~Capítulo 55~

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El tick tack del reloj golpetea los segundos como picoteaos de gallinazos sobre el cristal. Mis manos yacen sobre la mesa revisando los periódicos para encontrar alguna otra oferta de trabajo; puesto que, aun no estoy segura si alguna de las clínicas que visité me llamará el día siguiente, pero prefiero estar segura de que si no es el caso, tendré otra opción.

Al fin el timbre irrumpe mi silencio dando un susto a mi corazón y a mis sentidos de defensa ante el inadvertido ruido de este momento.

Caminé hasta la puerta encontrándome a quien esperaba—

-Pasa—Lo invité. Kyuhyun con la mirada tranquila se hizo camino hasta la sala, tomando asiento con naturalidad sobre el sofá que él había llamado piedra. Además, no venía solo porque cargaba en sus brazos una caja mediana, que quizás es en donde guarda lo que pretende ofrecerme—

Seguí tras suyo también tomando asiento en frente suyo.

-¿Una taza de café?—Ofrecí pero él negó con la cabeza—

-¿Buscando trabajo?—Cuestionó al notar los periódicos extendidos sobre la mesa. Asentí—Tengo un amigo...--

-Lo buscaré yo sola—Le corté con rapidez—Tus amigos... no son exactamente lo mejor que me puede ocurrir—Comenté recordándole a Donghae, quien no veo desde hace unos días—

Kyuhyun carraspeó la garganta captando muy bien mis palabras, pero no comentó nada al respecto; y al contrario, se dedica a empezar abrir la caja. Él parecía estar bastante intranquilo, casi como si se negara a revelar el contenido de la caja, así que al final solo quita el cello de la caja y la empuja hacia adelante, en donde me hallo—

-¿Qué es?—cuestioné acercándome a esta—

-Ábrelo—Pidió. Tomé a la caja por la entre abertura de esta y finalmente revelé el contenido. Había Allí, en su interior, algunas cosas que me alborotaron los recuerdos. Algunos objetos cuya existencia no recordaba y otra que sabía muy bien pero no las recordaba.

Lo primer que extraje fueron un par de gafas cuadradas con lunas delgadas, delicadas y a la vez sencillas. Las recordaba bien. Eran las gafas que yo utilizaba antes de apegarme a los lentes de contacto. No era de mi conocimiento que él las guardaba, es más, creí que se habían perdido porque apenas y recuerdo la última vez que las empleé—

Metí las manos hacia otro lado tomando un cofre cuadrado con bordes en relieve de hermosas figuras griegas. "Una quimera y un Centauro" en la tapa. Saqué a esta y descubrí el cofre, revelando una pila de fotografías. Las recordaba muy bien. Se trataban de las fotografías que él había tomado en nuestro supuesto viaje de despedida. Una en frente de la playa, otra frente del hotel, flotando en las alturas y en los planeadores, otra en la lancha, sobre la arena. Y en cada una de ellas había una sonrisa cómplice entre los dos. Creo que fue el día más hermosos de mi vida, claramente sin mencionar detalles que amarguen aquel recuerdo. Revisé cada foto para luego guardarlas en el mismo cofre, y finalmente, en la misma caja descansaba una camisa. Una camisa de Kyuhyun para ser exacta. Claro que también recordaba esa prenda, y aún el perfume de él combinado con el mío y el ligero olor a sudor limpio impregnaba la prenda. Un escalofrío recorrió toda mi espina dorsal. Se trataba de la camina que había usado aquellas dos noches en las Bahamas. Aquella con la que nuevamente habíamos hecho el amor.

Otro ligero recuerdo cruzó por mi cabeza. "Recuerdo haber visto a Valeria con ella puesta"

Respiré hondo y hable después de un largo silencio—

-Creí que la usaba Valeria—Kyuhyun curvó los labios sin delatar ningún sentimiento o pensamiento que quizás cruzaba por él en estos momentos—

-Te aseguro que no era esa. Tengo otra parecida, pero la que tienes en manos la he mantenido guardada desde... desde aquel día. Tú sabes—juntó las manos mirando a un lado, endureciendo los ojos para luego relajarse—Quiero que te quedes con esto—Levanté los ojos hacia él ante sus palabras—

