16| Volver a confiar

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No vuelvo a subir un video a Instagram en lo que queda del mes, pero no por eso mis seguidores dejan de multiplicarse

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No vuelvo a subir un video a Instagram en lo que queda del mes, pero no por eso mis seguidores dejan de multiplicarse. Y sorprendentemente, la idea de publicar más contenido ya no me pone tan nervioso como antes. Lo único que me detiene es la certeza de que papá me obligará a peinarme otra vez.

Por el momento me dedico a responder algunos comentarios, aunque me resulta un poco extraño. No acostumbro a recibir cumplidos de gente que no conozco, a menos que se trate de los miembros del jurado de una competencia de arte. Tengo la suerte de que papá siempre me haya apoyado sin importar la posición en la que quedase.

Sin saberlo contribuyó con que encontrara en el arte un lugar seguro. Construí con colores, pinturas, fuego y humo el lugar que habitaría mi alma durante mi estadía en este mundo. Sin embargo, existen una infinidad de cosas que me obligan a salir de mi zona de confort, como el proyecto para feria de ciencias que debemos entregar la próxima semana.

Dado que cada vez falta menos, nuestro grupo vuelve a reunirse en casa de Cristel, quien se encarga de documentar mediante fotografías el experimento que realizan Maritza y Alai, para lo cual emplea una cámara instantánea que revela las imágenes enseguida. Yo me ocupo de la monografía, lo cual no me toma mucho tiempo, ya que cada quien redactó su parte en un archivo independiente y solo debo unificarlo todo. Sin embargo, para la tarea no se torne aburrida, me coloco mis audífonos para escuchar algo de música. Estoy disfrutando de mi banda favorita cuando alguien me quita un auricular. Si se hubiese tratado de otra persona, quizá me hubiera molestado, pero es Cristel la que lo acerca a su oído.

—Linda canción, ¿Evanescence?

Asiento y sonrío. Parece gustarle. Por un momento luce ensimismada observando el ambiente, aunque no hay nada de especial en este. Solo estamos en la cocina y tenemos el portátil abierto sobre la mesa. Ya no me queda mucho para terminar.

—Espero que esto salga bien.

—¿Te refieres a la monografía o a la exposición?

—La segunda.

—¿Por qué saldría mal?

—Porque tartamudeo demasiado cuando me pongo nervioso. Una vez incluso sufrí un ataque de hipo. No se me pasó hasta que me escabullí al baño e hice el ritual de tomar agua, saltar tres veces y dar tres vueltas.

Cristel se retira el audífono del oído y lo deposita a un lado. Apenas la canción termina, cojo mi celular para detener la música. Prefiero prestarle atención a ella.

—¿En serio piensas que se te quitó por eso?

—Siempre me funciona. Ya deberían concederme un reconocimiento.

—Pero el incidente no tiene que repetirse, ¿qué tal si en esta ocasión es diferente?

—No lo creo.

—Pues yo sí —me asegura de lo más tranquila—. Encontré una receta para preparar gas pimienta y no temo rociarlo en los ojos de alguien si se atreve a burlarse de ti.

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