10| Pensamiento machista

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Si bien todavía alcanzo a recogérmelo en una pequeña coleta, me resulta extraño que el cabello no me roce la cintura

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Si bien todavía alcanzo a recogérmelo en una pequeña coleta, me resulta extraño que el cabello no me roce la cintura. Lo echo de menos. Hasta hace poco el noventa y nueve por ciento mi autoestima dependía de él, pero eso tendrá que cambiar.

Por suerte para Oliver, mamá se tragó la excusa de que decidí pasarme por la peluquería después de la escuela y pude comprar el silencio de Darlene con un caramelo. No esperaba este reaccionara de la forma en que lo hizo cuando mi hermana le increpó por su madre. Sus músculos se tensaron al mismo instante en que escuchó esa palabra y hasta me pareció verlo palidecer.

Estuve tentada a preguntarle a Jake al respecto. Sin embargo, lo conozco lo suficiente como para saber que, si se trata de un tema delicado, lo más probable es que se niegue a contarme cualquier cosa. No porque no confíe en mí, sino debido a que no le corresponde. Jake respetará la privacidad de Oliver bajo cualquier circunstancia.

Aun así, no dejo de darle vueltas al asunto durante la hora de almuerzo, pues me preocupa que algo no ande bien con él. Ni siquiera lo veo cuando llego al comedor, acompañada de Alai, cuyas mesas ya se encuentran ocupadas por estudiantes y maestros. Me llama bastante la atención que estos se agrupen mayormente en especialidades, como los cuatro profesores de Historia que almuerzan juntos. Con los alumnos ocurre diferente, puesto que se reúnen sin ningún tipo de criterio. Algunos chicos del Club de Teatro sientan con los que pertenecen a la selección de fútbol del colegio mientras que tres miembros del Taller de Debate conversan con dos de los alumnos que encabezan el cuadro de honor de nuestro grado. Quien no parece haberse integrado aún es el profesor de Aritmética, ya que se encuentra comiendo solo en la mesa del fondo.

A nosotras, en cambio, nos esperan Katherine y Lily en la misma mesa de siempre, a donde ambas nos dirigimos luego de recoger nuestra comida. Muero de ganas de contarles acerca de la tarea que nos encomendó la maestra Darcy a cambio de puntos extra en la materia. No obstante, Katherine deja caer el tenedor en su plato apenas me ve mientras que Lily disimula una mueca de sorpresa limpiándose la boca con una servilleta.

—¿Qué ocurrió con tu cabello? Creí que habías dicho que no te gustaría llevarlo tan corto.

—Oliver no me dejó más opción. Ayer nos reunimos para avanzar con el proyecto de ciencias y ya te imaginarás qué tan mal terminó.

—¿El chico al que golpeaste con el balón el primer día? ¡Como haya actuado en venganza le voy a...! —Lily la coge del brazo cuando intenta ponerse de pie y Alai se apresura a explicarle lo sucedido antes de que degolle a nadie.

—Fue un accidente. Darlene ya se encargó de amenazarlo. Dijo que este año le pedirá a Papá Noel que se lleve a Oliver al Polo Norte y que no lo devuelva. A este paso, le agarrará tanto odio como a Dan.

—¿Dan? ¿Él quién es?

Alai aprieta los labios al percatarse de que habló de más. Sin embargo, sé que Lily no lo pregunta con mala intención, así que le sonrío.

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