4| Basta de silencio

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Me suspendieron

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Me suspendieron.

Después de lo sucedido, la maestra nos llevó con la directora y allí dictaminaron nuestro castigo. Katherine y Alai obtuvieron un reporte de conducta, Lily se ganó una amonestación escrita por infringir el código de vestimenta y yo recibí la peor parte por emplear el gas pimienta. Sobra decir que mis padres no se lo tomaron nada bien. Tenía la esperanza de que, al igual que los padres de mi mejor amiga, fuesen a la escuela a reclamar la indiferencia de los directivos ante los crecientes casos de acoso. Sin embargo, mamá me tildó de dramática y papá me pidió que aprendiera a controlarme.

El castigo que recibí en casa consistió en desprenderme de mi compañero favorito, de modo que ahora me veo obligada a sobrevivir una semana sin mi preciado ukelele. Pero no me arrepiento de mis acciones. Volvería a hacerlo tantas veces como fuesen necesarias, porque mañana puede ocurrirme a mí y no me gustaría que los demás ignorasen mis pedidos de ayuda.

Ni siquiera me siento segura de camino a la farmacia, la cual se ubica a tan solo unas calles de donde vivo. Volteo cada tanto para asegurarme de que nadie siga mis pasos y cruzo hacia la otra acera cuando el semáforo cambia a verde. Planeaba quedarme en mi habitación y adelantar algunas tareas, pero las toallas higiénicas se me acabaron. Apenas ingreso, me coloco en la fila y me acerco a la vitrina cuando llega mi turno.

—Buenos días, busco toallas higiénicas... —Me detengo para echarle una ojeada a la lista en que apunté lo que, además, me encargó mi tía antes de salir—. Un shampú anticaspa y un cepillo de filamentos suaves, limpiador de lengua y mejillas.

Al parecer, tiene encías sensibles.

—¿Desea las compresas nocturnas o las diarias?

—Ambas, por favor. —Doblo en cuatro la hoja de papel y la guardo en mi bolsillo—. ¿Venden también bragas menstruales?

—No, pero contamos con copas. Si deseas puedes llevarte una —me ofrece la señorita, y antes de que pueda responder, se voltea para coger un paquete del estante—. Debes retirarla cada doce horas para prevenir la proliferación de bacterias que dañan los órganos. Las instrucciones para colocártela están en la parte trasera de la caja. Se introduce lo más alto posible en el canal vaginal y luego tienes que recorrer las paredes con un dedo para corroborar que no haya ningún doblez. Está fabricada al cien por ciento con silicona médica hipoalergénica sin tintes, ¿deseas quedártela?

La deposita entre nosotras y la tomo entre mis manos para examinarla. Nunca he usado este tipo de producto y, aunque no luce muy complicado, no me siento del todo segura, por lo que niego y la encargada regresa el empaque a su lugar. Después se marcha en busca de los productos que le solicité y pago por ellos cuando regresa. Los coloca todos en una bolsa y, cuando me giro para abandonar la fila, me topo cara a cara con Oliver.

¿Eso significa que ha escuchado cada palabra? Maravilloso. Ahora sabe que estuve a punto de introducirme una copa menstrual por ahí abajo. Lo que faltaba.

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