Juego con las llaves durante el camino a casa y agudizo mi oído para detectar hasta el más mínimo ruido del exterior, pero no logro encontrar ningún ritmo como suele suceder en las películas. Creo que hay sonidos que no combinan entre sí, pues resulta imposible fusionarlos en una perfecta armonía. Algo similar ocurre con las personas. No con todas las que conozcamos compondremos una canción de nuestro agrado. De hecho, con muchas ni siquiera conseguiremos darle vida a una melodía, sino solo a secuencias de desafinaciones.
Y aquello no tiene por qué ser malo, puesto que debido a los tropiezos son parte del proceso. Así nos volvemos más exquisitos y no nos conformaremos con el primer pentagrama que surja de nuestra interacción con alguien más. Debemos rodearnos de buenos músicos y procurar que estos participen del estribillo, ya que este se repetirá la mayor parte de nuestra vida.
Además de ello, es importante que aprendamos a tocar los instrumentos que constituyen nuestra banda sonora. Esto nos servirá para reducir el riesgo de desafinaciones, aunque estas forman parte del camino. Algunos se desempeñan mejor con la batería, pues arremeten contra las adversidades con tanto ímpetu que nada consigue tirarlos abajo. Se enfrentan a sus problemas y los golpean hasta que estos se convierten en polvo.
Otros poseen como especialidad el piano, dado que saben hundirse en una tecla para luego tomar impulso y saltar hacia la siguiente. Jamás se dan por vencidos. Escalan hasta las notas negras, conocidas como bemoles y sostenidos, desde donde contemplan su nuevo horizonte. Los pianistas se desplazan de esa forma por el mundo, entre tropiezos y levantes, cayendo y echando vuelo al poco tiempo.
También hay quienes se desenvuelven a la perfección con la guitarra, puesto que manipulan las clavijas a su antojo y toman las riendas de su propia vida. No importa qué tan alto lleguen, siempre vuelven a descender hacia los trastes ubicados en la parte baja del mástil. Adoran reconectar con sus raíces, porque forjaron las personas que son a día de hoy. Nunca olvidan de dónde vinieron ni cuáles fueron sus comienzos.
Cada individuo atesora dichas habilidades, solo que no todos dominan por completo cada instrumento. Así como tenemos fortalezas, también poseemos cosas en las que debemos trabajar. Sin embargo, las desafinaciones engloban nuestra naturaleza humana y está en nosotros aprender de ellas. La meta no radica en convertirnos en músicos profesionales, sino en crear piezas musicales con las cuales nos sintamos satisfechos en compañía de la gente que amamos, aquella que no nos juzga cuando desentonamos.
Sé que no todos encuentran a personas así, pero yo tengo la suerte de haberlo hecho y no haberlas perdido. Si ellas no estuvieran caminando a mi lado ahora, el camino de regreso a casa no sería uno de mis momentos preferidos del día.
—¿Es normal que tenga miedo de que me roben otra vez? —Jake estira el cuello para echarle un vistazo a nuestras espaldas y suspira con alivio al no identificar ningún peligro—. La ocasión anterior le arrebataron a Oliver el teléfono y terminé en manos de un delincuente. Cortó la llamada tan rápido que ni siquiera alcancé a sacarle una foto. Tampoco me dio tiempo de insultarlo. Solo recuerdo que tenía un chile masticado atascado en su barba.
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Escúchame cantar
ChickLitCristel está cansada de vivir con miedo. Miedo de salir de casa y no volver. Miedo de perder a una de sus amigas. Miedo de adentrarse en una historia de amor y que esta se convierta en una de terror. De hecho, esto ya sucedió la última vez. Sin emba...