31| ¿Provida o proelección?

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Una noche antes del debate, repaso mis argumentos y me aseguro de enviarle por correo mi lista de referencias bibliográficas a la maestra Miranda

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Una noche antes del debate, repaso mis argumentos y me aseguro de enviarle por correo mi lista de referencias bibliográficas a la maestra Miranda. Intercambié algunas con Maritza, así que no tardé en recopilar información. Me alegra que, a pesar de sostener posturas contrarias, no surja ninguna rivalidad entre nosotras. Incluso nos deseamos buena suerte y dado que suele ponerse nerviosa cuando le toca hablar delante de mucha gente, intento transmitirle toda la seguridad posible.

No me ofrecí como voluntaria con el objetivo de humillar a nadie ni ridiculizar a quienes defienden una posición opuesta a la mía. Lo hice para informarle al resto acerca del aborto y con la finalidad de que, después de oír nuestro debate, cada estudiante construya una opinión propia.

Con esto en mente, me ato al cuello el pañuelo verde que utilicé en la marcha del ocho de marzo y me planto frente a mis compañeros cuando Miranda nos llama a mí y a Maritza, quien se posiciona a mi derecha Así, el salón queda dividido en dos mitades: la izquierda yace conformada por alumnos a favor del aborto mientras que la derecha se constituye por compañeros en contra de dicho procedimiento. Oliver y Alai se sitúan de mi lado, en tanto Madison y Robin, uno de los amigos de Dan, se localizan del otro. Una vez que todos están en sus respectivos lugares, nuestra profesora se ubica entre el público, aprovechando que hay una carpeta libre en primera fila, y expone la primera premisa respecto a la cual debemos posicionarnos, dando inicio al debate.

—El aborto debería de prohibirse en todos los países para salvaguardar la vida de la mujer gestante y del bebé.

Miranda me señala al terminar de hablar, por lo que deduzco que así será el orden de participación: primero intervendré yo y luego lo hará Maritza.

—La ilegalidad del aborto no impide que las mujeres interrumpan su embarazo. Si estas no desean dar a luz, pueden poner en riesgo su propia vida al recurrir a un aborto clandestino. —Bajo la vista hacia mis apuntes y les doy un repaso rápido. Solo por ser nuestra primera vez, nos permitieron traer anotaciones—. De acuerdo con un estudio realizado por Católicas por el derecho a decidir, una organización feminista sin fines de lucro, en el Perú se realizan trescientos setenta mil abortos clandestinos al año. Según Amnistía Internacional, un movimiento global que promueve los derechos humanos, legalizarlo contribuiría con la protección de la vida de la mujer. Esto debido a que, si se este procedimiento se practica por un profesional médico capacitado y bajo los debidos lineamientos de salubridad, resulta incluso menos riesgoso que el parto.

—He oído sobre ella. Has presentado respaldos bastante sólidos, pero ahora me gustaría escuchar a tu compañera —puntualiza Miranda—. Llegó tu turno, Maritza.

Toma una bocanada de aire y entrecierra los ojos para rehuir los nervios. Le aconsejé que no mirase al público si aquello aumentaba su ansiedad, por lo que clava sus ojos en mí. Nadie la apresura, pero noto que Madison y Robin la observan impacientes porque argumente en mi contra.

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