver. Miedo de perder a una de sus amigas. Miedo de adentrarse en una historia de amor y que esta se convierta en una de terror. De hecho, esto ya sucedió la última vez. Sin emba...