Cierro los ojos para deleitarme con su voz. Si oír la risa de Cristel me sienta como un soplo de aire fresco, escucharla cantar irrumpe en el cielo grisáceo que cubre mi mente y ahuyenta cada nube tormentosa. Los relámpagos cesan y la paz regresa. De repente, todo vuelve a estar en calma, como si olvidase que existe dolor en el mundo. Aunque sea por un momento.
Sé que muchas personas no dudarán en ayudarme cuando la realidad me caiga encima, pero me gustaría transformarme en mi propio refugio. Paso todos los días de mi vida conmigo. No puedo odiarme. O al menos, no debería.
—Para ser sincera, temía no ganar el concurso.
—Has llegado a etapas muy importantes en competencias mucho más grandes. Era obvio que podrías con esta.
Aprovecho que tiene las piernas sobre mi regazo para acariciar su rodilla. Hemos pasado gran parte de la tarde en el parque. Nos encontramos en la plaza hace tres horas y nos distrajimos un rato con el espectáculo de pintura con fuego del mismo artista de la vez pasada. Pensé en comprarle la obra, pero un hombre se me adelantó, por lo que decidimos venir aquí.
A esta hora está casi vacío. Solo un grupo de tres ancianos jugando cartas en una banca, una mujer paseando a su perro y un joven que recorre a trote el perímetro. La florería ubicada frente al parque continúa abierta, pero hoy no hay demasiados clientes.
—Hablo en serio, Oliver. —Fuerza una sonrisa—. Todos tienen puestas en mí expectativas tan altas que me asusta no poder cumplirlas. A veces desearía que ninguna persona creyese en mi potencial para poder fracasar sin decepcionar a nadie.
—Nunca me defraudarías, Cris. Seguiré estando orgulloso de ti pase lo que pase —aclaro, en tanto mi pulgar traza círculos en su rodilla. Aquello parece relajarla—. Cantas delante de tanta gente sin que te tiemble la voz e interpretas cada canción con una mezcla de confianza y vulnerabilidad mediante que me fascina.
—Pero no siempre fue así. La primera vez que me presenté en televisión tenía mucho miedo.
—¿De qué?
—De no tener el talento suficiente para pasar a la siguiente fase. También temía hacerme conocida, porque con ello no solo vienen los cumplidos, sino también los insultos.
—¿Llegaron?
Me da miedo la respuesta, pero más me preocupa el hecho de que atraviese todo eso sola. No quiero que sufra lo mismo que yo.
—Lo hacen todos los días —confirma y siento mi corazón quebrarse. Pese a que no se muestra afectada, intuyo que aún le cuesta lidiar con ello—. Algunos piensan que la culpa es mía por exponerme en redes sociales, pero la responsabilidad les corresponde a quienes se creen con el derecho de atacar el físico o la personalidad de alguien solo porque sube contenido a internet, como si las celebridades fuesen objetos y no seres humanos.
—Lamento que recibas ese tipo de comentarios hirientes. Deben hacerte sentir horrible.
—Ya no lo hacen —sentencia y coloca su mano sobre la mía para darme un ligero apretón—. Me tomó un tiempo construir un escudo protector ante ellos, pero finamente lo conseguí. La última relación que tuve me complicó las cosas. No terminé con Dan a la primera, porque pensaba que, al ser todo eso que me decían en redes sociales, merecía que él me tratara así. Sin embargo, cuando descubrí que todo aquello tenía un nombre, entendí que no era yo quien estaba mal.
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Escúchame cantar
Genç Kız EdebiyatıCristel está cansada de vivir con miedo. Miedo de salir de casa y no volver. Miedo de perder a una de sus amigas. Miedo de adentrarse en una historia de amor y que esta se convierta en una de terror. De hecho, esto ya sucedió la última vez. Sin emba...