-¿Qué?—Murmuré—

-Quiero que te lo quedes—Levantó la mirada hacia la caja—Quise deshacerme de ellos esa noche que me rechazaste pero no pude, quise volver a tirarlo esa noche que te vi con... con TaeYong—Tragó saliva pareciendo que tenía algo amargo en la boca—y tampoco pude, así que no creo poder hacerlo nunca. Quiero que te lo quedes (TN). No como un recuerdo melancólico, si no como uno feliz. Porque lo que me pasó contigo ha sido quizás lo más hermoso y lo más amargo al mismo tiempo—Hizo otra pausa—Yo no me lo puedo quedar. Ya sabes. Valeria los podría encontrar; y ocasionarte problemas es lo que menos quiero—Respiró hondo—Lamento que todo haya terminado así, (TN). Espero que algún día me puedas perdonar—

Mantuve los ojos sobre la caja sintiendo un pequeño aguijonear en el pecho. Aun dolía, pero el dolor ya era menor. Después de todo, quizás él había sido capaz de hacerme la mujer más feliz del mundo a su determinado tiempo. "Las personas tienden a grabar en su alma los momentos de infelicidad, en aquellos que alguien les ha hecho daño u ofendido, y en consecuencia endurecen su corazón y su alma; generando odio" Yo no quiero eso para mí. ¿Por qué recordar los momentos que más te han hecho sufrir si puedes recordar aquellos en los que más te ha hecho feliz? Aún si hayan sido pocos.

-Entonces me los quedaré—Respondí levantando una sonrisa en mis labios. Una sonrisa que me liberaba y apaciguaba mi corazón más que nada—Pero si te atreves a planear robármelos, ten por seguro que defenderé la caja a capa y espada—Intenté hace una broma, provocando una sonrisa también en él—

-Quiero pedirte otro favor—Agregó. Fruncí el rostro preguntándome qué favor—

-TaeYong—Murmuró entre dientes, escupiendo casi el nombre. Juraría que si él estuviera delante suyo sería capaz de escupirle su nombre encima. Pero él ya no está aquí...—Si hay alguien más te merece y te ama quizás tanto como yo, es él—Pronunció cada palabra como un dolor provocado por cáncer—Eso era todo. Me voy—Se levantó del sofá caminado hasta la puerta. Fui tras él acompañándolo—Cuídate mucho, (TN)—Habló deteniéndose en el pasillo. Levantó la cabeza y dirigió una sonrisa hacia mí. Una sonrisa que ocultaba melancolía y dolor, pero al fin, una sonrisa—Cuídate mucho—Y se marchó.

Me quedé contemplando su solitaria partida. Su silueta desvanecerse con la distancia y el tiempo. "Sus pasos son pesados y sus hombros se ven frágiles. Ya nada en él es como el roble que conocía. Quizás su sufrimiento lo consume, y ahora sé y aseguro que es él quien sufre más porque a diferencia mía, quien he sido dueña de mi propia decisión por olvidarlo y detener este amor que ya no tiene futuro, él es obligado contra su voluntad y aun parece lamentarse y culparse de cada acto que conllevó el fin de todo"

"Estoy tranquila aunque aún duele; pero estoy tranquila porque sé que aproveché y no fui yo quién lo lastimó de ese modo" pero nuevamente decido dejar de pensar en ello porque pronto terminaré aumentando el dolor de mi pecho si no detengo mis pensamientos hacia él.

Me interno nuevamente en mi habitación para guardar muy bien la caja. "Recuerdos valiosos" Etiqueto la caja. No recuerdos dolorosos, si no recuerdos llenos de sonrisas.

Otros días más pasan. Los días siguen pasando y no sé nada de Donghae, de Kyuhyun ni de Valeria, solo de mi padre que me lama todos los días para saber cómo estoy. Él asegura que había andado melancólica los últimos días, pero ahora parecía más tranquilo. Yo también me sentía más tranquila. Más segura. Ya tengo incluso empleo. El día de ayer me llamaron de una de las clínicas. "Clínica Owen" El personal ahí es más amable, e incluso los doctores resultan siendo más tranquilos ya que es un mayoría son mucho mayores que yo. Por fin tengo paz.

Ya era de noche, y ni siquiera recordaba el detalle que estaba punto de acontecer. El timbre de mi casa revotó su eco en mis paredes, anunciándome visita. Caminé hasta la puerta encontrándome a Kyuhyun allí; y apenas sus ojos me encontraron, una sonrisa se extendió en sus labios y levantó las cinco botellas de whisky que cargaba consigo—

-¿Me acompañas a celebrar?—Ofreció ampliando aún más su sonrisa-- Celebremos que mañana me caso-- Tenia el olor de alcohol impregnado en su aliento, sus ojeras se extendían por debajo de sus ojos. Parecía haber estado llorando. Un sentimiento de compasión y amor sin dolor se apoderó de mi pecho. "¿Cómo se podía dejar hundir tanto?"--

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PROHIBIDO. Inocente PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora