Sé que mi primo ha llegado cuando oigo la puerta principal abrirse el sábado por la tarde. Ni siquiera me molesto en ordenar los materiales arte que yacen esparcidos por el escritorio de mi habitación y, en su lugar, bajo las escaleras a toda prisa. Sin él en casa, no reina más que el silencio. Es cuando lo está que nuestra monotonía se rompe.
Se pasa casi todo el día escuchando música, la cual se oye por toda la casa gracias a sus parlantes portátiles. La primera vez que vino me disgustó tanto que me dirigí a su cuarto dispuesto a exigirle que bajara el volumen. Sin embargo, antes de que abriera la boca cambió de canción por una de Evanescence y con eso cualquier rastro de enojo almacenado en mí se evaporó. Nos pasamos el resto de la tarde hablando de la banda y no tardó en convertirse en mi favorita.
Con Jake aquí, siento que las cosas no harán más que mejorar. Este se me acerca con los brazos abiertos y me enfunda en un abrazo tan fuerte que temo por mis costillas.
—Ya los echaba de menos. —Mi primo pasa un brazo por encima de mis hombros en un gesto amistoso—. No estoy listo para que dentro de una semana mi vida se vuelva deprimente de nuevo, así que permítanme disfrutar el momento.
Papá le sonríe desde el sillón, donde deposita una de las maletas del recién llegado. Jake ha traído tres en total además de una mochila que carga en su espalda. Luego lo ayudaremos a subir su equipaje.
—Solo espero que no acapares el baño.
—A cambio de que salgas conmigo más seguido hago lo que sea.
—¿Te has propuesto sacarlo de casa? —le inquiere mi padre. Cuando Jake asiente, él niega con la cabeza—. Tarea difícil, pero no pierdas la fe. Tampoco te lo tomes personal, a Oliver no le gusta tener contacto con el mundo exterior.
—Lograré que ponga un pie afuera hoy mismo. Ya verás, ¿apostamos?
—Cincuenta soles —conviene y enarco una ceja en su dirección—. Suerte con él.
—Sigo aquí por si lo han olvidado.
—Nada haría que dejara de acordarme de ti. Te conozco de toda la vida. Hemos crecido juntos hasta los cinco años y, a pesar de los kilómetros que nos separan, siempre te llevo presente —asegura sin detenerse a respirar. Sin duda quiere pedirme algo—. ¿Qué te parece si vamos por una pizza? Para recompensarte todo lo bueno que haces por mí.
—Conociéndote, no regresaremos hasta pasadas las once y hago meditación a las diez, por lo que me veo obligado a declinar tu oferta.
A Jake se le borra la sonrisa mientras que mi padre ni siquiera se inmuta. Hace mucho que se dio por vencido conmigo y de cierta manera, me alegra que lo haya aceptado.
—Te advertí que no sería fácil.
—Bueno, entonces escríbele a Cristel y avísale que no vendrás conmigo. Ella nos había invitado a los dos, pero si no te apetece, no te obligaré a...
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Escúchame cantar
ChickLitCristel está cansada de vivir con miedo. Miedo de salir de casa y no volver. Miedo de perder a una de sus amigas. Miedo de adentrarse en una historia de amor y que esta se convierta en una de terror. De hecho, esto ya sucedió la última vez. Sin emba...