—¿Vas a renunciar a lo que te hace feliz solo por un tropiezo?
Guardo silencio, pese a que poseo clara la respuesta. Jamás abandonaría el arte, no cuando este me ha refugiado durante las peores tormentas en las que me he visto atrapado. Y tengo la fe puesta en que, al igual que las demás, esta también pasará. Tanto los buenos como los malos momentos, poseen un final.
—Nunca dije eso.
—Qué alivio. Pensé que me obligarías a mudarme a Nueva York solo.
Dejo de ordenar mis pinturas en el estante de mi habitación y me dirijo hacia mi escritorio, donde yace mi teléfono. Jake inspecciona de reojo el ambiente, mas no me comenta nada acerca del desorden. Sabe que forma parte de mí.
—¿Qué tiene que ver Estados Unidos en esto?
—Sueñas con estudiar Arte allí, Oliver. No finjas que no entiendes a qué me refiero.
—¿Y tú crees que tenga posibilidades? Vivo en Latinoamérica, por si lo has olvidado. Aquel sitio se encuentra a años luz de donde estoy. Quizás en tu caso sea distinto porque tu padre sí cuenta con los recursos para financiarte una carrera en el extranjero, pero el mío no.
—El tuyo ha ahorrado durante años y tú cuentas con el talento suficiente como para obtener una beca.
—No es así de fácil —murmuro. Ya me gustaría que lo fuera.
—Jamás he dicho que lo sea. Solo intento que no lo veas como algo imposible. Nos graduaremos dentro de poco, deberías empezar a planear lo que harás después de la escuela.
—¿Qué tal si vendo bolsas de basura aromáticas en internet? Hay gente rara a la que le encanta ese tipo de productos.
Parece chiste, pero en realidad se me están agotando las ideas. Ni siquiera he decidido lo que cenaré esta noche, ¿cómo se supone que elija una carrera a la cual dedicarme el resto de mi vida? Fuera del arte, no me veo haciendo nada más. Sin embargo, aún albergo serias dudas sobre si mi potencial basta para hacerme un lugar importante.
—Sigo creyendo que en Nueva York te irá mejor.
—Cristel también se marchará, ¿verdad?
Asiente y no sé por qué, pero me recorre un escalofrío.
—¿Has hablado con ella?
—No últimamente.
—Oliver, hace dos semanas que discutieron.
Expulso un suspiro. No esperaba que me lo recordara. Siento que el tiempo transcurre más lento desde entonces, como si la vida no tuviese nada de especial sin ella a mi alrededor.
—Lo sé. La echo de menos.
—Si tanto la extrañas, ¿por qué no le escribes?
Suena más sencillo de lo que realmente es. Desde el incidente en la plaza, no hemos intercambiado más que un par de saludos en la escuela. Cristel no ha insistido en acercarse a mí y yo tampoco. A veces creo que me observa de lejos, pero siempre que volteo la encuentro conversando con Alai, así que debe tratarse de mi imaginación. Me pidió que le escribiera cuando estuviese listo para hablar, pero dudo que eso sea pronto. No quiero oírla decir que la he decepcionado.
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Escúchame cantar
ChickLitCristel está cansada de vivir con miedo. Miedo de salir de casa y no volver. Miedo de perder a una de sus amigas. Miedo de adentrarse en una historia de amor y que esta se convierta en una de terror. De hecho, esto ya sucedió la última vez. Sin emba...