El momento de sacar a la luz mi última canción llega el día jueves cuando la maestra Darcy pide algunos voluntarios para que presenten sus escritos frente a la clase. Maritza levanta la mano primero y luego lo hace Robin, aunque, a diferencia del poema de ella que corresponde a una elegía y trata de la pérdida de una mascota, el de este último consiste en una oda al fútbol. Y no hay ningún problema con que le guste el deporte, pero sí con que en uno de los versos lo defina como territorio de «machos», hecho que le disgusta bastante a nuestra profesora y a mis compañeras.
Después de ambos, sigo yo, por lo que me planto delante de la clase con mi ukelele en mano yo tardo en escuchar los gritos de Alai. Ni siquiera espera que empiece para aplaudir. Apenas terminé de escribir la canción ayer por la noche, se la mostré a ella y a Jake. A ambos les encantó, pero fue él quien me recomendó subirla a Instagram, lo cual me parece una buena idea.
Mi perfil no solo se encuentra plagado de videos y fotos sobre música, sino que también me dedico a hablar acerca del feminismo. Aprovecho el alcance que tengo debido a mi popularidad en los concursos para informar acerca del movimiento y denunciar casos de violencia contra las mujeres. Hace un tiempo noté que incluso la señorita Darcy seguía mi cuenta, pues comentó una publicación y la compartió en su estado.
Luce ansiosa por escucharme, puesto que no demora en darme el pase y los primeros versos de Owner of my life trepan por mi garganta. Mientras rasgo las cuerdas de mi ukelele, paseo la vista por cada una de mis compañeras y compruebo que todas han venido hoy. No falta ninguna. Espero que eso siempre sea así. Que nunca haya carpetas vacías.
Cuando era una niña inocente,
no sabía que el mundo podía ser malvado
Al crecer entendí que es peligroso para las chicas
Algunas nunca vuelven a casa y las culpan por desaparecer
Dicen que se escaparon con su novio,
pero yo creo que se cruzaron a un monstruoLa letra original está en inglés, pero según me contestó Darcy por correo, no hay ningún problema con ello. Sigue siendo exactamente lo que pidió: una composición lírica. Al principio la melodía es lenta, pausada y de color celeste pálido. Pero luego estalla y se vuelve más animada, pasando a un rojo escarlata. La tonalidad melancólica desaparece y la sustituye una que denota resistencia.
Nadie puede decidir por mí
Sobre mi vida mando yo
Y ahora lo digo en voz alta
Estoy cansada de retroceder y dar la vuelta
Es mi derecho ser libre
Y nadie puede tocar mi pielTerminado el estribillo, me toca cantar la parte del rap. No acostumbro a incluir ninguno en mis canciones y temo trabarme en algún punto, pero la sonrisa de Alai me anima a continuar. No solo siento sus ojos sobre mí, sino también los de alguien sentado al fondo del salón que creo conocer bastante bien.
No quiero ser una víctima más de un depravado sexual
Si mañana es mi turno, alguien responda por mí
Sueño con hacer un cambio, con vivir en un lugar mejor
Es muy complicado
Pero podemos luchar, podemos ganar
Yo creo en nosotras
Porque merecemos más que esto
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Escúchame cantar
ChickLitCristel está cansada de vivir con miedo. Miedo de salir de casa y no volver. Miedo de perder a una de sus amigas. Miedo de adentrarse en una historia de amor y que esta se convierta en una de terror. De hecho, esto ya sucedió la última vez. Sin emba...