53| Cuando la música deja de sonar

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—¿Te gustaría ir conmigo al cine este sábado? Hay una película que me encantaría ver contigo y las entradas ya están disponibles en internet

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—¿Te gustaría ir conmigo al cine este sábado? Hay una película que me encantaría ver contigo y las entradas ya están disponibles en internet.

Por poco escupo el café de mi boca. En un intento de impedir semejante desgracia, me atraganto con la bebida y empiezo a toser, por lo que Jake se voltea hacia mí. No obstante, me repongo lo más rápido que puedo y sonrío para dejarle claro que estoy bien. Solo entonces sale hacia el pasillo y desactiva el altavoz, de modo que ya no oigo a la persona del otro lado.

En cierto modo me alivia, pues no me resulta muy agradable escuchar cómo una chica le hace una propuesta de ese tipo. Pero la entiendo, ¿quién no querría salir con alguien como Jake? Es atento, divertido, inteligente, amable, risueño y toca malditamente bien la guitarra. Siempre se preocupa por los demás y jamás lo he visto negarle la ayuda a alguien. Su único defecto radica en que no ama la lectura. También se pasa de impulsivo algunas veces, pero eso no hace que me guste menos.

Solo quiero que sea feliz. No me importa que su concepto de felicidad me excluya. O, mejor dicho, sí que lo hace. Me duele, mas eso ya es problema mío. No tengo derecho a prohibirle nada. Aun así, el estómago se me revuelve producto de los nervios y no puedo apartar la vista de la puerta que separa la sala de esparcimiento del pasillo.

El set de televisión yace casi vacío, pese a que el reloj marca las nueve de la mañana. No hay nadie más aquí a excepción de nosotros. El lugar colinda con uno de los jardines y cuenta con algunos sillones, una máquina expendedora y una mesa de fulbito. Un equipo de competidores se ensaya en el aula de al lado y aunque sus voces sincronizadas resuenan en los alrededores, nada me impide escuchar mis pensamientos. Estos solo desaparecen cuando veo llegar a Jake, porque de pronto debo fingir que la situación no me afecta para no arruinarle el momento.

—Por fin decidió invitarte a salir. Ha intento acercarse a ti desde que empezó el concurso. —Fuerzo una sonrisa, pero luce más serio de lo que me gustaría—. ¿No estás emocionado? Vas a tener tu primera cita.

—No lo haré. Le dije que no.

Aquello me toma por sorpresa.

—¿Por qué?

—Eso ya lo sabes.

Aunque entiendo que se refiere a mí y que posiblemente rechazó la invitación de esa chica con todo el respeto del mundo, no me alegra oírlo. Ella debió sentirse mal. Y también Jake, porque rechazar a alguien no es algo que él disfrute hacer. Lo comprendo. Duele saber que serás motivo tristeza para una persona, pero tampoco podemos mentirle. Esta merece una respuesta sincera, aun si cuesta darla.

—No estoy lista para una relación ahora.

—¿Sientes lo mismo por mí?

—Sí.

Se sienta junto a mí en el sillón y deposito mi café en la mesa de centro. Jake entrelaza nuestras manos y sus ojos se clavan en los míos.

—Está bien, Alai. No te forzaré a empezar algo así si crees que aún no ha llegado el momento. Me pediste que siguiésemos siendo amigos y es justo lo que haremos. Nunca me alejaré de ti. Me encanta pasar tiempo contigo. Si quieres un amigo, me tendrás ahí.

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