El Autobús

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-Se parece a mi tierra - habló ella de nuevo.

-¿El qué?

-Escocia - lo miró sonriendo - Me recuerda a mi hogar. Bueno, supongo que no debería extrañarme. Después de todo, tenemos antepasados comunes.

La miró sin comprender. Quería saber más cosas de ella y su hogar pero tampoco sabía si debía preguntar. Al parecer ella estaba deseando hablar porque continuó, sin dejar de mirarlo. El sonrojo continuaba allí, aunque más tenue. Adorable, pensó de nuevo.

-Vengo de Galicia - le dijo, como si eso significase algo para él.

Rió de nuevo ante su cara de asombro y se sonrojó un poco más. Bajó la mirada un momento, como si se sintiese cohibida de repente. Todavía jugaba con el cable de sus cascos. ¿Estaría nerviosa? No se lo había parecido.

-Galicia y Escocia fueron en su momento pueblos celtas - le explicó - Supongo que por eso se parecen tanto en muchos aspectos. Claro que vosotros tenéis algunas influencias que no llegaron a mi tierra.

-¿Te gusta la historia?

-Me apasiona - su amplia sonrisa lo dejó sin respiración.

Aquella muchacha lo atraía demasiado. Se removió incómodo en el asiento y no precisamente por sus piernas atrapadas. Aunque no se arrepentía de haberla conocido, reconocía que sería un viaje muy largo a su lado.

-Esa es la ventaja de ser bajita - rió por lo bajo ella.

Bueno, pensó, si ella creía que estaba incómodo por su altura, no sería él quien la sacase de su error. Si supiese la verdad, además de largo, el viaje sería tremendamente embarazoso. Porque no estaba dispuesto a cambiar de asiento. Aprovecharía cada minuto de viaje para conocer a aquella muchacha tan adorable. Le sonrió.

-Debería estar acostumbrado - se encogió de hombros - Y dime, ¿a dónde vas?

-¿Intentando deshacerte de mí para poder estirar las piernas?

Vaya, estaba bromeando con él. Le gustó aquello. Le había parecido tímida y debía serlo porque el sonrojo continuaba allí, torturándolo. Aún así se sentía lo suficientemente cómoda con él como para permitirse una pulla como aquella.

-Creo que ni siquiera así sería suficiente - le sonrió más.

-¿Tan alto eres?

-6' 3" pies.

-Lo que viene a ser... - la vio hacer un cálculo mental antes de contestar sorprendida - Metro noventa. ¡Vaya! A tu lado soy una enana.

-¿Cuánto mides tú?

-Metro sesenta. 5' 3" pies, para ti - sonrió de nuevo.

-Sí que eres pequeña.

En cuanto se sonrojó intensamente, se arrepintió de haberlo dicho. No quería incomodarla. Le gustaba hablar con ella y no quería que una estupidez como aquella lo estropease todo. No entendía por qué pero quería su amistad. Aunque supiese que nunca más la volvería a ver.