~Capítulo 32~

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Era de mañana, hacia frio y mi cuerpo me dolía al igual que la piel que rodea mis ojos, mis pómulos ligeramente hinchados y endurecido por las lágrimas secas. Me levanté de mala gana, dispuesta a no dejarme caer y continuar con mi vida. Un ducha de agua caliente, jabón y loción. Vestí unos pantalones negros, y una blusa azul de gaza en los hombros con un adorno en la parte de la cintura que me modelaba el cuerpo. Amarré mi cabello en un moño, despejando mi rostro y cubrí mis labios con un poco de brillo labial. Salí en dirección a la cocina para preparar café con Hotcakes. Mi desayuno del día.

Pensaba que ya nada podía derrumbarme más y que lo único que me quedaba era levantarme y escalar para seguir con mi vida, creí que ya todo mi amor por Kyuhyun estaba destinado a ser enterrado en ese recuerdo que jamás iba poder olvidar. No lo odiaba, porque por más que intentaba, no era capaz, pero había decidido dejarlo ir. Sin embargo mis planes se fueron a la basura al voltear a la sala.

Allí ya hacia adornando el lado derecho de la sala, un hermoso piano de color negro, grande y precioso, la superficie brillaba y las teclas relucían delatando que jamás había sido usado; y encima de este, una nota. Me acerqué tomando el papel entre las manos, leyendo el mensaje.

"Feliz cumpleaños, (TN)"

Me quedé en silencio observando cada detalle de aquel piano, teclas delicadas pero fuertes, una banca que estaba junto a ella corriendo de lado a lado el largo del piano. Deslicé los dedos por las teclas produciendo una sinfonía fuera de ritmo. Apreté los labios obligándome a no llorar. Pasaron quizás dos segundos antes de sentir una mirada sobre mí; obligándome a voltear de prisa.

Sus ojos oscuros, cansados y ojerosos delataban su falta de sueño, y el no haber pegado un ojo toda la noche, su camisa estaba bien puesta sobre su cuerpo pero la corbata se hallaba en medio anudar. Su cabello alborotado y ligeramente húmedo, sus labios entreabiertos y resecos sacudiéndose quizás en tratar de buscar algunas palabras—

Giré hacia el piano dejando la nota encima de este—

-Si crees que te voy a perdonar por lo de anoche comprándome con esto, estas demente. Llévatelo antes de que papá lo vea—Anuncié lo suficientemente fuerte para que me escuchara, marchándome a la cocina. Busqué la fruta para empezar a preparar jugo, aunque en realidad no tenía hambre, así que final solo saqué un plato con cereal.

-En realidad—La voz de Kyuhyun desde la puesta, temblorosa y más cansada que nunca—Te lo había ya comprado hace días. Te lo pensaba entregar ayer—Hizo una pausa—Es por ello que te estaba esperando... creí, que sería una bonita sorpresa de cumpleaños—Soltó una risita melancólica—Pero ya vez que lo eché a joder todo—

Lo miré de reojo yéndoseme el hambre por completo. Quería gritar dentro de mí, averiguar qué era lo correcto... cómo podía solo perdonarle después de lo que había intentado anoche, pero él se veía tan... arrepentido—

-Es mejor que lo devuelvas, Kyuhyun—Respondí a sus palabras dejando mi plato de cereal—Me voy primero—Pasé de largo sintiendo el perfume de Kyuhyun atravesando mis fosas nasales, y una electricidad por mi espina dorsal que amenazaba con obligar a alanzarme a él para abrazarlo y no soltarlo nunca.

Caminé fuera de la casa y luego abordé un taxi con intenciones de apartar la distancia entre él y yo lo más que podía, antes de arrepentirme de ello y cometer una locura.

Al llegar a mi consultorio, una sonrisa aduladora me recibió, era Donghae quien me estrechó y brazos y condujo su boca a la mía ávidamente. Mis manos en su pecho lo empujaron pidiendo un poco de intimidad. ¿No veía que solo deseaba tener la compostura de dejarme caer en un mar de lágrimas?—

PROHIBIDO. Inocente PecadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora