39| La importancia de poner límites

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—¿Entonces la idea se te ocurrió a ti? ¿En qué estabas pensando?

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—¿Entonces la idea se te ocurrió a ti? ¿En qué estabas pensando?

Mi vista continúa clavada en el techo de la habitación de Alai, lugar de donde no he salido en dos horas. Estoy acostada en su cama y abrazo contra mi pecho uno de sus almohadones. Conozco de memoria cada rincón del lugar. En la repisa que se ubica encima de su escritorio descansan sus libros y algunas fotografías en las que aparecemos Jake y yo. A un costado yace su armario, repleto principalmente de faldas que usa hasta en invierno. Incluso sé en cuál de los cajones de la parte inferior guarda su ropa interior.

El último verano cambiamos el color de las paredes, las cuales solían ser rosadas. Ahora están pintadas de un celeste soñador. Hacen juego con las cortinas blancas que se agitan con la ráfaga de viento que ingresa por la ventana. Alai yace justo al lado en su sillón de lectura, mas no parece sentir frío.

—¡No creí que terminaría mal!

—¿Acaso había forma de que acabara bien? Él nunca estuvo de acuerdo, debiste mantenerte al margen.

—Pero en vez de ello, lo presioné para que hiciera algo que no quería. —El remordimiento no me cabe en el pecho. Debería haberlo escuchado—. Oliver siempre respetó mis límites y yo no pude devolverle lo mismo. Espero que no me odie después de todo, aunque comprendería que fuese así.

—Solo está dolido. Y enojado también. Es comprensible que necesite espacio.

—Tengo que aprender a respetar las decisiones de los demás. No quiero convertirme en una persona tóxica.

—No pienso que lo seas. Dice mucho de ti que reconozcas tus errores y que estés dispuesta a enmendarlos. En ningún momento nos has pedido que aceptemos esa parte de ti, sino que buscas reconstruirte para relacionarte más sanamente con nosotros. Siempre puedes trabajar para ser mejor persona para ti y el resto de la sociedad.

Agradezco que, en vez de darme un sermón interminable y recriminarme mi actitud, se ponga en mi lugar e intente comprender los motivos que me llevaron a equivocarme. Creo que así podemos distinguir a una buena persona de una que solo buscar herir a los demás para sentirse mejor consigo misma.

—Temía haberme convertido en lo que juré destruir.

—¿Juraste acabar con Dan?

—Darlene me propuso una alianza que no pude rechazar. Acuérdate de mis palabras: algún día, ella gobernará el país.

—Estoy segura de que, si sigues apoyándola en todo, cumplirá cada meta que se plantee. Incluso si esta consiste en irse al espacio o inventar una máquina del tiempo —afianza, de lo cual no dudo ni siquiera un poco. Solo espero poder estar presente cuando eso pase—. Los niños necesitan gente que crea en ellos, que no les corte las alas cuando los asalte el impulso de volar y que transforme sus sueños en objeto de burla. Tu hermana tiene una gran compañera de viaje.

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