26| Arriesgarse a ser feliz

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Una vez que las vacaciones llegan a su fin, Jake debe regresar a su ciudad

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Una vez que las vacaciones llegan a su fin, Jake debe regresar a su ciudad. Oliver no quiere que se vaya, pero cuando mi mejor amiga y yo vamos a despedirnos de él una noche antes de su partida, este se limita a bromear con que al fin tendrá el baño disponible por las mañanas. Sé que Alai también lo echará de menos, porque, aunque no lo dice, lo abraza con más fuerza que de costumbre. Me gustaría que estuviese aquí todo el año. Sin embargo, tengo la fe puesta en que las cosas cambiarán para mejor una vez que nos graduemos y asistamos juntos a la misma universidad.

Pese a que su vuelo está programado para la tarde del domingo, Jake sale de casa a primera hora del día para tomar el bus rumbo a Jaén, ciudad en la que se ubica el aeropuerto. El padre de Oliver lo acompaña hasta allí y solo emprende el viaje de regreso cuando su avión ha despegado.

A la mañana siguiente, todo vuelve a la normalidad. No obstante, Darlene no viene a la escuela, ya que entrará más tarde y mamá se encargará de llevarla, así que me encuentro con Alai en la misma esquina de siempre para ir con nuestras amigas, quienes nos esperan en el parque cerca de mi casa. El lugar se halla casi vacío, así que nos sentamos en una de las bancas ubicadas a un lado del camino por donde algunas personas pasean a sus mascotas como todas las mañanas.

Lastimosamente, la mayoría no recoge los desechos fecales de sus perros y estos quedan regados por el césped, el cual preferimos no tocar. Sobre todo, porque descubrimos que este, en realidad, no acaba de ser regado. Sin embargo, eso no es lo que parece molestarle a Katherine, sino algo más.

—No entiendo por qué nos dan solo una semana de vacaciones cuando necesito pasar más tiempo lejos de los insoportables de mis compañeros.

—¿Hacen algo que te incomode? —indago, y para mi disgusto, ella asiente.

—Estoy harta de que se burlen de mí por usar brackets —manifiesta. Esboza una pequeña sonrisa, la cual no deja de resultarme hermosa. No hay nada de malo en ella. Significa que se siente feliz—. En lugar de ello podían prestar atención a la clase, pero los torpes prefieren compararme con un hámster y luego se andan quejando de sus bajas calificaciones.

—Problema suyo, ¿no? —interviene Lily—. Si reprueban, será con justa razón. Tú lograrás el primer lugar como siempre mientras ellos se joden.

Katherine, quien se encuentra sentada a su costado, duda antes de responder.

—Lástima que después se desquitarán conmigo. La vez pasada dijeron que tenía cara de enferma por mis ojeras, las cuales no se van aun así descanse nueve horas diarias. Las heredé de papá, pero, según esos asquerosos, parece que hubiese pasado toda la noche despierta cogiendo en un motel.

Al escucharla, Alai se atora con el agua que bebía de su botella y me aparto tan rápido como puedo para que al escupir no me moje la blusa. Por suerte, en esta ocasión no pago las consecuencias y es el césped quien recibe la descarga. Fuera de peligro, vuelvo a acercarme a mi mejor amiga. Pese a conocer los riesgos que involucran sentarme a su costado, continúo haciéndolo. Quizá todavía no me aprecio lo suficiente.

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